sábado, 19 de diciembre de 2015

Por qué podemos



“Disculpen que me lo tome personalmente.”

Soy de esos que se levantaba cada mañana pensando que este mundo no tiene arreglo, que los seres humanos somos así, que nos pierde el tener y la ignorancia, que siempre habrá ricos y pobres, que el poder está siempre al lado de quien conviene, y lo que es todavía peor, que hay personas que se creen mejores y peores dependiendo exclusivamente del “éxito” y la imagen. Incluso fui uno de esos idiotas que creyó aquello de que el trabajo y el esfuerzo se ven siempre recompensados.
Me viene ahora a la cabeza algunas frases que solía decirme mi querido padre que chocaban en mi cabeza, y como un adolescente perpetuo, me hacían enfadar solo al decir la primera palabra: “Tanto tienes, tanto vales”, “Tu mejor amigo es un duro en el bolsillo”. Si bien es cierto que como todos los refranes contiene algo de verdad, suele contradecirse en la realidad humana. Lo que más me enojaba es que en su vida diaria practicaba todo lo contrario y aún así, en la preocupación de un hombre de la postguerra -con todas sus miserias y penalidades- para que la vida no me pateara, me retaba con estas  y otras frases a una reflexión continua, unida en mis adentros a un cierto cabreo con la persona que más admiraba, mi padre. En el fondo, ambos sabíamos que la realidad se conjuga con afirmaciones más compuestas y complejas. Con un solo aforismo es difícil, por no decir imposible, explicar la realidad. Resulta ingenuo hoy, después de tantos años, entender el principio y el final del franquismo, la transición, el cambio y los recambios, desde entonces, hasta esta estafa de los poderes económicos y políticos, perversamente, llamada crisis. Curiosamente no suele haber responsables cuando algo va mal pero siempre hay quien se apunta las medallas cuando algo va bien.
La ambición por el tener como símbolo y modelo, no solo por el bienestar, sino por el sentimiento de pertenencia a una clase mejor, y que con un cierto desprecio, y diría, con un toque compasivo hacia los de abajo intentando desesperadamente aumentar su propia autoestima, su propio valor, a veces sin darse cuenta y otras siendo muy conscientes. Miran desde arriba hacia abajo- con mayor o menor inclinación-a aquellos que no llegaron o se quedaron por el camino presos del azar y/o de las circunstancias. No tenemos y nunca hemos tenido todos las mismas oportunidades, no hay mayor falacia. No es lo mismo nacer en un lugar u otro, en una familia u otra, tener unos amigos u otros… y así hasta los más mínimos pero potentes condicionantes sociales y educacionales.
Me he pasado la vida intentando, probablemente sin conseguirlo, como tantas otras cosas, aprender a ser buena persona, rodeándome de mi familia hasta donde he sabido y de buenos amigos. He tratado de ganarme bien la vida arriesgando y apostando por crear y crear, como muchos emprendedores y autónomos que conozco. Más de treinta años de saltos y saltos sin red, de equilibrios en la cuerda floja, de éxitos y fracasos, de conquistas y pérdidas, de lealtades y traiciones, de sueños realizados y sueños rotos, de errores y aciertos, de dolor y placer, como la mayoría de los emprendedores y autónomos que conozco, y no son pocos.
La mayoría de ellos hoy están desahuciados personal y económicamente, y en el mejor de los casos nos hemos mantenido a base de verdaderas filigranas y trampas para mantener nuestros negocios, son los grandes olvidados por gobernantes y políticos, al igual que muchísimas personas y familias en situaciones absolutamente dramáticas, al borde de la exclusión social y en el tiempo instalados en el sufrimiento continuo, una tortura segundo a segundo, minuto a minuto, día a día… y todavía hay quien se extraña y me preguntan por qué soy de Podemos, tendría que estar muerto para no ver, para no sentir, para no entender cómo ha llegado  esta sociedad y otras a esta situación.
¿Por qué Podemos?
No imaginan lo fácil que me resulta explicarlo y lo bien que me siento desde que he visto como la gente y de una vez por todas, desde los movimientos sociales y luego desde una organización política, llamar a las cosas por su nombre: Casta, oligarquía, élites, privilegios, prebendas, tráfico de influencias, corrupción… Los de abajo defendiéndose del abuso de los de arriba: Cuánta realidad, cuánta verdad, cuánto acierto. Y sobre todo poner el acento en lo importante, el bienestar de las personas, frente a la ambición económica sin límites.
He sentido en mis carnes y me han dolido mucho los prejuicios y los juicios en mi vida, en los años 80 tener una pequeña empresa era casi correspondiente a ser facha y un explotador, ahora nos llaman emprendedores y dicen que somos los que más empleo creamos, lo llevan diciendo hace ya bastantes años, pero ningún partido, y digo ninguno, profundamente indignado, han hecho absolutamente nada, de hecho, en otras crisis-llevo en mi vida 3 ó 4- y en ésta especialmente, han sido a los autónomos y las pequeñas empresas a los primeros que nos dejaron caer, por diversos motivos: No tenemos prácticamente ningún derecho, ni paro, ni capacidad para reestructurarnos, ni siquiera estamos bien organizados en asociaciones que funcionen, ni tenemos poder para que nos rescaten como a las grandes empresas o los bancos. Y encima estos últimos, rescatados con nuestro dinero, juegan desde un programa informático con nuestras vidas y nuestros bienes bajo su poder y a su merced. Y se lo han permitido. Increíble pero cierto. Y todavía me preguntan por qué votaré y soy de Podemos, y todavía tengo que aguantar, como le dijo Pedro Sanchez a Pablo Iglesias, que no doy las pintas, pero al revés. Cuanta ignorancia, cuántos velos, cuánto residuo de la educación turbia y franquista hasta hoy. Cuánto plástico, cuánto marketing, cuánta mentira, cuánta inmadurez política.


Soy y votaré a Podemos porque en más de treinta años es la primera vez que siento un verdadero cambio: El paso de ser un número a ser una persona.
Espero y deseo que la mayoría sientan lo mismo el 20D, nos jugamos mucho, entre otras muchas cosas, el bienestar de la mayoría y la justicia social.

