domingo, 16 de diciembre de 2018

Diario de un Concejal(2) Antes y al principio de después




Cuando un concejal llega al Ayuntamiento de Buñol nadie se ocupa de presentarle a las personas que allí trabajan y cuál es la responsabilidad de cada cual, mucho menos como funciona la organización o cuáles son los procedimientos a seguir para hacer la labor que los ciudadanos te han encomendado. Ni un solo protocolo de recibimiento a los concejales nuevos y no hablo de agasajos, simplemente de unas mínimas reglas de cortesía y conocimiento, algo  a mi entender necesario y básico. Si a esto le sumas que tampoco tienes un espacio de trabajo adecuado ni digno, ni siquiera una taquilla dónde dejar tus cosas, ni un triste archivador, entonces hablamos de una cuestión que no por parecer superficial deja de entroncarse en una realidad, como mínimo, de una falta de respeto considerable a aquellos que han sido elegidos democráticamente por los buñoleros para representarles. Solo el alcalde y los tenientes-alcaldes tienen algo parecido a un despacho (hay quien lo justifica como un problema de espacio).  Soy de la opinión de que este tipo de hechos configuran la manera que en la realidad se valora la figura de un representante público local: muy poco.
Por si no lo saben, el que escribe es tercer teniente-alcalde, por lo que soy de esos elegidos que tienen despacho asignado- si así se le puede llamar a un cuchitril de tres metros cuadrados- que no he utilizado en los más de tres años y medio de legislatura y usan los concejales que no tienen lugar alguno que aún es peor. Tuve la suerte de poder tener al lado del Ayuntamiento la sede de Votamos Buñol, entre ahí y mi casa fundamentalmente, la Radio, y Buinsa he ido ejerciendo mis labores de concejal.
En los primeros tres o cuatro meses en el cargo intentas aprender y conocer el funcionamiento del Ayuntamiento, sus sedes, su patrimonio, sus procedimientos, etc y pronto te das cuenta que todo está configurado desde hace tantos años y con tacto tic que los cambios van a ser difíciles, sin duda el resorte legal que crea este burdo funcionamiento es la Ley de Régimen Local, desfasada y anacrónica, para más abultamiento la ley es presidencialista, lo que quiere decir que el Alcalde es el que tiene la mayoría de poderes y solo él, en nuestro caso a través de un pacto de gobierno, delega competencias a cuatro tenientes-alcaldes. De todos es sabido en la casa del pueblo quien tiene el poder y quien decide en el día a día desde la política y solo es uno, lo que motiva lógicamente darte cuenta que los técnicos del Ayuntamiento, en general y salvo maravillosas excepciones, solo hacen caso a quien realmente manda, el alcalde. Y te lo dejan muy claro desde el principio para que no te vayas a creer que el poder que emana de tus votos va ser fácil de poner en valor. No les explicaré la cantidad de galimatías incomprensibles con los que me he encontrado, eso daría para un libro y tampoco es mi intención poner en evidencia a nadie en concreto, sino a un sistema que hace de la ilusión de cualquier concejal cuando llega a la institución un via crucis a poco que tengas sentido común, sentido de la responsabilidad y fuertes convicciones municipalistas. 
Mientras tanto has ido gestionando tus áreas y servicios como has podido, con muy poca colaboración y desenredando los múltiples nudos que recibes a tu llegada. Otra cosa que no soy capaz de entender es como, al menos, no es obligada una pequeña reunión con el responsable anterior de tus competencias, adelantaría mucho la labor del concejal entrante -algo que desde aquí me comprometo a hacer con mi sucesor sin duda alguna sea del partido que sea, no entiendo otra manera de hacer política en tu pueblo- y si no puede ser con el concejal, al menos con algún trabajador que se encargue de conocer e informarte. Para mí todo ello debería ser de obligado cumplimiento.
Como fácilmente comprenderán llegas con una ilusión enorme y en muy poco tiempo, si no eres decidido y perseverante, las ganas desaparecerían muy pronto, llamativamente la mayoría pelea cada día para sacar sus proyectos pese a todo, aún así siempre me pregunto cómo sería el resultado si se consiguiera crear un buen ambiente de trabajo desde el respeto y la fraternidad. Me respondo con profunda rotundidad: muchísimo mejor para todos.
Desde aquí y desde esta secuencia de artículos que van a ir apareciendo en este medio, quiero poner en valor el trabajo de los concejales, el respeto y la consideración que merecen en el desarrollo de su trabajo y gritar si hace falta que cada uno de ellos ha sido votado por muchos buñoleros y buñoleras para que hagan bien su trabajo.

