domingo, 13 de diciembre de 2015

Miradas que escuchan

                                                       Foto Ximo Ferrer

Mirar creo que es una de las actividades con las que más se aprende, si cuando miras ves y además cuando miras escuchas, no solo las palabras, ni los sonidos, sino los gestos, los movimientos, los colores, los ojos, la luz…
Tengo la sensación que cada vez se hacen las cosas más deprisa y también creo que las personas no estamos hechos para percibir, ni para aprender, ni para actuar deprisa. Esa velocidad es quizá más para las máquinas y ordenadores pero no para seres como nosotros de carne y hueso. Y cada vez tengo la impresión de que nuestras vidas se asemejan más  a una máquina que a los ritmos cardiacos de un corazón tranquilamente vivo.
Los ejemplos son muchos, desde los 140 caracteres de Twitter, conversaciones largas por WatsApp, mensajes prefabricados en Facebook y otras redes sociales,  información ultra-rápida y de poco contenido, comunicación a través de correos electrónicos, webs y chats. También  en las reuniones, charlas, debates, se nos mete prisa, unas veces porque se pretende no aburrir a los receptores del mensaje, otras porque no sabemos escuchar, ni tenemos paciencia para ello, otras porque en los temas  o en las conversaciones no se profundiza o se utilizan los argumentarios televisivos o tópicos, otras porque nuestros egos no permiten un dialogo con más de dos personas sosegado, otras porque creemos que ya sabemos lo que otros van a decir de antemano(y no deja de ser cierto en muchas ocasiones), y así podría alargarme todo lo que queda de espacio. No lo voy a hacer porque les aburriría y también tengo miedo a intentar comunicar y no decir todo lo que se espera y no lo que me gustaría decir, hay un tanto de miedo e hipocresía en esto de la comunicación. Da como miedo ser transparente, normalmente el precio es doloroso.
Sin embargo estoy convencido de que la comunicación se debe enseñar y más aún se debe aprender, nos deberíamos comprometer todos a mejorar nuestra manera de comunicarnos, porque es seguro que conseguiríamos algo mayor que es mejorar la manera de relacionarnos. Hablo de asuntos, a mi entender, sumamente importantes para mejorar nuestras vidas y las de los demás.
Desde que dedico gran parte de mi tiempo a la política, hace poco menos de seis meses, se han multiplicado por diez las reuniones, plenos y demás actos políticos y sociales, en todos y cada uno de ellos se dan la mayoría de los elementos que he mencionado anteriormente. Si sumamos que en estas circunstancias concretas se tratan asuntos de interés social y político las deficiencias aumentan considerablemente en la comunicación. Ya no solo es mirar y ver, oír y escuchar, hay que añadir los intereses ocultos en cada conversación, tanto conscientes como inconscientes, los prejuicios si perteneces a un partido político u otro, los prejuicios de los que creen conocerte y no saben absolutamente nada de ti, pero aún así son capaces de hacerse una clara y precisa imagen de uno u otro con los dimes y diretes contados por unos y por otros.
Resulta inverosímil como somos incapaces de tomarnos muy en serio el diálogo, y lo que es más importante, el diálogo con criterio, que no es más que pensar antes de hablar y hablar de lo que no se sabe y preguntar cuando no se sabe. Tengo delante tres sobres de azucarillos con aforismos que un buen amigo me recoge y me regala, de mes en cuando, porque sabe que los colecciono dentro de una cajita que me regaló otra buena amiga para guardar ideas, palabras, frases que se sienten o interesan. Me viene bien para ir acabando estas palabras cargadas de necesidad de cambiar desde los más hondo las relaciones interpersonales, comenzando desde la comunicación. Quizá para empezar la frase más adecuada sería las de Bernard M.Baruch(1870-1965), asesor presidencial estadounidense: “Millones de personas vieron una manzana caer, pero solo Newton se preguntó por qué.” La siguiente es de esas que son inaplicables estrictamente pero quizá pueda ayudarnos a pensar antes de hacer: “Si haces lo que no debes, deberás sufrir lo que no mereces” de Benjamin Franklin. Y la última, que utilizo mucho últimamente en esto de la política, aún reconociendo muy poco resultado: “Saber lo que se sabe y que no se sabe lo que no se sabe, he ahí el verdadero saber.” Confucio(551.AC-478 AC), filósofo chino.
Por concluir, me parece que si nos diéramos tiempo a preguntarnos por qué ante cualquier persona o situación, si antes de hacer fuésemos capaces de pensar las consecuencias de nuestras acciones en la vida propia y ajena, si antes de hablar, opinar  y juzgar supiéramos diferenciar entre lo que sabemos y lo que no sabemos-pasando de la creencia y el prejuicio a valorar los hechos, y de las ideas mentales pasáramos a la verdadera experiencia personal e intransferible- es posible seguramente que aportaríamos a nuestra vida personal y social una comunicación más pausada, más clara, más interesante y lo mejor más eficiente para vivir creciendo.


Hoy tenemos las mejores herramientas de comunicación, lo difícil es saber usarlas.

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