Llevo bastante tiempo reflexionando con un fantasma del pasado que quizá no es más que el cambio. Sí, el cambio, el paso del tiempo y qué transformaciones se han producido en nuestra sociedad y como consecuencia en nosotros los blanditos.
La atención comenzó un día en el que me encontraba realmente mal y después de muchos años sin ir decidí ir al médico, por aquello de que los años hacen que el sentido común aparezca o al menos eso dice todo el mundo, y claro, lógicamente aparecí en el ambulatorio. Como la mayoría sabrá la hora de las citas no suele cumplirse-nunca he entendido el por qué- por lo que en general yo diría que las personas que acudimos esperamos entre cuarenta y cinco minutos y ciento veinte, si la cosa se complica. Aquel día esperé alrededor de una hora y media, pero lo más curioso es que no me enfadé, ni mucho menos, al contrario, hacía mucho tiempo que no me lo pasaba tan bien en Buñol: Me encontré con vecinos, amigos, familiares, y a algunos hacía mucho tiempo que no los veía , charlé con todos ellos distribuyendo el tiempo entre sus esperas y la mía. Hasta me dio tiempo a ir a almorzar y todo. Vamos que pasé una mañana estupenda relacionándome con más gente que un sábado por la noche de fiesta en nuestro pueblo. Ese justamente fue mi pensamiento al irme del ambulatorio, estaba sorprendido, incluso lo compartí con algún amigo, el mejor lugar para relacionarse en nuestro pueblo es el ambulatorio. Si hubiese música y una bar la cosa sería de marcianos.
Mientras iba a la farmacia a comprar todas las recetas, mi jaula de grillos no paraba de recordar: Patrón, el Nido del Cuco, el Pedal, la Cima, la átomo, la Hamburguesería, Chapí, Tahiti, la Tasca… las divertidísimas Verbenas. La plaza del Pueblo llena de paseantes, los locales todos llenos, hasta grupos muy numerosos en la calle(y en invierno) y eso que entonces sí se podía fumar dentro de los locales. Me pregunté que había pasado durante todos estos años para que antes la mayoría de los establecimientos de ocio tuviesen bastante, incluso mucho ambiente y hoy sean muy pocos los que lo tienen y en fechas contadas. ¿Qué ha pasado en Buñol, incluso en nuestra Comarca, si la población es la misma? ¿Por qué hay tan poco ambiente-y esto viene de mucho antes de esta crisis no vayamos a echarle la culpa también-? Cuando te lanzas preguntas a veces son complejas y compuestas las respuestas o son más preguntas las que surgen: ¿La población ha envejecido?, ¿Hemos envejecido mal nosotros?, ¿Somos menos alegres?, ¿Hoy casi todo el mundo tiene coche y nos vamos a Valencia y a otros pueblos?, ¿Nos hemos hecho más individualistas y necesitamos menos a los demás?, ¿La televisión, internet y el sofá nos ha acomodado?, ¿O quizá desde hace años se ha ido destruyendo tanto empleo de calidad que las rentas han caído y los bolsillos se han vaciado?, ¿Se ha producido un cambio generacional y cultural hasta conseguir cambiar o aniquilar los hábitos y las ilusiones en el ocio y en las relaciones sociales?, ¿Qué ha ocurrido en realidad?, ¿Es culpa de la Redes Sociales?
La verdad, no lo sé, como tantas cosas que se me quedan en el tintero de las limitaciones, pero mientras pensaba en las respuestas cayó en mi teclado una frase de Friedrich Dürrenmatt: “El ocio representará el problema más acuciante, pues es muy dudoso que el hombre se aguante a sí mismo”. Un silencio impactante se quejó en mis adentros y dije: ¡Joder que oscuro! Y seguí buscando entre lo que no sé y lo que sé y me ganó la ignorancia, hasta llegar a lo que creía Henry David Thoreau: “Disfruta de verdaderos ratos de ocio el que tiene tiempo para dedicarse al cultivo de su espíritu.”
