jueves, 29 de octubre de 2009

Todavíअ नो से एल título

Para Emily
Abrió la boca y tragó el corazón sin masticar, de un solo bocado. Pensó en la píldora que todo lo cura. Tenía la certeza de que con dos corazones iba a conseguir parar la dolorosa intranquilidad que produce la soledad constante. No se le ocurrió nada mejor que tener uno de repuesto. Lo había visto muchas veces en el cine, corazones juntos de noventa a ciento veinte minutos rodeados de belleza y pulcritud. Estaba claro, si falla el mío-se decía- no desapareceré oculto tras la niebla de quien no importa a nadie. El otro se pondrá en marcha bombeando la sangre que riega mi cuerpo hasta que el propio vuelva a funcionar. Lo había visto tantas veces, lo había escuchado tantas veces, había oído confesiones afirmándolo y buscándolo tantas veces. Finalmente llegó a creer firmemente poder vivir con el corazón de otro, incluso con dos corazones a la vez- ésta era su versión preferida- y no creía poder vivir bien solo con su propio corazón, bombeando único, tan frágil y liviano, le asustaba hasta el pánico saber que todo dependía de él.
Por eso había salido miles de noches y algún día buscando aquel corazón de repuesto sin conseguirlo. Muchas veces se acercó a escuchar otros, sus pálpitos, los abrazaba, los tocaba, lamía los pechos hasta caer rendido, dejaba apoyada la cabeza entre los dos pezones y seguía escuchando su ritmo hasta quedar dormido. El calor de una piel junto a otra creaba un ambiente necesario. Al pasar las horas despertaba, después de un orgasmo imitado, casi mecánico, y se marchaba al alba caminado sobre calles vacías de luz. Quizá escuchaba el sonido de un automóvil circulando, el camión de la basura recogiendo contenedores llenos de corazones rotos y desperdicios, los gritos de una mujer borracha agudos como los de una hiena, el abrir de las braguetas calientes llenas de penes y huevos a punto de reventar. Pero sobre todo escuchaba una voz propia que no paraba, el grito de un cuervo construido en el oído para estos momentos. Y un mensaje: Necesitas otro corazón no es suficiente con el tuyo, es peligroso, muy peligroso en el futuro, hay que sobrevivir, construir los deseos que ocupan a todos, sobre todo uno, seguridad.
Una suave lluvia comenzó a humedecer sus mejillas calientes, durante unos minutos escuchó únicamente sus pasos. Despertó de inmediato al olor del pan recién hecho. En la puerta del horno de los borrachos un grupo de adolescentes reían, corrían y se empujaban, a la vez que comían trozos de comida indigerible.
Compró un completo y una botella de agua, salió a la calle, se sentó en un banco y se lo comió ávidamente, mientras observaba a una pareja follando dentro del coche, un borracho durmiendo encima de sus vómitos mientras sus amigos reían como si tuviese gracia, y una bella prostituta que se subía a un coche que solo pueden pagar algunos.
Terminó el último bocado y siguió caminado con todas las imágenes en la cabeza, volteándose como una campana cuando avisa de un peligro o quizá de una alegría, todas ellas y a la vez pasando deprisa ante los ojos invisibles de la memoria. Pensó que todas las percepciones de una vida caben en ella. Se aturulló y con amabilidad le pidió árnica a su cabeza. Durante unos instantes la petición había surtido efecto, caminó tranquilo hacia su casa, respirando el aire húmedo y fresco de una extraña mañana de lluvia. Recordó cuando a la luz de una vela alguien le dijo: “Me gusta la lluvia, tantas lágrimas a la vez esconden las mías, cuando llueve lloro en público hasta cansarme sin que nadie me mire extrañado”.
Llegó al portal, durante todo el tiempo había escuchado latir los dos corazones en sus adentros sin conseguir la calma que buscaba. Seguía sintiéndose solo, arrinconado, discriminado, incomprendido, su única salida era seguir dando vueltas a la noria buscando la zanahoria (de Ana L). Nunca conseguiría hacerse con ella y lo sabía. Subió a su casa y encendió la chimenea. Mirando las llamas recordó cada círculo recorrido y repetido. Un pinchazo intenso y doloroso recorrió su vientre de punta a punta llevándose consigo todo lo pensado y sentido. Nada ahora tenía sentido, quizá tampoco antes.
Entre el segundo y tercer pinchazo se dio cuenta: El corazón que se tragó no se quedó en el pecho como él esperaba, se quedó dando vueltas y vueltas en el estómago. Ninguna seguridad consiguió en corazón ajeno, acaso una emoción potente y roja que recorrió todo el cuerpo como la sangre. Y un atisbo de esperanza despistada. Y ratos de compañía solo. Y ganas de ser en otro, proyectando todos los deseos propios.
Sus ojos se abrieron como puños convertidos en manos y recordó las palabras de Darío Jaramillo: “… aparece el amor y todo estalla y algo se ilumina/ dentro de ti/ y te vuelves otro, menos amargo, más dichoso; /pero no olvides, especialmente entonces, /cuando llegue el amor y te calcine, /que primero y siempre está tu soledad/ y luego nada/y después, si ha de llegar, está el amor”.