domingo, 13 de diciembre de 2015

Miradas que escuchan

                                                       Foto Ximo Ferrer

Mirar creo que es una de las actividades con las que más se aprende, si cuando miras ves y además cuando miras escuchas, no solo las palabras, ni los sonidos, sino los gestos, los movimientos, los colores, los ojos, la luz…
Tengo la sensación que cada vez se hacen las cosas más deprisa y también creo que las personas no estamos hechos para percibir, ni para aprender, ni para actuar deprisa. Esa velocidad es quizá más para las máquinas y ordenadores pero no para seres como nosotros de carne y hueso. Y cada vez tengo la impresión de que nuestras vidas se asemejan más  a una máquina que a los ritmos cardiacos de un corazón tranquilamente vivo.
Los ejemplos son muchos, desde los 140 caracteres de Twitter, conversaciones largas por WatsApp, mensajes prefabricados en Facebook y otras redes sociales,  información ultra-rápida y de poco contenido, comunicación a través de correos electrónicos, webs y chats. También  en las reuniones, charlas, debates, se nos mete prisa, unas veces porque se pretende no aburrir a los receptores del mensaje, otras porque no sabemos escuchar, ni tenemos paciencia para ello, otras porque en los temas  o en las conversaciones no se profundiza o se utilizan los argumentarios televisivos o tópicos, otras porque nuestros egos no permiten un dialogo con más de dos personas sosegado, otras porque creemos que ya sabemos lo que otros van a decir de antemano(y no deja de ser cierto en muchas ocasiones), y así podría alargarme todo lo que queda de espacio. No lo voy a hacer porque les aburriría y también tengo miedo a intentar comunicar y no decir todo lo que se espera y no lo que me gustaría decir, hay un tanto de miedo e hipocresía en esto de la comunicación. Da como miedo ser transparente, normalmente el precio es doloroso.
Sin embargo estoy convencido de que la comunicación se debe enseñar y más aún se debe aprender, nos deberíamos comprometer todos a mejorar nuestra manera de comunicarnos, porque es seguro que conseguiríamos algo mayor que es mejorar la manera de relacionarnos. Hablo de asuntos, a mi entender, sumamente importantes para mejorar nuestras vidas y las de los demás.
Desde que dedico gran parte de mi tiempo a la política, hace poco menos de seis meses, se han multiplicado por diez las reuniones, plenos y demás actos políticos y sociales, en todos y cada uno de ellos se dan la mayoría de los elementos que he mencionado anteriormente. Si sumamos que en estas circunstancias concretas se tratan asuntos de interés social y político las deficiencias aumentan considerablemente en la comunicación. Ya no solo es mirar y ver, oír y escuchar, hay que añadir los intereses ocultos en cada conversación, tanto conscientes como inconscientes, los prejuicios si perteneces a un partido político u otro, los prejuicios de los que creen conocerte y no saben absolutamente nada de ti, pero aún así son capaces de hacerse una clara y precisa imagen de uno u otro con los dimes y diretes contados por unos y por otros.
Resulta inverosímil como somos incapaces de tomarnos muy en serio el diálogo, y lo que es más importante, el diálogo con criterio, que no es más que pensar antes de hablar y hablar de lo que no se sabe y preguntar cuando no se sabe. Tengo delante tres sobres de azucarillos con aforismos que un buen amigo me recoge y me regala, de mes en cuando, porque sabe que los colecciono dentro de una cajita que me regaló otra buena amiga para guardar ideas, palabras, frases que se sienten o interesan. Me viene bien para ir acabando estas palabras cargadas de necesidad de cambiar desde los más hondo las relaciones interpersonales, comenzando desde la comunicación. Quizá para empezar la frase más adecuada sería las de Bernard M.Baruch(1870-1965), asesor presidencial estadounidense: “Millones de personas vieron una manzana caer, pero solo Newton se preguntó por qué.” La siguiente es de esas que son inaplicables estrictamente pero quizá pueda ayudarnos a pensar antes de hacer: “Si haces lo que no debes, deberás sufrir lo que no mereces” de Benjamin Franklin. Y la última, que utilizo mucho últimamente en esto de la política, aún reconociendo muy poco resultado: “Saber lo que se sabe y que no se sabe lo que no se sabe, he ahí el verdadero saber.” Confucio(551.AC-478 AC), filósofo chino.
Por concluir, me parece que si nos diéramos tiempo a preguntarnos por qué ante cualquier persona o situación, si antes de hacer fuésemos capaces de pensar las consecuencias de nuestras acciones en la vida propia y ajena, si antes de hablar, opinar  y juzgar supiéramos diferenciar entre lo que sabemos y lo que no sabemos-pasando de la creencia y el prejuicio a valorar los hechos, y de las ideas mentales pasáramos a la verdadera experiencia personal e intransferible- es posible seguramente que aportaríamos a nuestra vida personal y social una comunicación más pausada, más clara, más interesante y lo mejor más eficiente para vivir creciendo.


Hoy tenemos las mejores herramientas de comunicación, lo difícil es saber usarlas.

domingo, 11 de octubre de 2015

La Belleza de Buñol



“Lo admirable es que el hombre siga luchando y creando belleza en medio de un mundo bárbaro y hostil.” Ernesto Sábato

“No veo la miseria que hay, sino la belleza que aún queda.” Anne Frank

“El conocimiento de la belleza es el verdadero camino y el primer peldaño para la comprensión de las cosas que son buenas.” John Ruskin

“La belleza se define como la manifestación sensible de la idea.” Friedrich Hegel
         
“La belleza es una carta de recomendación que nos gana de antemano los corazones.”    Arthur Schopenhauer 

La belleza de Buñol tiene distintos y distantes escultores, la naturaleza es la gran maestra, un valle entre montañas, barrancos serpenteantes, charcas y charcos, fuentes en el curso del agua, tierras en las que los árboles, arbustos y plantas nacen y crecen tranquilamente. Y los animales nacemos, crecemos, vivimos y morimos, no así las rocas y estratos que cambian sus formas a lo largo de los siglos, ruedan, se descuelgan y se transforman. La naturaleza está en constante movimiento, casi imperceptible para el ojo humano. Al nacer nos encontramos con ella y los más afortunados antes de morir la conocen y la disfrutan. No todos conocen bien la naturaleza de Buñol y su entorno. Hay a quienes les gusta triscar por el monte y hay a quienes no. Aún así sus beneficios, su cuidado, lo disfrutamos todos, incluso aquellos que no son conscientes de su esencial valor para nuestras vidas.
De la naturaleza pasamos a la cultura(un buen profesor me enseñó que natura es lo contrario de cultura en latín, del origen de las palabras se pueden intuir muchas cosas…). En la cultura siempre está presente la mano del hombre, tanto para bien como para mal, como todos sabemos. La cultura no es solo el arte, el cine, la música, las religiones… es mucho más, es todo aquello que no es naturaleza.
Fueron nuestros antepasados los que fueron construyendo con sus manos y su ingenio, cada piedra, cada calle, cada casa, cada edificio público, cada plaza, cada fuente, incluso cada alcantarilla. Todo lo que es Buñol, desde el Castillo, pasando por los canales de riego, las hormas de piedra, las aceras, los muros, los sintos, los lavaderos… todo aquello que vemos a diario y nos parece que siempre estuvo ahí, y es verdad estuvo ahí durante toda nuestra vida, solo que no fuimos nosotros los que lo construimos.
Nos encontramos un Buñol al nacer cada uno de nosotros, y a través de nuestras percepciones, construimos cada emoción y cada sentimiento que se pega a la belleza. Estoy seguro que hay muchas semejanzas en lo que nos gusta de Buñol, pero cada uno de nosotros, en nuestras circunstancias históricas, nos quedamos prendados de un cúmulo de experiencias que son las que conforman el amor hacia nuestro pueblo, incluso el odio, en algunas partes o casos.
No somos el ombligo del mundo, aunque cuando oyes a algunas personas hablar, la mayoría de veces desde el bienestar, lo parece, como si no hubiese una tierra como ésta, y probablemente es verdad, pero no porque sea la mejor, sino porque es la nuestra. La mamamos en cada uno de sus días, en cada uno de sus momentos felices o tristes, de ganancias o de pérdidas. Con nuestra gente.

La belleza de Buñol se ha construido a lo largo de su historia, es una herencia en su mayoría, y como todo el que recibe sin esfuerzo es posible o probable que no seamos, a veces, capaces de valorarlo. Sobre todo cuando ve uno algunas calles y parques llenos de mierdas de animales que tienen necesidades naturales, y sus compañeros humanos parece que no asumen sus responsabilidades, cuando revientan una papelera o una farola, cuando se roba todas las hermosas luces del parque fluvial a los tres días de inaugurarlo, cuando no se limpia la calle, aunque sea nuestro trozo como siempre se hacía en otros tiempos, o cuando vemos flotar latas, papeles, envoltorios, deshechos, en nuestros hermosos parajes. Vivimos  la mayoría de cara hacia dentro, como si lo de fuera, lo de todos, nada tuviera que ver con nosotros. 

Se gana y se pierde con tanto progreso, me recuerda una frase que alguien me dijo mientras lloraba de rabia, de amor, de frustración y de impotencia: Lo seres humanos damos dos pasos para adelante y uno para atrás, dos pasos hacia delante y uno hacia atrás. Hace mucho de eso, relativamente, y cada experiencia que ven mis ojos parece corroborarlo. Estamos educados, la vida está construida para ser vivida así. Ni siquiera sé si es malo o bueno, si es positivo o negativo, pero sin duda sé que si no participamos todos en construir nuestro pueblo nada cambiará o muy poco, dos pasos para adelante y uno hacia atrás, a veces creo que son más para atrás, quizá solo sea una sensación subjetiva, pero cuando era niño recuerdo como los balcones estaban llenos de macetas y flores, era raro no ver el color o la pintura en las fachadas, ahora lo extraño es ver un balcón con flores, por ejemplo.
La belleza de un pueblo se construye entre todos, es importante no olvidarlo. Mañana cuando me levante iré a comprar unas macetas y en vez de ponerlas en el corral, las colocaré en el balcón. Quizá solo sea un símbolo, un pequeño gesto, aún así, si todos lo hiciéramos, en un día, Buñol acumularía mucha más belleza. La belleza de Buñol, como tantas otras cosas, las más importantes, dependen de todos. No lo olvidemos, de amor también se muere.





domingo, 16 de agosto de 2015

El Hombre Araña



Qué cosas ocurren: Una mañana te levantas y ya no eres quien eras ayer. Te buscas la cara, te buscas los sueños, te buscas entre los que buscas y no encuentras, te buscas delante del espejo y nada que ya eres otra. Ni mejor ni peor, otra u otro, depende.

