martes, 15 de octubre de 2013

Nec-Ocio, lo que no es...



Curiosamente se la llama al Ocio “el tiempo libre”, no sé si los romanos eran conscientes de que la libertad es cosa compleja. La negación del ocio etimológicamente es el negocio(nec-otium), curiosamente todo lo que es el ocio está basado justamente en él. Habría pues que replantearse conceptos, porque si la escuela es importante no me cabe duda de que aprender y enseñar y construir y participar en el ocio es fundamental para  la educación y el crecimiento sano y consciente de las personas.
La mayoría de actividades en el ocio están basadas en el exceso y con ese toque auto-destructivo que describía Freud con la pulsión muerte. Si bien la evasión ha sido parte de la historia del hombre no es menos cierto que el mercado ha ido marcando, en pro de su intereses económicos, las modas y tendencias hasta llegar al hoy. Desde la música, el alcohol y las drogas se han ido cambiando las costumbres, vestimentas, circos y matices, pero en el fondo poco se ha evolucionado en las maneras y contenidos del ocio, casi todo pasa por el dinero y el consumo a saco, con muy poco criterio y aún menos calidad.. La tendencia a aborregarnos como manadas para recordarnos aquella frase que en una época fue tan famosa: “¿Donde va la gente? A la Bony de Torrente...”
No es ninguna barbaridad afirmar creo, que el ocio está en crisis, como tantas otras cosas, y no me extraña lo más mínimo, como dice el refrán lo poco gusta y lo mucho cansa. Y parece que la falta de dinero a acelerado la caída en picado de las fórmulas-aunque las creemos modernas y actuales- no pueden ser más tradicionales. Su estructura interna es la misma desde hace muchísimos años y especialmente desde los últimos cien años. Eso sí, en cuanto a la cantidad casi todo se ha popularizado pero en cuanto a la calidad la cosa va a la deriva y  cuesta abajo, hasta imagino que pronto dará con un muro que en unos años se romperá en pedazos si no lo está ya. La cuestión es si seremos capaces de poner nuestro granito de arena para que esto cambie porque al final y no sé si simplifico mucho o nada, todo acaba en la búsqueda de sexo, amor, amistad y compañía y en ese orden creo. O probablemente todo a la vez. Pero en el camino me parece indispensable encontrarse con la alegría, la diversión, la sorpresa, el cariño, la ternura, la risa y la sonrisa, el placer para seguramente y en momentos menores encontrarse con sus contrarios.

Me viene una pregunta a la cabeza: ¿Para qué sirve ese gran desinhibidor que es el alcohol? Nos produce una sensación chispeante que nos conecta momentáneamente con el placer para a la mañana siguiente o más o incluso antes, conectarnos con el dolor y el displacer.
Las respuestas no dejan de ser muchas pero creo que todas tienen el mismo denominador común: ¿Nos construimos o nos destruimos? ¿O ambas cosas son necesarias, quizá consustanciales a la psicología humana? Al menos si nos centramos en los actuales niveles de consciencia. La pregunta tiene tela y las respuestas varios trajes. ¿Cómo si no contestar o intentar explicar la contradicción?
Me temo que hay que convivir con ella constantemente...
El ocio es algo muy importante y no le damos la importancia que tiene, pocas personas se ocupan de él, para construirlo hacen falta muchas cabezas y toda su imaginación. La cultura se ha salido o la han despedido del ocio mayoritariamente, son pocos los momentos construidos con creatividad, trabajo y disfrutada dedicación. Se fue sin darnos cuenta, a pocos, de generación en generación, hasta que llegue un momento que “salir de fiesta” sea más aburrido y hastiante que el peor de los trabajos. Seguramente el trabajo no es tan malo ni el ocio tan bueno. Pero nosotros, seres en potencia siempre, tenemos la obligación de construirnos día a día, disfrutando mayoritariamente, el dolor no hace falta buscarlo viene solo y casi siempre sin avisar, al menos la mayoría de ellos o los más duros.
Parece pues que nos educan para el trabajo y nos construyen el ocio casi exclusivamente para consumir. Me parece pues que si estoy en lo cierto es hora de darle un vuelco a tanta desidia y replantearnos si queremos el ocio que nos dan o intentamos construirlo juntos, aportando cada uno, sumando, llenándolo de contenido, al menos para que nos nos llamen gente, y no es que la palabra me disguste sin más, pero no somos borregos. ¿O sí? Pido disculpas a un animal tan familiar.