domingo, 3 de noviembre de 2013

Halloween juajuajua


Me quedo perplejo cuando veo cómo somos capaces de hacer nuestras algunas tradiciones que realmente no lo son. Cualquiera que tenga los años suficientes sabrá que aquí no se ha celebrado nunca Halloweeen hasta hace pocos años, como tampoco Papá Noël y algunas otras festividades menos extendidas y conocidas.
Si los Celtas levantaran la cabeza y vieran que han hecho los americanos con sus tradiciones espirituales alucinarían en estereofónico. Impresiona entrar en un hipermercado y ver un montón de metros cuadrados llenos de calabazas con ojos y boca, brujas, fantasmas, monstruos, zombies, telas de araña... Da que pensar cómo todo aquello que atrae el consumo se encumbra hasta conseguir que lo sintamos como propio. Aquí siempre me surge una pregunta: ¿Qué o quién construye nuestros deseos?
Me vienen a la cabeza ahora los ríos de tinta y de palabras que se vertieron acerca de sí el presidente del gobierno ó el de una comunidad española debe o no saber inglés(lo llamativo es que probablemente creemos que una persona es mejor que otra o con más valor que otra según su formación académica). Me retumba en la cabeza como en los últimos 30 años, especialmente, el inglés se ha convertido en el Esperanto del mundo. Me recorren la cabeza muchas preguntas dedicadas a entender por qué ha pasado de un aprendizaje más a ser aparentemente tan necesario.
Me pregunto por qué una calabaza con dos agujeros arriba uno en el medio y una sonrisa mueve tantos hilos. ¿Qué habrá detrás del naranjito americano?
Quizá un hechizo para la noche de difuntos para protegernos del mal, del miedo a la muerte, del miedo al miedo. ¿Y da miedo que tú hijo no sepa hablar inglés porque al parecer no va a tener un buen futuro?
Hay que ver cuántas cosas damos como buenas sin hacernos todas las preguntas, incluso sin preguntas. Las convenciones son cada vez más convencionales, más volubles y vacías de contenidos. Solemos aceptar, casi claudicar ante la vertiginosa realidad social, ante el pragmatismo más absoluto, sea al precio que sea. ¿Cuánto de nosotros vendemos por conseguir colocarnos en la primera fila? Más aún, ni eso, cuanto perdemos de nosotros para simplemente pertenecer a la fila “cómoda, segura y adecuada”, ni siquiera necesitamos los primeros puestos, con un bien visto, cómodo y suficientemente remunerado nos sirve.
Nos atrapan desde el deseo, desde una seguridad construida en nuestra mentes pero inexistente en la realidad, nos atrapamos desde las emociones, chantajeándonos a nosotros mismos.
¿Qué harían los muertos si volvieran a la vida?
Si consiguiéramos contestar a esta pregunta con objetividad seguramente podríamos comenzar a darnos una verdadera oportunidad, dejaríamos de vender nuestro tiempo, al menos gran parte de él y cogeríamos el contenido de cada una de nuestras vidas con ahínco, con ímpetu, pasión y entusiasmo... llenándolas de sentido, de genuinos deseos y construiríamos con ellos los momentos, conectados a nuestro epicentro, desde lo más hondo y creativo, desde las emociones y la razón unidas a nuestra realidad  y especialmente a nuestra identidad, ligada al movimiento de la experiencia y al conocimiento. En una búsqueda de un ser humano único, contradictorio, fuerte y débil, consciente de sus condicionamientos y de su necesidades. Sabedor de los contenidos de nuestra naturaleza cultivada.
¿Vida y muerte en todo lo que existe? Almas, espíritus, significados, creencias, fe, celebraciones, drogas, des-inhibiciones, buscando el cambio de ánimo, sentirnos calabaza o princesa, príncipe o sapo, el patio feo ó el cisne, pequeños o grandes, pulgarcitos o gigantes, disfrazándonos de otros para no ser siempre los mismos, convertidos en monstruos de varias cabezas, cuando todas las ganas se liberan entre muchos personajes, el doctor Jekyll y Mr. Hide, el principito, spiderman, el capitán alatriste... jejeje...


Un mundo de locos personajes danzando en nuestro interior, en el de todos, cada uno buscando su espacio, algunos compitiendo, otros liderando, otros jugando, otros avergonzándonos, otros mejorándonos... y la mayoría desconocidos, almas en pena que vagan por la mente y las entrañas hasta encontrar su momento y aparecer, elegido entre tantos para vivir un instante... al poco desaparece como cenicienta, hasta que sea encontrado por el ser más poderoso, el yo. De entre todos el que manda, el que gobierna, el que aparece más tiempo, el protagonista de una película más corta o más larga que llamamos vida. Y se preguntan si sigue la vida... en la última noche de octubre, curiosamente el cumpleaños de mi querido abuelo Fite y el día “Fin del Verano” y así comenzaba “el año nuevo celta”; para acabar sin más palabras y con un punto como éste.