La sociedad  es una tela de araña que te cambia, para bien y para mal, si es que existen tales conceptos. Cuesta creerlo pero es así: De pronto te pica y te convierte en mujer araña o en hombre, depende. 

Transformaciones, cambios, mutaciones, alteraciones, variaciones, evoluciones, metamorfosis, no sabe bien la ciencia humana qué ocurre, pero ocurre. En soledad también ocurre, no en tantas ocasiones, a esa tela de araña propia y única le cuesta más, mucho más mutar, sin los consejos, sin las oraciones, sin los juicios y los prejuicios, sin las maldades y bondades de los otros. Deberíamos estar muy agradecidos  a los demás, gracias a ellos nos convertimos, a poco que nos descuidemos, en otros siendo los mismos, crecemos. Solo hay que tener mucho cuidado en no calcinarse en el proceso, qué sería la vida sin ese punto de vértigo, de exposición, de inseguridad e incluso de peligro. Y qué sería el peligro sin la muerte.

Cuando te convierten o te conviertes en ser humano araña-y todos somos conversos- pasan muchas cosas extrañas, es una transformación muy paradójica, por una parte vives una ilusión enorme por conocer en qué te vas a convertir y cómo te vas a sentir, y por otra, un enorme miedo a que tanto hilo, tanta interacción, te lleve a ser todo aquello que tanto aborreciste.

Cuando dejas que la tela de araña se introduzca en tus venas, ves lusesicas de colores y te pegas un viaje tan rápido que cuesta mucho digerirlo. A poco que tengas conciencia, la responsabilidad te conmueve, como a una madre o o un padre con sus hijos, nunca esperas que tus vástagos se conviertan en asesinos o en proxenetas… o en nada destructivo ó auto-destructivo. Pero la verdad es que existen y todos tienen familias. Se suele perder de vista ésta realidad, especialmente ante la justicia humana.
Voy a que me de el aire, este texto me está costando más de lo que imaginaba, espero que a usted al leerlo no le cause estas sensaciones. Vuelvo en un rato.
Ya estoy de nuevo aquí, entre las palabras, sigo:
La tela de araña, como tantas estructuras en la sociedad humana, se originó inicialmente para la supervivencia, con el paso de los siglos la tela ha ido cambiando y de su función inicial queda muy poco, su sentido tiene que ver más hoy con el tener, la superficialidad y la economía que con la necesidades  humanas. Hoy no se trata de sobrevivir sino de colocarse en un punto seguro y cómodo de la tela y a la caza de algún semejante. Son los que llamo los Quietos, tienen aparentes vidas impecables, es muy fácil estar quieto y esperar que otros hagan, eso sí, no pasan hambre, ni cazan para comer, solo pican y pican a todo el que tropieza con la tela de araña y no se sabe proteger, para superar su hastío, unas veces acusan, otras inventan, otras transmiten chismes de vidas ajenas, otras muchas juzgan sin conocimiento objetivo alguno a los que se mueven, seguramente para superar su propia impotencia. No hay nada peor para un ser humano que verse reflejado en un espejo ajeno y verse horrible, pequeño, ignorante… se contiene la rabia, aunque se sabe a poco que buceemos hacia el interior, que más pronto que tarde aflorará y buscará a los que tienen la osadía de querer cambiar el contenido, la organización, la forma, la fortaleza o cualquier otra cosa que  aún mejorando la tela ponga en peligro la posición de los Quietos, entonces intentan mal imitarlos o paralizarlos, los Movidos se convierten en un peligro para la conservación de las posiciones de confort, siempre aparente, en los que se encuentran los Quietos y otros de los que no cabe(de espacio) hablar hoy, los llamo los Cómplices. Existen Quietos Cómplices y Movidos Cómplices, estos últimos son extremadamente dañinos, de ellos podrán leer otro día si les apetece.


Cada uno de nosotros cumplimos una función en la sociedad y en su estructura de tela de araña, las instituciones tratan de tener una función centrada dentro de la tela, ahora que las conozco por dentro es quizá dónde más a flor de piel se puedan catalogar todas las especies. En los partidos políticos también, solo que no se vomita desde el poder sino desde las ganas de poseerlo.

Parece que todo pasa por colocarse estratégicamente en las telas de araña y desde cada posición vomitar nuestras miserias y limitaciones hacia los demás, en un acto de insatisfacción continua que pasa porque los niveles de consciencia y de conocimiento están cada vez más lejanos de los valores esenciales de la vida. Me viene a la cabeza y termino, una frase de un filósofo que no recuerdo ahora y no me apetece buscar, que decía algo así: En ninguna época se ha sabido tantas y tan diversas cosas del ser humano y tan poco qué es el ser humano.
Veo cada día como las telas de araña pasan de ser un valor a una trampa en la que puedes caer atrapado de por vida. Cuidado con los picazos y sobre todo con no quedarse pegados sin elegir, creo que si la tela te consigue, soltarse suele ser improbable.

Cuidar y conocer nuestras telas de araña acaso sea los más importante que podamos hacer en nuestras vidas. Permítanme recordárselo o al menos sentir que lo he intentado.

sábado, 25 de julio de 2015

La mano en la arena


Una vez, hace muchos años, me encontré una mano amputada mientras paseaba por una playa. Vi primero un pulgar y el viento hizo el resto. Me costó mas de un año de declaraciones policiales y juzgados. Me lo recordó esta foto que hice en la misma playa el pasado fin de semana, ya no recordaba aquel suceso tan escabroso, el tiempo lo borra o coloca casi todo en su sitio. Eso sí, con una motivación adecuada, todo vuelve de nuevo, como si fuese ayer cuando ocurrió, y de eso hace ya más de veinte años. Los símbolos recogen de nuestra memoria aquello que une la forma y el contenido: Una mano aplastando una cabeza.
Me sentí como aquel día, de tan perplejo no sabía como reaccionar, confuso e incrédulo primero, luego muy asustado y desorientado, la realidad supera a la ficción repiqueteaba en mi cabeza, las frases hechas aparecen en los momentos más estresantes.


Una obra de arte hecha de arena, un auténtico artista, construyendo un símbolo, creando una realidad, somos los únicos seres conocidos capaces de eso y de otras muchas cosas más, no tan buenas… Lo realmente impresionante de la obra es que los significados pueden ser muchos, las interpretaciones se conjugan directamente con nuestra biografía, en mi caso excepcionalmente al haber vivido un caso tan atípico, incluso cuando estaba pensando que un montón de manos sobre una cabeza se ajustaría más a la realidad humana y por lo tanto, a la obra. Pero quién dice que una mano enorme no puede representar muchas.

La mano negra que oprime a los demás, de arriba abajo, ha sido siempre  un mito político que en los últimos años ha despertado a la realidad concreta. Consecuentemente sí que hay manos con mucho poder que hacen sufrir a otras personas, la escultura en arena fotografiada lo recoge muy bien, lo representa a las mil maravillas, hasta duele si estás un rato mirándola: Hay tantos casos en la vida real que provocan situaciones parecidas, aunque intentando relativizarlas y convivir con ellas las escondamos en lo más hondo de nosotros mismos, bien colocadas para que nos hagan el menor daño posible o al menos, eso parecemos creer. Me temo que cuanto más peso se carga en esa mochila invisible que todos llevamos a cuestas, más difícil resulta conectarse con el amor propio y el bienestar, más difícil es recorrer cada camino con plena libertad, condiciona mucho la carga a la hora de decidir hacia y hasta dónde queremos llegar.
En días de sol y arena como éste parece que algunos hechos afloran desde el pasado, recordándonos que todo lo que nos ocurre queda grabado en nuestros sentidos, y de ahí a nuestro entendimiento como diría Kant: “Nada es en el entendimiento que antes no haya sido en los sentidos”.
Ahora que ha pasado el día y me siento aquí delante del papel en blanco, mientras el presente y el pasado se combinan construyendo emociones complejas, todo parece un sueño, como si la vuelta a casa, a la seguridad, al nido emocional, estuviese prevista para recomponer los trozos en los que nos partimos a veces ante determinadas circunstancias. Ese puzzle en el que nos convertimos más o menos veces, a lo largo de nuestra vida y que una veces conseguimos reconstruirlo y otras, por mucho que lo intentemos no somos capaces de encontrar todas las piezas que consiguen ordenar, crear una imagen nítida de aquello que nos importa.
Las nieblas, las nebulosas, las dudas, los deseos enfrentados, los sentimientos encontrados, son parte de un todo muy humano y la vez muy complejo que se concentra en la mente y puede llevarnos al conocimiento y a la experiencia o al abismo continuo.