Ya está, encontré la respuesta: Nos hemos olvidado que necesariamente hay que sembrar para poder cultivar y probablemente no reconocemos o no encontramos o no nos gusta el espíritu. Quizá ya no creamos en la resurrección.
La atención comenzó un día en el que me encontraba realmente mal y después de muchos años sin ir decidí ir al médico, por aquello de que los años hacen que el sentido común aparezca o al menos eso dice todo el mundo, y claro, lógicamente aparecí en el ambulatorio. Como la mayoría sabrá la hora de las citas no suele cumplirse-nunca he entendido el por qué- por lo que en general yo diría que las personas que acudimos esperamos entre cuarenta y cinco minutos y ciento veinte, si la cosa se complica. Aquel día esperé alrededor de una hora y media, pero lo más curioso es que no me enfadé, ni mucho menos, al contrario, hacía mucho tiempo que no me lo pasaba tan bien en Buñol: Me encontré con vecinos, amigos, familiares, y a algunos hacía mucho tiempo que no los veía , charlé con todos ellos distribuyendo el tiempo entre sus esperas y la mía. Hasta me dio tiempo a ir a almorzar y todo. Vamos que pasé una mañana estupenda relacionándome con más gente que un sábado por la noche de fiesta en nuestro pueblo. Ese justamente fue mi pensamiento al irme del ambulatorio, estaba sorprendido, incluso lo compartí con algún amigo, el mejor lugar para relacionarse en nuestro pueblo es el ambulatorio. Si hubiese música y una bar la cosa sería de marcianos.
Mientras iba a la farmacia a comprar todas las recetas, mi jaula de grillos no paraba de recordar: Patrón, el Nido del Cuco, el Pedal, la Cima, la átomo, la Hamburguesería, Chapí, Tahiti, la Tasca… las divertidísimas Verbenas. La plaza del Pueblo llena de paseantes, los locales todos llenos, hasta grupos muy numerosos en la calle(y en invierno) y eso que entonces sí se podía fumar dentro de los locales. Me pregunté que había pasado durante todos estos años para que antes la mayoría de los establecimientos de ocio tuviesen bastante, incluso mucho ambiente y hoy sean muy pocos los que lo tienen y en fechas contadas. ¿Qué ha pasado en Buñol, incluso en nuestra Comarca, si la población es la misma? ¿Por qué hay tan poco ambiente-y esto viene de mucho antes de esta crisis no vayamos a echarle la culpa también-? Cuando te lanzas preguntas a veces son complejas y compuestas las respuestas o son más preguntas las que surgen: ¿La población ha envejecido?, ¿Hemos envejecido mal nosotros?, ¿Somos menos alegres?, ¿Hoy casi todo el mundo tiene coche y nos vamos a Valencia y a otros pueblos?, ¿Nos hemos hecho más individualistas y necesitamos menos a los demás?, ¿La televisión, internet y el sofá nos ha acomodado?, ¿O quizá desde hace años se ha ido destruyendo tanto empleo de calidad que las rentas han caído y los bolsillos se han vaciado?, ¿Se ha producido un cambio generacional y cultural hasta conseguir cambiar o aniquilar los hábitos y las ilusiones en el ocio y en las relaciones sociales?, ¿Qué ha ocurrido en realidad?, ¿Es culpa de la Redes Sociales?
La verdad, no lo sé, como tantas cosas que se me quedan en el tintero de las limitaciones, pero mientras pensaba en las respuestas cayó en mi teclado una frase de Friedrich Dürrenmatt: “El ocio representará el problema más acuciante, pues es muy dudoso que el hombre se aguante a sí mismo”. Un silencio impactante se quejó en mis adentros y dije: ¡Joder que oscuro! Y seguí buscando entre lo que no sé y lo que sé y me ganó la ignorancia, hasta llegar a lo que creía Henry David Thoreau: “Disfruta de verdaderos ratos de ocio el que tiene tiempo para dedicarse al cultivo de su espíritu.”
Ya está, encontré la respuesta: Nos hemos olvidado que necesariamente hay que sembrar para poder cultivar y probablemente no reconocemos o no encontramos o no nos gusta el espíritu. Quizá ya no creamos en la resurrección.