sábado, 28 de marzo de 2015

El poder del Ajoaceite


Como la dicha de un pueblo depende de ser bien gobernado, la elección de sus gobernantes pide una reflexión profunda.”  Joseph Jouber
El poder se define como “tener la capacidad o facultad de hacer determinada cosa”. En términos democráticos, cuando elegimos a nuestros gobernantes estamos otorgándoles el poder de decidir sobre todas aquellas cuestiones que afectan a nuestra vida diaria y que la condicionan, seamos conscientes o no. Tal y como dice la frase que encabeza estas palabras gran parte de nuestro bienestar dependerá de elegir bien, de ser bien gobernados.
Es pues importantísimo tomarnos muy en serio dónde, cómo, cuando y a quiénes otorgamos el poder a través de nuestro voto.
Cabría aquí preguntarse si debemos atender solamente al buen juicio de los elegidos para representarnos o bien deberíamos participar nosotros en todo aquello que en gran medida afecta a nuestras vidas de una manera en muchos extremos determinante.
Detengámonos unos minutos a pensar en las capas del poder, empezando por el poder más alto que es el Estado y por lo tanto el más difícil de alcanzar y controlar, la Comunidad es un poder intermedio también difícil de alcanzar y controlar y el poder Local, un poder difícil de alcanzar pero fácil de controlar. Todos los poderes tienden a no querer ser controlados por los ciudadanos, salvo si no tienen más remedio, pues hay una relación de dependencia en un estado democrático entre los votos y los resultados, al menos aparentemente. Sería pues ilógico votar a aquellos que no nos tienen en cuenta, excepto cada 4 años, que es cuando necesitan nuestros votos, ni sus resultados, ni el nivel de participación, ni por supuesto el nivel de bienestar de la sociedad en su conjunto.

La dificultad para votar con sentido y conocimiento es directamente proporcional a la voluntad política sobre el control, la participación y los fines que cada uno de los partidos políticos persiguen y también el nivel de compromiso que estén dispuestos a aceptar las organizaciones políticas al recibir el voto de los ciudadanos. O lo que es lo mismo, cuando nos piden confiar en los criterios de unos pocos no es la mejor manera de asegurarnos un buen gobierno.
La mejor manera de asegurarnos nuestro propio bienestar es participar, pero no entendido como un permiso que nuestros propios elegidos nos dan, sino como un derecho de los pueblos y una obligación para nuestros gobernantes. La participación de la ciudadanía en las instituciones no debería ser una cuestión vaga y dependiente de una limosna a los ciudadanos por parte de gobernantes generosos o no, sino de un derecho fundamental y de obligado cumplimiento en las estructuras y la organizaciones de todos los estamentos sociales.
El gran cambio que deberíamos exigir es éste, y a todos los partidos políticos, cada uno al suyo, y todos… a todos.
La diferencia radica esencialmente en los pilares que construyen los edificios, en su buena construcción, dependemos de su fortaleza y de su  correcta posición, para que ningún viento construido desde las miserias humanas lo derribe arrastrándonos a todos con él.
Es el momento de compromisos serios, hondos, pensados y construidos con todos y desde el conocimiento objetivo como verdadero criterio, no es pues la persona sino los equipos, no es pues la competencia sino la cooperación, la mejor manera que tenemos de asegurarnos un buen gobierno.

En un año en el que los todos los ciudadanos españoles en cortos espacios de tiempo estamos llamados a participar en comicios municipales, autonómicos y nacionales, vamos a ser bombardeados desde los medios de comunicación de todo tipo y desde todas las organizaciones políticas, debemos ser muy conscientes, más que nunca dada la situación socio-económica de nuestro país, nos jugamos mucho, nuestro bienestar presente y futuro, no dejemos que decidan por nosotros, es hora de comprometernos y encontrar juntos un camino digno para todos y sobre todo no permitir nunca más que los poderosos jueguen al Monopoly con nuestras vidas. Es nuestra responsabilidad y de nadie más que sigamos dejando en manos de unos pocos el poder de decisión. Nunca más.