Quizá es por eso tan importante tener los ojos muy abiertos, y dedicarse a entender, ordenar y diferenciar lo necesario de lo contingente, lo esencial de lo banal, hasta encontrar cada uno su camino, sin exceso de equipaje, sin exceso de peso. Hace falta mucha generosidad, mucha compresión, mucha perspectiva, para sentir tantas manos oprimiendo nuestras cabezas y entenderlo desligando nuestra responsabilidad de la de los demás. Quizá lo que más cuesta no es reconocer el error ajeno, sino el propio, quizá lo que más necesitamos es descubrir con claridad aquello que nos viene dado y poder reaccionar frente a su posible obligatoriedad social y aquello que es absolutamente propio y que representa nuestra identidad, eso que nos hace decidir cada día y que construye nuestras vidas, de un modo consciente e inconsciente. Esta segunda parte es probablemente la que contiene mayor complejidad, en ella se encuentran las emociones, esos complejos sentimientos que mueven, muchas veces, nuestras manos como marionetas, quizá y solo quizá, solo haya una mano en todo esto, la nuestra, y quizá solo quizá nadie tenga una sola mano en cada brazo, sino todas las manos que golpearon o acariciaron a cada uno nuestra mente y nuestro cuerpo a lo largo de nuestra historia personal.


Quién sabe, con tanta calor, quizá las neuronas se rebelan y consiguen adueñarse de mis palabras.

martes, 19 de mayo de 2015

Les pido las estrellas


No dejan de ser interesantes las negaciones. Sin duda el “no” es muchas veces la única manera que tenemos de reafirmar nuestra identidad, de rebuscar en los adentros y a modo de exabrupto, salga como un eructo un “no” rotundo, claro y espacioso. 


Me sienta bien escribirlo, incluso hasta pensarlo, como ese taco que te quita esa proporción de malestar que aparece después de aguantar, en algún lugar chirriante de nosotros mismos, todas esas cosas que hacemos por imperativo moral, social o político. Y es que los convencionalismos, mal que nos pese reconocerlo están siempre ahí, para que, como una madre amante y meticulosa, nos sintamos tranquilos al sentirnos queridos, con esa mirada social que a todos nos condiciona y que resulta ser, en la realidad, del todo inexistente. Me ha llamado siempre mucho la atención, incluso ha invitado a mi curiosidad, la invasión en las personas de la frases hechas, símbolos, ritos y costumbres, falsas humildades e intereses desconocidos, para sentir esa seguridad tan necesaria y a la vez tan injusta y cruel: “La cárcel del qué dirán”. A pocos días de unas elecciones, y estando dentro del mirador político, se siente uno expuesto y a merced de  otros cerebros, ojos, orejas y bocas. Aparecen opiniones y pareceres de todo tipo, desde los amantes comentarios de una madre y el amor más incondicional, hasta las dagas puntiaguda y afiladas que intentan entrar en los más hondo de las entrañas procurando que el tajo sea largo y profundo. 

De lo que no creo que se de cuenta mucha gente es que la mayoría andamos ya heridos, por aquello de haber vivido y estar vivos, intentando cada día mejorar la última versión de nosotros mismos, en el mejor de los casos, porque hay heridas que parece que nunca cicatrizan y andan despacio, gota a gota, manchando la camisa blanca que cubre la piel en la que habitamos. Son esas extrañas experiencias que marcan los rumbos de las mareas y derivas, ondean en las aguas de un océano hecho día a día y año a año… pasaron sin darnos cuenta, quizá como esos amores de verano que llenaron en alguna ocasión nuestros corazones y que tras el castillo de fuegos artificiales desaparecieron volátiles delante de un cielo estrellado, quizá el último del verano.
Pero el ahora es ya y el verano es pasado, muy pronto será presente, eso sí, ahora es primavera y como tocan elecciones la noria política se ha puesto en marcha y los individuos pasamos a querer ser más conscientes que nunca de la realidad social y probablemente nos enrulemos de eslóganes, carteles y pancartas, de discursos y actos sociales, escondidos tras el argumento mimetizado de medios y televisiones. Me hago estos días muchas preguntas acerca de lo que hay de cada uno de nosotros de verdad entre tanta frase hecha, entre tanto marketing y merchandising, quizá nos unan los colores, los globos, las letras y algunas palabras o quizá no, quién sabe. Decir que lo sé sería políticamente incorrecto. Por eso quizá sea éste uno de esos momentos intranscendente de nuestras vidas en los que  ser uno mismo está de más, incluso hacerse el tonto, o al menos no demasiado el listo, sea lo más conveniente, no está bien visto el amor propio a estas alturas, parece que es más efectivo embobarse entre tantas razones sin conquistar lo mejor de uno mismo.
A mi me han dicho que pida el voto, por si no lo saben, soy el cabeza de lista de Votamos Buñol, candidatura impulsada y apoyada por  la Asamblea de Podemos Buñol, una Agrupación de Electores, una Candidatura de Unidad Popular, en la que personas de otros partidos y personas independientes nos hemos unido con propósitos comunes y con esos ideales, que como en cada verano, sentimos algunos al mirar hacia arriba, al cielo estrellado tras la última carcasa. Si es usted de Buñol, estimado lector, me habrá entendido perfectamente, y si no lo es probablemente también, porque hay lenguajes universales como la música, pero ninguno tan universal como los sentimientos y las emociones, quizá sea hora de escucharlas, quizá sea hora de mantenerlas, más allá de las fantasías veraniegas, más allá de los convencionalismos, eslóganes y grandes palabras, más allá del enorme batiburrillo de ideas y mensajes amontonados. Quizá y solo quizá -si digo que lo sé sería políticamente incorrecto- es hora de que pasemos del enamoramiento al amor, o de las razones a la razón, o del “deberían haser” en la barra de un bar, a hacer política nosotros, que por eso de la palabra  política, está peor vista, cosas de los calificativos dependientes de las circunstancias y el uso, pero no deja de ser la única manera de que los seres humanos caminemos más o menos y mejor juntos.
No recuerdo si les pedí el voto para nuestra candidatura, si no lo hice o si lo hice no me lo tengan en cuenta, en noches calurosas como ésta no puedo evitar mirar al cielo estrellado, oler la yerba Luisa y sentir una leve melancolía al recordar que pese a que no miremos al suelo andamos sobre la tierra.


De eso quería hablarles o quizá, no poco.

martes, 5 de mayo de 2015

El Verdadero Cambio 3


En noviembre de 2003 escribí y publiqué dos artículos que se titulaban el verdadero Cambio 1 y el verdadero Cambio 2, si les interesa leerlos y otros con parecidas líneas argumentativas pueden leerlos en el blog: 
El verdadero cambio 1 comenzaba así: “La política es apasionante. Como la vida misma. El problema es, tanto en la vida como en la política, la ceguera inconsciente.” Y el verdadero cambio 2 decía casi al final: “He conocido a personas que tenían ideas, excelentes, limpias y tolerantes ideas. Convertidas mediante un proceso mimético en estupideces igualadas a lo “políticamente correcto”. He visto a buenas personas creerse que “el fin justifica los medios” y que hay que despabilar si  se quiere conseguir el poder político para beneficio de los demás. Vuelvo a repetirlo: Su propio interés. Y por cierto no tendría nada de malo si las ideas, los valores y la moralidad no fuesen a parar al retrete.”

Ya entonces, para los que persiguen los errores y el pedigrí ajeno, dije lo mismo que digo ahora, después de tantos años. Es lo bueno de escribir, la bendita hemeroteca, aunque contradiga la sección del programa El Objetivo de Ana Pastor llamada la maldita hemeroteca. 