lunes, 12 de octubre de 2009

Imbéciles

Hace un par de semanas estuve cenando en una casa de monte con mis amigos de la pandilla de la infancia-adolescencia: Los Rogers. Después de tantos años un hilo invisible pero sensible nos une, aún en la distancia, en muchos casos, y en la diferencia en otros muchos. Todos los años, gracias a esas pocas personas que se ocupan nos juntamos, al menos, un par de veces. La noche fue agradable, incluso más de lo que las actitudes a veces permiten. Una de las curiosidades que percibí y recibí de la noche fue el uso de la palabra Imbécil (con especial acento y la c con sonido z), tardé un rato en comprender su tono y sentido nuevos. Algunos habían elegido el vocablo para calificar a otro amigo con ironía, cercanía, complicidad y qué más…
La mayoría de la gente se tomaría este adjetivo como un insulto, pero aquella noche y como otras muchas veces en la idiosincrasia de algunos pueblos de la Hoya los tacos se utilizaron como una forma de acercamiento emocional, traspasando los límites en pro de la amistad y quizá también, por qué no decirlo, de la dificultad que tenemos todos, más o menos, de expresar los sentimientos en directo sin sentirnos vulnerables.
En este sentido y algún otro, desde muy niño me han gustado y he usado tacos para expresarme. Algunas personas mayores todavía me lo recuerdan. Al trabajar en Valencia, incluso me permito utilizarlos para calificar y clarificar asuntos profesionales. La palabra “trompellote” es probablemente la que más uso, después de “billoto”, “carota”, “cabrón” y “malnasío”. De todos me encuentro a diario y a mansalva. Supongo que algunos pensarán que a mi también me encuentran. ¡Qué lástima!
Después de éste paréntesis nocturno, muy agradecido por mi, dadas las tensiones diarias debidas-nunca mejor dicho- a la coyuntura económica y alguna que otra torpeza propia, puesto que no hay que olvidarlas si uno quiere ser responsable y realista, uno vuelve al quehacer diario y a interaccionar con los medios de comunicación y las noticias convertidas en titulares.
Comencé el lunes escuchando de nuevo a los políticos con el inverosímil mensaje de que serán los bancos abriendo el crédito los que ayudarán solidariamente a salir a las familias, autónomos y pequeñas empresas de su estancamiento financiero junto al los famosos ICOS. Cuando en la realidad a las familias les subastan sus pisos o refinancian sus deudas con condiciones leoninas, los autónomos no encuentran a nadie que les ayude y las pequeñas empresas firman créditos que de antemano saben que no van a poder pagar, con la esperanza de algún milagro. ¿Ninguno de nuestros políticos se ha dado cuenta de que en tres años o con condiciones incumplibles muy pocos tienen acceso a las ayudas que necesitan? Tan fácil como dar un relativo aval del Estado a medio largo plazo para que muchísimas familias, autónomos y empresas no hubiesen caído. Y ni siquiera hace falta dinero líquido a priori. Eso si que sería verdadera política social. El problema no es que te den un poco de dinero para pasar el mes, el verdadero problema es de naturaleza humana y se llama dignidad: Con tu creatividad y esfuerzo e igualdad de oportunidades (si esto fuera verdad) poder vivir de tu trabajo, visto no solo como mecanismo para un fin material sino como crecimiento personal.
Dos días después se levanta el secreto de sumario del caso Gürtel y uno comienza a escuchar exclusivamente lo que conviene a cada parte. Se manejan cifras millonarias robadas para el enriquecimiento personal o la financiación irregular eso lo dirán los tribunales de justicia, espero. Se atreven con las palabras “algunos chorizos” que son miembros… y dicen de sí mismos que tienen vocación pública al servicio del ciudadano. Aquellos son los malos y nosotros somos los buenos. Cuando la historia reciente de la democracia demuestra que casos de corrupción y abuso de poder han sido protagonizados en casi todos los bandos.
No existe ni un solo político que no esté en su cargo por interés personal, ya sea por prestigio, por la erótica del poder, por dinero ó por disfrute personal. En el mejor de los casos hay políticos capaces de reconocer el interés propio y no perder de vista los intereses comunes, para mí los únicos fiables.
Mientras sufrimos cada día las consecuencias de ésta crisis global los políticos siguen mirando desde el pedestal en el que viven hacia abajo sin verdaderamente saber hacia donde van, ni siquiera aquellos que creen saberlo, porque para saber como solucionar un problema se necesita conocerlo en la propia experiencia y sinceramente en la inmensa mayoría de ellos no creo que sepan lo que es sentirse deudor, no llegar a final de mes, no poder pagar la hipoteca y que te quiten el piso, ni la sensación que produce todo ese conjunto cuando miras a los ojos a tus hijos. Tampoco saben escuchar.
Si hubiesen vivido estás experiencias se dejarían de usar el tiempo en pura demagogia, la cuidada verborrea que no busca más que mantenerse o llegar al poder y tratarían de buscar soluciones a los verdaderos dramas que se están produciendo a diario.
He llegado a la conclusión de que hay una cantidad de imbéciles impresionante, y lo malo, es que no aplico el calificativo en sentido Rogers-iano.
Por mis propias razones me incluyo, también a los dos patitos.
Tienen suerte los políticos, mucha suerte, que el pueblo sea el único de verdad que tiene sentido de Estado.