Es el poder del ajoaceite, el poder de las manos combinando la destreza, la medida, los ingredientes, la consistencia, el color, el olor y el sabor para después compartirlo. Es el poder que nos damos al encender un fuego donde calentarnos todos, o seguir dejando que muchos pasen frío mientras unos pocos se calientan con abrigos de pieles arrancados a la humanidad y a la naturaleza.

martes, 17 de marzo de 2015

De entierro en Mayo



Falta poco para que pase el invierno, en cada cambio de tiempo ó de estación se debería enterrar aquello que no da frutos, todo aquello que no florece en primavera, sobre todo si han sido muchos los años en los que repetir lo mismo ha dado el mismo resultado. Resulta obvio ya lo sé, incluso redundante, pero parece ser que tiene algo de verdad aquella frase antigua y tópica que decía que el ser humano es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra. Dos veces que fueran... muchas veces más si fuésemos capaces de mirarnos y ver, si fuésemos capaces de ser lo más objetivos, dentro de lo posible ya que somos sujetos y no objetos, con nosotros mismos. Me apunto el primero no vayan a creer que soy de esos que hablan de otros sin mirarse bien lo suyo.
Reconocer los errores no es muy habitual, se suele creer que en este movimiento se incluye el fracaso y eso está muy mal visto. Me vienen ahora dos frases a la cabeza, la de Edison que hasta inventar la bombilla según el periodista que le preguntaba había fracasado más de 2000 veces y el contestó que no fracasó ninguna, descubrió 1999 maneras de como no hacer una bombilla(en el número de veces no se ponen de acuerdo), y otra del  autor del libro: El placer de no trabajar. Dice en una de sus páginas les voy a dar la fórmula del éxito: Fracaso, fracaso, fracaso, fracaso... Éxito.
De lo que no cabe duda  es de que si hacemos las cosas siempre igual y con malos resultados y no los cambiamos, nunca conseguiremos acertar.

Tengo la impresión de que en la política en Buñol llevamos haciendo lo mismo hace muchos años y como consecuencia los resultados no son evidentemente los mejores. La crispación política no deja margen a la cooperación, a la creación, a la imaginación y a la ilusión, tan necesarias. Nadie parece entender que cada uno tiene que poner de su parte para conseguir un clima que produzca los cambios necesarios para conseguir un fin que seguro todos deseamos: Mejorar Buñol, su progreso y el bienestar de las personas.
Estas palabras tan bonitas pasan por muchos filtros, en primer lugar y repito un clima de cooperación y trabajo en equipo; en segundo lugar vertebrar la participación de las personas en las concejalías, junto a los partidos, a los agentes sociales y a las asociaciones en el Ayuntamiento y en sus distintas áreas; en tercer lugar crear las infraestructuras necesarias para que los cauces de participación ciudadana y comunicación funcionen realmente; en cuarto lugar atraer hacia la institución todo el talento y el conocimiento personal y profesional en las distintas áreas que lo componen, en la economía y el empleo, en la cultura, en la salud, en la educación y en los servicios públicos… y así sucesivamente.
Pero lo más importante de todo es convencer a todas las fuerzas políticas y a todos los agentes sociales de la necesidad absoluta de un cambio de rumbo para no volver a caer en las conveniencias partidistas o personales por encima del bien común, no se trata de culpar a nadie sino de abrir de una vez los ojos a una realidad evidente que tiende más a lo destructivo que  a lo constructivo. Una vez hablen las urnas, se requiere el respeto profundo hacia los votos recibidos por cada formación política sin menospreciar a nadie, si lo hacemos estamos atacando al corazón de la democracia.
Resulta difícil perdonar las ofensas, las zancadillas, los menosprecios y demás sutiles formas de guerrear con el adversario, aún así, todos tendríamos que esforzarnos el próximo mes de Mayo por enterrar esas armas que en su uso no hacen sino minar las cualidades y el potencial que tiene Buñol como pueblo y sean cuales sean los resultados de las elecciones. Todos los partidos políticos tendrán esa responsabilidad, pues lógicamente depende de ellos elegir un camino u otro. Creo firmemente que hasta ahora el camino elegido en las pasadas legislaturas no ha sido especialmente acertado, “el que siembra vientos recoge tempestades” y si lo que ocurre en el Ayuntamiento no es esto, entonces tendré que hacérmelo mirar, debo ser el del chiste del 600 que va en contra dirección creyendo que son todos los demás los que van en sentido contrario. Creo que la mayoría de la ciudadanía de Buñol sabe perfectamente, aunque solo sea en su fuera interno y aún defendiendo cada uno las tesis de los suyos que  no me invento nada.
Si el 24 de Mayo no hacemos un entierro festivo y democrático de las armas de destrucción masiva, que suelen coincidir con las más primarias emociones humanas, estaremos construyendo de nuevo otro entierro mucho menos festivo que el de la fotografía, enterraremos de nuevo el progreso de Buñol y sin duda se alejarán mucho más si cabe los ciudadanos de la política, aún siendo un arte, de tanto falsificar originales, nadie querrá formar parte de un retrato deformado de lo que siempre fue, ha querido ser y quiere seguir siendo Buñol.