Curiosamente entonces no imaginé que hoy estaría en la primera línea de la política local, expuesto a  verdaderos insultos, dimes y diretes, falsedades y demás lindezas. No me extraña lo más mínimo que muy pocos se interesen por la política hoy, porque la política ha pasado de ser un arte a convertirse en un “todo vale”, donde el infantilismo político compite desde posturas y demás artificios más propios del teatro que del diálogo, la participación, el compromiso, el análisis y la reflexión. Cuanto más me acerco a la política más profundamente creo en su necesidad de cambio, un cambio profundo, filosófico, creíble, que consiga devolver a las instituciones a los ciudadanos y todo su talento y no al contrario como sucede en la actualidad y desde hace demasiados años. Hoy no sirven programas y promesas sin más, ni siquiera a ver quien saca la lista con más mirlos blancos(supuestas personas con “prestigio” que normalmente lo tienen intacto porque jamás han tomado un riesgo, ni se ha atrevido a crear nada fuera de los límites estandarizados).
Hoy solo cabe una respuesta para algo tan serio como la política local y es que las personas, los buñoleros y buñoleras, sean protagonistas dentro de la instituciones, les hablo de la tan manida participación ciudadana, de la que todos los partidos hablan y prometen desde hace tantos años y que nadie ha cumplido, al menos hasta ahora. 
Es pues hora de un verdadero cambio, un cambio que pasa por sustituir el reglamento del Ayuntamiento para que cada concejalía obligatoriamente se dote de una Comisión o Consejo Ciudadano plural, con representantes de todos los partidos, sindicatos, asociaciones e individuos que quieran aportar sus conocimientos y trabajo a esa dimensión social que ha quedado en el olvido de la comodidad y el hastío.
No hay razón mayor para los seres humanos que el desarrollo de su dimisión social, de ella partimos y dependemos desde que nacemos, de ella se construyen los nidos emocionales, las familias, los amigos… y los pueblos. De ella se aprende todo, se siente todo, desde la dimensión social,  en su interacción nos formamos y construimos nuestra identidad, de ella proviene el malestar y el bienestar, la necedad o la sabiduría, la des-estructuración o la armonía, la conciencia o la inconsciencia… Tal es su esencia y quizá mis palabras se quede cortas o no lleguen expresar lo bien que quisiera la profunda importancia de eso que artificiosamente llamaron en la docencia “Educación para la ciudadanía” que no es más que sustituir el mundo de la  abstracción estudiada, por la realidad y los hechos, el ejemplo y la experiencia, que es con mucha diferencia, de la que consideren la segunda, la mejor manera de educar y educarnos, e incluso de desaprender para luego volver a aprender, manera poco usual pero altamente recomendable.

Desde hace algunos años suelo decir que lo peor que te puede pasar es tener que relacionarte con alguien o algunos que se creen que saben pero que en realidad no saben, y si encima tienen un poco de poder, el peligro se multiplica por mil, porque la ignorancia, lo que no saben, lo aplican sin ton ni son, recetándonos-en la dimensión social-un medicamento que no solamente no cura sino que además desconocen sus nefastos efectos secundarios. Aquí es cuando viene la frase que alguien me dijo: “La vida es un proceso de desarrollo de la consciencia.” Porque en realidad no se trata siquiera de que sean malas personas los que lo hacen, ni siquiera se dan cuenta, si se dieran cuenta no lo harían, se suelen aplicar aquello de echarse mentiras a uno mismo y creérselas pero de verdad. En este proceso se suele justificar todo: La fantasía omnipotente del niño que todos llevamos dentro.

La única receta válida para este mal, que solemos padecer todos en mayor o menor medida, es conocer nuestros límites y apoyarnos en algo tan humano como los espejos de los demás, en ellos nos podemos reflejar y vernos con claridad y quizá con una mejor proporción de objetividad, solo tenemos que  ser capaces de aceptar la necesidad que tenemos los unos de los otros.
Y mientras tanto la noria mediática y los chismes seguirán rodando… 

Más pronto que tarde comprobaremos a dónde decidimos ir a parar.

sábado, 28 de marzo de 2015

El poder del Ajoaceite


Como la dicha de un pueblo depende de ser bien gobernado, la elección de sus gobernantes pide una reflexión profunda.”  Joseph Jouber
El poder se define como “tener la capacidad o facultad de hacer determinada cosa”. En términos democráticos, cuando elegimos a nuestros gobernantes estamos otorgándoles el poder de decidir sobre todas aquellas cuestiones que afectan a nuestra vida diaria y que la condicionan, seamos conscientes o no. Tal y como dice la frase que encabeza estas palabras gran parte de nuestro bienestar dependerá de elegir bien, de ser bien gobernados.
Es pues importantísimo tomarnos muy en serio dónde, cómo, cuando y a quiénes otorgamos el poder a través de nuestro voto.
Cabría aquí preguntarse si debemos atender solamente al buen juicio de los elegidos para representarnos o bien deberíamos participar nosotros en todo aquello que en gran medida afecta a nuestras vidas de una manera en muchos extremos determinante.
Detengámonos unos minutos a pensar en las capas del poder, empezando por el poder más alto que es el Estado y por lo tanto el más difícil de alcanzar y controlar, la Comunidad es un poder intermedio también difícil de alcanzar y controlar y el poder Local, un poder difícil de alcanzar pero fácil de controlar. Todos los poderes tienden a no querer ser controlados por los ciudadanos, salvo si no tienen más remedio, pues hay una relación de dependencia en un estado democrático entre los votos y los resultados, al menos aparentemente. Sería pues ilógico votar a aquellos que no nos tienen en cuenta, excepto cada 4 años, que es cuando necesitan nuestros votos, ni sus resultados, ni el nivel de participación, ni por supuesto el nivel de bienestar de la sociedad en su conjunto.

La dificultad para votar con sentido y conocimiento es directamente proporcional a la voluntad política sobre el control, la participación y los fines que cada uno de los partidos políticos persiguen y también el nivel de compromiso que estén dispuestos a aceptar las organizaciones políticas al recibir el voto de los ciudadanos. O lo que es lo mismo, cuando nos piden confiar en los criterios de unos pocos no es la mejor manera de asegurarnos un buen gobierno.
La mejor manera de asegurarnos nuestro propio bienestar es participar, pero no entendido como un permiso que nuestros propios elegidos nos dan, sino como un derecho de los pueblos y una obligación para nuestros gobernantes. La participación de la ciudadanía en las instituciones no debería ser una cuestión vaga y dependiente de una limosna a los ciudadanos por parte de gobernantes generosos o no, sino de un derecho fundamental y de obligado cumplimiento en las estructuras y la organizaciones de todos los estamentos sociales.
El gran cambio que deberíamos exigir es éste, y a todos los partidos políticos, cada uno al suyo, y todos… a todos.
La diferencia radica esencialmente en los pilares que construyen los edificios, en su buena construcción, dependemos de su fortaleza y de su  correcta posición, para que ningún viento construido desde las miserias humanas lo derribe arrastrándonos a todos con él.
Es el momento de compromisos serios, hondos, pensados y construidos con todos y desde el conocimiento objetivo como verdadero criterio, no es pues la persona sino los equipos, no es pues la competencia sino la cooperación, la mejor manera que tenemos de asegurarnos un buen gobierno.

En un año en el que los todos los ciudadanos españoles en cortos espacios de tiempo estamos llamados a participar en comicios municipales, autonómicos y nacionales, vamos a ser bombardeados desde los medios de comunicación de todo tipo y desde todas las organizaciones políticas, debemos ser muy conscientes, más que nunca dada la situación socio-económica de nuestro país, nos jugamos mucho, nuestro bienestar presente y futuro, no dejemos que decidan por nosotros, es hora de comprometernos y encontrar juntos un camino digno para todos y sobre todo no permitir nunca más que los poderosos jueguen al Monopoly con nuestras vidas. Es nuestra responsabilidad y de nadie más que sigamos dejando en manos de unos pocos el poder de decisión. Nunca más.

Es el poder del ajoaceite, el poder de las manos combinando la destreza, la medida, los ingredientes, la consistencia, el color, el olor y el sabor para después compartirlo. Es el poder que nos damos al encender un fuego donde calentarnos todos, o seguir dejando que muchos pasen frío mientras unos pocos se calientan con abrigos de pieles arrancados a la humanidad y a la naturaleza.

martes, 17 de marzo de 2015

De entierro en Mayo



Falta poco para que pase el invierno, en cada cambio de tiempo ó de estación se debería enterrar aquello que no da frutos, todo aquello que no florece en primavera, sobre todo si han sido muchos los años en los que repetir lo mismo ha dado el mismo resultado. Resulta obvio ya lo sé, incluso redundante, pero parece ser que tiene algo de verdad aquella frase antigua y tópica que decía que el ser humano es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra. Dos veces que fueran... muchas veces más si fuésemos capaces de mirarnos y ver, si fuésemos capaces de ser lo más objetivos, dentro de lo posible ya que somos sujetos y no objetos, con nosotros mismos. Me apunto el primero no vayan a creer que soy de esos que hablan de otros sin mirarse bien lo suyo.
Reconocer los errores no es muy habitual, se suele creer que en este movimiento se incluye el fracaso y eso está muy mal visto. Me vienen ahora dos frases a la cabeza, la de Edison que hasta inventar la bombilla según el periodista que le preguntaba había fracasado más de 2000 veces y el contestó que no fracasó ninguna, descubrió 1999 maneras de como no hacer una bombilla(en el número de veces no se ponen de acuerdo), y otra del  autor del libro: El placer de no trabajar. Dice en una de sus páginas les voy a dar la fórmula del éxito: Fracaso, fracaso, fracaso, fracaso... Éxito.
De lo que no cabe duda  es de que si hacemos las cosas siempre igual y con malos resultados y no los cambiamos, nunca conseguiremos acertar.

Tengo la impresión de que en la política en Buñol llevamos haciendo lo mismo hace muchos años y como consecuencia los resultados no son evidentemente los mejores. La crispación política no deja margen a la cooperación, a la creación, a la imaginación y a la ilusión, tan necesarias. Nadie parece entender que cada uno tiene que poner de su parte para conseguir un clima que produzca los cambios necesarios para conseguir un fin que seguro todos deseamos: Mejorar Buñol, su progreso y el bienestar de las personas.
Estas palabras tan bonitas pasan por muchos filtros, en primer lugar y repito un clima de cooperación y trabajo en equipo; en segundo lugar vertebrar la participación de las personas en las concejalías, junto a los partidos, a los agentes sociales y a las asociaciones en el Ayuntamiento y en sus distintas áreas; en tercer lugar crear las infraestructuras necesarias para que los cauces de participación ciudadana y comunicación funcionen realmente; en cuarto lugar atraer hacia la institución todo el talento y el conocimiento personal y profesional en las distintas áreas que lo componen, en la economía y el empleo, en la cultura, en la salud, en la educación y en los servicios públicos… y así sucesivamente.
Pero lo más importante de todo es convencer a todas las fuerzas políticas y a todos los agentes sociales de la necesidad absoluta de un cambio de rumbo para no volver a caer en las conveniencias partidistas o personales por encima del bien común, no se trata de culpar a nadie sino de abrir de una vez los ojos a una realidad evidente que tiende más a lo destructivo que  a lo constructivo. Una vez hablen las urnas, se requiere el respeto profundo hacia los votos recibidos por cada formación política sin menospreciar a nadie, si lo hacemos estamos atacando al corazón de la democracia.
Resulta difícil perdonar las ofensas, las zancadillas, los menosprecios y demás sutiles formas de guerrear con el adversario, aún así, todos tendríamos que esforzarnos el próximo mes de Mayo por enterrar esas armas que en su uso no hacen sino minar las cualidades y el potencial que tiene Buñol como pueblo y sean cuales sean los resultados de las elecciones. Todos los partidos políticos tendrán esa responsabilidad, pues lógicamente depende de ellos elegir un camino u otro. Creo firmemente que hasta ahora el camino elegido en las pasadas legislaturas no ha sido especialmente acertado, “el que siembra vientos recoge tempestades” y si lo que ocurre en el Ayuntamiento no es esto, entonces tendré que hacérmelo mirar, debo ser el del chiste del 600 que va en contra dirección creyendo que son todos los demás los que van en sentido contrario. Creo que la mayoría de la ciudadanía de Buñol sabe perfectamente, aunque solo sea en su fuera interno y aún defendiendo cada uno las tesis de los suyos que  no me invento nada.
Si el 24 de Mayo no hacemos un entierro festivo y democrático de las armas de destrucción masiva, que suelen coincidir con las más primarias emociones humanas, estaremos construyendo de nuevo otro entierro mucho menos festivo que el de la fotografía, enterraremos de nuevo el progreso de Buñol y sin duda se alejarán mucho más si cabe los ciudadanos de la política, aún siendo un arte, de tanto falsificar originales, nadie querrá formar parte de un retrato deformado de lo que siempre fue, ha querido ser y quiere seguir siendo Buñol.

martes, 24 de febrero de 2015

Todo es según, sobre, tras...


Nos pasamos la vida interpretando lo que nos dicen los sentidos convertidos en sentimientos, en emociones, en deseos y en experiencia fundamentalmente. El conocimiento y la razón los filtran hasta convertirlos  en acción, hacia el hecho. Parece un proceso sencillo pero no lo es, al menos, a los ojos de la conciencia. 
Preguntarse cuestiones complejas suele aburrir o agobiar por lo que intentamos evitarlo en el día a día. Cansa y mucho, aún cansa más y agobia, hasta límites muy desagradables, cuando intervienen en diatribas varias personas, y aún más si esas personas no se tienen especial aprecio ó son opositores, el diálogo se suele convertir en incomunicación y por consiguiente en no convencer, ni aunque la objetividad o la obviedad recaiga hacia una de las partes con toda claridad. ¿Quién es capaz de escuchar a otro mientras dice lo contrario de lo que piensa con la intención de engañarnos o manipularnos sin que las neuronas dirijan sus estímulos directamente a la vena o a la voz? Pues curiosamente la mayoría de nosotros. Vivimos situaciones como ésta a diario y las vamos aceptando por aquello del qué dirán o por miedo al rechazo, lo aceptamos como algo inevitable, como si se tratara de una ley no escrita, como tantas, que cumplimos sin aparentemente pestañear. Lo que “conviene” va desgastando mucho, cuanto más andas por este mundo más te das cuenta. Los ideales que creímos tener y quizá tenemos van pasando a los rincones más privados o al mundo de los sueños, de aquello que nos gustaría pero no hacemos porque algo dice que no debemos, nos dan miedo las imaginarias consecuencias, el “deber ser” ha hecho estragos en sociedades judeocristianas como la nuestra. Cuando evitamos la confrontación mientras somos atacados o dejamos pasar por alto cuestiones esenciales ahogamos los ideales en pro de un bien mayor y entre tanta condición, los individuos quedamos relegados a la función de masa como diría Ortega, adaptándonos a una sociedad tremendamente injusta. Los años no pasan sin dejar huella y el hábito -que no la experiencia- no siempre es un aliado sano, muchas veces determina una forma de vivir contraria a nuestras convicciones más profundas y es entonces cuando algo se rompe en nuestro interior. Erosionamos así o fracturamos todo aquello que nos hace únicos sin  darnos cuenta. Cada vez que aceptamos la realidad sin cuestionarla ni un ápice estamos dejando algo de nosotros mismos por el camino. El resultado suele ser el desencanto, la desilusión y la pérdida de las motivaciones que cada uno de nosotros necesitamos para dar sentido y dignidad a nuestras vidas. 
Hace relativamente poco me contaba un amigo que para conseguir un trabajo de comercial le “aconsejaron” cortarse la coleta que llevaba muchos años y que para él era una seña de identidad. Este hecho convertido en metáfora es práctica habitual en otros sentidos y sin duda es una manera de retorcer las columnas que nos sostienen, consiguiendo en demasiadas ocasiones balancear nuestro propio edificio.



Vivimos actualmente una época difícil y convulsa en lo social, desde la susodicha crisis económica, pasando por los movimientos sociales hasta llegar al poder y a la política, todo se mueve a una velocidad vertiginosa que consigue que muchos de nosotros veamos la realidad desde una especie de televisión no virtual en la que la sensación de inseguridad nos conduce inevitablemente al miedo, es en este instante en el que caemos en la trampa de aceptar sin más, como si nada tuviésemos que decir o hacer para cambiar la realidad siempre construida desde las otras conveniencias, como si no pudiéramos ser actores principales y hubiésemos perdido la capacidad de agarrar la riendas e intentar dirigirnos hacia donde creamos es mejor para todos, entre otras cosas, porque lo que es bueno para uno tendría que ser bueno para todos. Principio por el cual las cosas podrían mejorar muchísimo.
Pero en la realidad esto no ocurre así, lo que ocurre es que entramos en la relativización pura, todo es según los ojos que lo miran, la verdad no existe, ni los hechos objetivos, ni las causas ni las consecuencias, solo existe una serie mezclada de interpretaciones en lo político y en lo económico que nos envuelve en una niebla como diría Unamuno. 
La niebla no nos deja ver del todo, en muchos casos creo que hasta nos interesa que exista para evadirnos y no sentir la vergüenza ni el dolor en directo al ver a las personas que desahucian, ni a los que duermen en los cajeros, ni a los que dependen de sus padres y abuelos, ni a los que no tienen trabajo, ni a los que no tienen ningún ingreso, ni a los niños que sienten la tensión, la ansiedad y la tristeza de sus padres, ni como nos obligan a vender nuestra dignidad por billetes acuñados en nuestras propias instituciones… o al ver a esas personas que viajan en pateras jugándose la vida y el trato que les damos al llegar a la tierra de las oportunidades… desde una vida aún más inhumana y cruel. 

Claro está que todo es según… sin (dinero), sobre(las personas) y tras(la ambición del poder y el tener), pero esto al parecer es otra historia en el mundo de las estadísticas, la información y los medios. Todo parece tan virtual, tan lejano, tan difuso, cuando no se escuchan los gritos, los llantos, la angustia y el sufrimiento entre tanto ruido, entre tanta palabrería a debate.

domingo, 15 de febrero de 2015

El silencio de Alicia


Hace más de treinta años que escuchaba el silencio de una manera intensa, incluso de niña la recuerdo estar mirando jugar con sus amigas y amigos y sentir ese silencio. Le resultaba difícil expresar qué clase de silencio se escucha dentro, mientras fuera de sí misma todo sonaba con aparente normalidad: Las voces y los gritos de las personas, los ruidos de los coches, las voces familiares, los pájaros, las máquinas, la música, las campanas, las risas, el llanto… incluso las miradas silenciosas que la observaban desde siempre. O al menos eso sentía ella.
El silencio era un refugio donde encontrarse segura, donde guarecerse de su singularidad a salvo de ser repudiada por los demás por el simple hecho de ser diferente. A veces salirse de lo habitual provoca una injusta represalia más o menos consciente de todos nosotros hacia el “raro". Supongo que es el miedo el que nos empuja a ser tan injustos y tan despiadados ya desde niños. Se ve con toda claridad en el día a día de la crianza. Casi todas esas miserias que somos aparecen limpias en la niñez, sin escondrijos ni máscaras. Al pasar los años aprendemos muy bien a camuflarlas, pese a que nunca nos dejarán porque es imposible curarse de una enfermedad educacional y social, sobre todo porque para curarse hay que reconocer el problema, como en el alcoholismo o la drogadicción que como tantas otras adicciones están enraizadas en nuestro mundo más emocional que es el inconsciente, por lo que por propia definición el darse cuenta es difícil, a veces desesperadamente imposible sin la ayuda del otro, sin la objetividad de los espejos ajenos en los que mirarnos y reflejarnos.
Alicia se unía a su silencio como la soledad se une al pensamiento, en un  sentimiento hondo y reparador desde donde escuchaba los latidos de su corazón, con ese inmenso goce y a la vez temido al depender de esos sonidos que bombean la sangre, de su movimiento, de su ruido escondido que se conecta directamente con la vida: Un sonido que está en silencio hasta ser descubierto, hasta conectarse con él.

Quería ser normal pero no podía, hay personas que son incapaces de adaptarse a la monotonía y al hábito de lo que la familia y la sociedad espera de cada uno de nosotros, aún menos aceptar la ética de una sociedad con infinitas varas de medir llevándonos a tener que vivir obligatoriamente la más exasperante hipocresía. Hay personas que no se adaptan y por mucho que lo intentan nunca lo consiguen. Ella era de las que lo sabían por lo que nunca se esforzó en vano.

Me lo dijo muchas veces, tantas que sus palabras se reiteran en mis sueños desde entonces: “Te quiero, pero no quiero vivir la vida que me obligan y me proponen y eso sé que me causará mucho daño, no quiero que seas parte de mi dolor elegido, de mis saltos vertiginosos fuera de esos límites que no soporto.”

Cuando uno se enamora por primera vez es de una verdad tan intensa que se convierte en una realidad aumentada, tan aumentada que muchos la definen como pura proyección y otros como pura fantasía. Nunca he entendido bien por qué es tan ingenuo creer lo que se siente y actuar en consecuencia. Ella parecía tenerlo muy claro, no estaba enamorada solo de una persona, estaba enamorada de la vida, de su vida, incluso en contraste con ese ruido que la llevaba a unirse al silencio convirtiéndose en él. Yo creía que era una gran barrera invisible para protegerse de tanta insensibilidad, de tanta severidad moral, de tanta envidia insana, de esa hostilidad tan cruel hacia personas tan especiales y tan desconocidas. El miedo a lo desconocido a paralizado a sociedades enteras, por qué no al círculo de una sola persona, me preguntaba y me lo sigo preguntando después de tres décadas. Parece que cuesta mucho responder a ciertas preguntas, no sé si solo una vida da para conseguirlo.
Después de tantos años me la encontré ayer, por eso llueven estas palabras sobre el papel en blanco como gotas de lluvia y quizá como alguna lágrima de nostalgia de otros tiempos escondidas entre ellas. Tropezando.
Seguía tan bella, tan vivos sus ojos, tan blanca su piel, tan libre su boca, tan limpias y sinceras sus palabras, solo el tiempo sentí que había cambiado, los tiempos son cruciales en las relaciones humanas o eso dijo ella.
El encuentro fue breve, una charla corta, muchos silencios y una copa llena de sueños… nos la bebimos rápido los dos, bien adaptados a nuestro tiempo. Mientras se marchaba me quedé mirándola, andando como una sílfide acariciada por el viento, todo se quedó por un instante en silencio y entendí como nunca lo solo que se puede sentir una persona aún rodeado de multitudes, pues es la compañía un silencio cómplice entre dos soledades, quizá una emoción que no necesita palabras, solo un sonido que está en silencio hasta ser descubierto  al rendir nuestra cabeza en otro pecho.
Quizá siempre estemos un poco dormidos, un poco soñando.

sábado, 31 de enero de 2015

Los Puentes



 Puente: “Persona o cosa material o inmaterial que sirve para poner en contacto  o acercar dos cosas distintas.”
 Puente: “Lo que sirve de elemento de comunicación entre dos personas o cosas,  sobre todo si están alejadas o enfrentadas.”

Estaba pensando en los errores, en las equivocaciones, en los desaciertos, en los fallos, en los descuidos y he acabado pronunciando en voz alta la palabra puente. No sabría explicarle, estimado lector si está leyendo, exactamente por qué. Resulta complejamente interesante como la mente comienza con una idea y tras muchos vericuetos, algunos incluso absurdos, o al menos aparentemente ilógicos, nos llevan a otra idea. Ahora mismo me acaba de ocurrir, estaba pensando en que se parece el error a un puente y lo primero que me ha salido es una especie de trabalenguas que aprendí cuando era niño que decía así:

Preguntabas a algún amigo: “¿En qué se parece una vaca a una pelota?” y el otro pensaba brevemente y contestaba: No lo sé o alguna barbaridad buñolera. Entonces era la tuya, muy rápido y seguido respondías: “La vaca da leche, la leche no da nada, el que nada no se ahoga, el que se ahoga es un bruto, Bruto mató a César, César es de Roma, Roma es de Italia, Italia es de Europa y Europa es del mundo como una pelota de redondo”. Tal era este ingenuo juego de niños como les he contado.
La ingenuidad nunca se pierde del todo, es como la esperanza, de hecho creo que se nutre de ella. En las situaciones más adversas aparece la ingenuidad y lo siguiente, tan necesarias, que afloran con inmediatez, convertidas en ese ideal que todos tenemos dentro, quizá en muchos casos oculto, y que contiene lo que nos gustaría que fuese la vida y no es o lo es casi siempre en parte. O lo que nos gustaría haber sido nosotros mismos y no  somos, o lo que nos gustaría que fuese nuestro pueblo y no es, o lo que nos gustaría que fuese nuestro país y no es, o lo que nos gustaría que fuese el mundo y no es. Aquí suele ponerse al descubierto el ideal. Los ideales son el mejor argumento para flagelarse cuando no se cumplen, pero lo más incomprensible es que cualquier adulto debería saber que son imposibles de cumplir, de hecho esa es una de sus esencias y la razón de su existencia. Tanto en lo social, en las relaciones o en lo personal nada hay más alejado de la realidad que el ideal, parece tan tonto afirmarlo por obvio, la perfección no existe en nosotros los  seres humanos, aunque sin duda algo hay dentro de nosotros que nos empuja a mejorar, al menos, si al género humano nos referimos. No entraré en la complejidad del por qué existen los ideales, solo me refiero a ellos como puntos de referencia, como metas, aunque inalcanzables en su totalidad, a las que dirigir nuestras acciones para estar y sentirnos bien, y a nivel social para tratar de alcanzar el bienestar de todos.

Creo que me he perdido otra vez jugando con las palabras, todo esto venía a cuento de los errores y los puentes y he pasado por una vaca y una pelota, por un trabalenguas y por una especie de disquisición sobre la ingenuidad, la esperanza, el ideal y de momento he llegado al bienestar. Quizá ando perdido entre tanta metáfora o quizá no.

En el mundo, en Europa, en España, en Valencia, en la Hoya, en Buñol necesitamos puentes nuevos, ya se que ya tenemos uno en Buñol y quizá haya alguno en todas partes, pero hay que construir otros, quizá más inmateriales pero no por eso menos necesarios. Es esencial comprender la dimensión social del ser humano, es un requisito básico para el bienestar de cualquier persona o sociedad la construcción de un nido emocional, un núcleo de unión para la convivencia, y más allá, para la comunicación, la comprensión y las tan buscadas tranquilidad y armonía.
Es verdad que cada individuo u organización social defiende sus intereses y es incluso lícito, pero nada funcionará bien o mejor hasta que aparezcan los puentes, esos “elementos de comunicación” entre las personas que debe conseguir que cualquiera pueda defender sus intereses con  naturalidad y absoluta normalidad pero sin perder de vista algo tan fundamental como los intereses de los demás. Es un gran error no hacerlo. En mi ingenuidad, en mi ideal y en mi esperanza son los puentes un sueño y un ideal, todavía no se ajustan a la realidad, pero quizá empezando por Buñol, lo más cercano, pronto caigan los muros que crean los conflictos y el malestar y aparezca al menos un puente nuevo más, construido entre todos y con un ideal común.
Quizá sea posible si miramos hacia dentro y reconocemos a aquel hermoso niño que todos llevamos dentro y como buenos aprendices deletreemos algo que parece olvidado entre la maleza; be, u, eñe, o, ele.
Que cada pájaro escriba su nido. A veces de no salir a volar se pierde la perspectiva y otras de tanto volar se olvida uno de dónde y para qué se construyen los nidos.

La vaca y la pelota, los pájaros y los nidos, lo errores y los puentes.

Quizá solo se trate de construir dos pilares: Cuidado y Respeto.

sábado, 17 de enero de 2015

La magia de después


Me gustan las velas, más me gustan encendidas que apagadas. También me gustan los reflejos de su llama en objetos y rostros. Y también su aroma entre dulce e intenso como el incienso. Los ritos individuales son importantes, quizá porque comunican sentimientos y emociones que los otros lenguajes no alcanzan a expresar. Por eso también me gustan los ritos, también me gustan los ritos porque te unen a tu propia identidad, te reconoces en ellos, te unes a ellos  desde tus deseos, tus gustos y tu libertad. Por eso también me gusta la libertad, también me gusta la libertad porque es original y única, solo cada uno de nosotros tenemos acceso a la nuestra y la podemos usar o no, lo que más me gusta es que siempre está ahí, la noto y cuando algo se nota así es tuyo y se siente como una caricia. Por eso me gustan las caricias, también me gustan las caricias porque encienden la piel y el cuerpo aparece, nos encontramos con él, y es que a veces parece que no tengamos cuerpo y solo se nota todo lo de la cabeza. Me gustan la cabeza y el cuerpo, también me gusta el cuerpo porque parece que es solo mío y los demás me reconocen al verlo y también me gusta la cabeza porque solo yo sé lo que hay dentro, y lo que siente y lo que piensa, y lo que más me gusta es como siempre todo se lo transmite al cuerpo, dándome cuenta o no. El no también me gusta, también me gusta el no porque es muy difícil de pronunciar y me encantan los idiomas que se sienten cuando se dicen, el no es muy reconfortante a veces y muy difícil y tenso otras muchas, el no es capaz de  crear los peores enemigos y los mayores amores. Por eso me gustan los amores, también me gustan los amores porque te sientes querido y valorado cuando emprenden sus ritos, la cabeza y el cuerpo los usan como caricias. Como ya he dicho que me gustan los ritos, la cabeza, el cuerpo, las caricias, el no y la libertad. Sí lo he dicho, también me gusta decir, también me gusta decir porque siento que todo lo que he dicho que me gusta y más que no he dicho lo puedo compartir, los ritos, las caricias en la palabra, la cabeza en la palabra, el cuerpo en la palabra, el no y la libertad en la palabra. Por eso me gusta la palabra, también me gusta la palabra porque me permite pensar, porque puedo ponerle nombre a todo, porque de sus significados y de sus significantes aprendo lo que pasó y también retratan la belleza. La belleza me gusta, también me gusta la belleza porque me hace sentir bien y consigue en mi rostro una sonrisa. La sonrisa me gusta, también me gusta la sonrisa porque los ojos brillan contentos y se contagia a través de las neuronas espejo. Los espejos me gustan, también me gustan los espejos porque te reflejas en ellos y sabes distinguir quién eres y porque si te miras a lo más hondo de tus ojos con la mayor objetividad y sin miedo puedes comprender los maravillosos porqués, aquellos incluso que te harán más daño pues pueden conseguir que veas desde tus partes más hermosas hasta las más difíciles de aceptar, los errores, los fracasos, la debilidad. Me gusta la debilidad, también me gusta la debilidad porque es como una cuerda  que suena vibrando en las entrañas, haciéndote recorrer caminos muy semejantes a los demás y eso te ayuda a tener perspectiva. La perspectiva es muy importante porque dependiendo desde donde miras lo que ves se convierte en una cosa u otra y además muy distintas, incluso contradictorias.
Me gustan los ritos sociales, también me gustan los ritos sociales porque consiguen sacar lo peor y lo mejor de nosotros mismos, por eso tienen magia, aunque la solemos ver después, en un tiempo posterior, como tantas otras cuestiones importantes que solo alcanzamos a valorar cuando las tenemos y nos damos permiso para disfrutarlas o solo cuando las perdemos. También me gustan los ritos sociales porque juegan con el tiempo como si fuesen dos niños y porque para mal y para bien nos recuerdan cuánto nos necesitamos los unos a los otros. Me gustan las necesidades, también me gustan las necesidades porque nos hacen seres muy vivos en constante búsqueda y porque nos obligan a vivir tratando de encontrar lo que cada uno cree necesitar en cada tiempo o circunstancia. 

Me pregunto si son ritos sociales en nuestra cultura, las Fallas en Marzo, las Pascuas en primavera, el agua dulce y salada y el sol y las Fiestas en verano, la reflexión y el nuevo curso en Otoño, la Navidad y el Año Nuevo en invierno y los Reyes Magos antes de la rebajas. Me gustan las rebajas, también me gustan las rebajas porque todas las cosas cuestan menos.


Me gusta la magia, también me gusta la magia aunque casi siempre llega después, me gusta incluso cuando aparece demasiado tarde y se escapa como el agua entre los dedos al lavarnos las manos, todo parece y se siente tan limpio…