En esta entrega les hablado de algunas convicciones y de un poder, el del presidente del ayuntamiento, en la próxima profundizaré sobre él y les hablaré de los otros poderes que mueven la institución y algunas de las barreras con las que se encuentran los concejales en el desempeño de su función.
Desde aquí mi admiración a priori, a todo aquel que se expone presentándose a unas elecciones en los pueblos pequeños de nuestro país y o a todos aquellos que invierten su tiempo de vida en lo público, constructivamente y con la mejor intención.

jueves, 29 de noviembre de 2018

Diario de un concejal (1) El motivo y el origen



Cada uno tiene sus motivos a la hora de decidir participar en política y especialmente en la política municipal. En la política local hay poco que ganar en especie y mucho que perder personalmente, de ahí que hay pocas personas que se interesen por ella, se contraponen, la satisfacción de aportar a lo público todo aquello que la vida te ha enseñado, intentar hacer realidad tus ideas y proyectos junto a las personas que te acompañan(pocas) disfrutándolo si puedes, frente, a la exposición permanente, la crítica del delirio maliciosa y sin objetividad y la cantidad de tiempo que has de dedicar robándoselo a la familia, a los amigos y a tus propios proyectos. Lo más contradictorio es que alguno de estos proyectos son los que verdaderamente sostienen económicamente tu vida y los pones en peligro. Y por ello recibes, de ti mismo y de los demás, quejas y recriminaciones constantes. Y aún así sigues, aunque más de mil veces hayas querido mandar todo a la mierda. Algo tendrá ese pequeño poder que te da ser concejal de tu pueblo, algún bien mayor será el gran motivador para dedicar gran parte de tu tiempo de vida a la política local. Podría escribirles una retahíla de frases tópicas que incluso podrían ser verdad para justificar lo dicho, pero no es el objeto de estas palabras, ya llegaremos a ellas si el destino lo quiere o yo. No es relevante ahora.
Comencemos por el principio: la frustración (vital): Éste fue mi motivo y algo más.…una eclosión desde las entrañas. Sigamos.
La economía, por mucho que nos duela, es el centro de nuestras vidas, es a lo que dedicamos más horas al día, a cambio de un sueldo ó de un beneficio según a qué te dediques, con un poco de suerte nos dará para vivir bien materialmente o para vivir  mal según cada caso. Es pues lógico pensar que para mucha gente el primer motivo para dedicarse a la política es el jornal, lo que se gana en dinero por trabajar en ella. Y probablemente tenga razón en algunos casos concretos, pero debo decir sin temor a equivocarme que en general lo que gana un concejal de un pueblo pequeño no compensa en absoluto, si consideramos con objetividad el tiempo de dedicación necesario, a poco que se esté cualificado en cualquier actividad privada los beneficios son mucho mayores. La política local no es rentable si lo llevamos a números, más bien todo lo contrario suele tener altos costes tanto económicos como personales.

¿Por qué pues algunas personas están dispuestas a exponerse y trabajar desde lo público para su pueblo? 
Bajo mi punto de vista hay diversas razones que sintetizaría en éstas:

- El ser Concejal, Teniente-Alcalde o Alcalde de tu pueblo da prestigio y un poco de poder.
  • Si  se está liberado totalmente se tiene un salario digno y seguridad durante 4 años.
  • Si se quiere hacer carrera política es un buen lanzamiento, ser al menos Concejal, aún mejor Alcalde de tu pueblo, en la mayoría de partidos puntúa, incluso en alguna empresa.
  • Por tradición familiar.
  • Alguien le buscó para que fuera en una lista y eso le hizo sentirse valorado.
  • En su experiencia personal algo pasó que le hizo entender la importancia de lo público y la satisfacción de poder trabajar en ello.
  • Siempre le gustó trabajar en equipo y con equipos, en el municipalismo eso estaba asegurado.
  • El amor por su pueblo, la intención de creer poder mejorarlo le sedujo totalmente.
  • El gusto por las nuevas experiencias y ésta sin duda era una muy atractiva.
No digo que sea una sola de ellas, cada uno las entremezclará o sumará para comprender su propia motivación. Eso sí, tengan mucho miedo si alguien les dice que todo lo hacen por ustedes o por la sociedad, aquel que no se valora(ama) a sí mismo difícilmente valorará(amará) a los demás. También es importante el nivel de conciencia y consciencia de cada cual, un valor muy escondido pero muy preciado si se es capaz de ver. Se puede defender los intereses de los demás sin perder de vista los propios. Suele ocurrir y esto es sumamente actual que uno solo defiende sus propios intereses sin contemplar los de nadie más. Esto en política a cualquier nivel es altamente perjudicial para gestionar lo público. Les hablo de esos que no tienen empatía, y también de aquellos que viven en una burbuja de prebendas y relaciones, generalmente esas personas que no han tenido que pasar ninguna penuria en su vida y que sienten que esas cosas solo le ocurren a los fracasados, no a ellos. Miedo da verlo cada día, la mayor lucha es la de conseguir despertar consciencias, las de mirar y ver la realidad. No es tan fácil, todos miramos con nuestras propias lentes deformadas y eso hay que saberlo con claridad para calcular el nivel de desvío o error. En lo social esto es tremendamente importante, nunca perder de vista el sentir, el pensar, la opinión de los demás.
El primer día laboral después de la constitución del pleno entré en el Ayuntamiento de Buñol con mucha ilusión y alguien me dejó desde el primer día muy claro cuál era mi  papel y mi lugar. Un papel y un lugar que nunca he aceptado, creo haberlo demostrado. Y una pequeña conversación que nunca olvidaré. 

sábado, 22 de septiembre de 2018

Los Impecables


Protégeme de la sabiduría que no llora, de la filosofía que no ríe y de la grandeza que no se inclina ante los niños” Khalil Gibran
“No es humano el deber que por soñar con una humanidad perfecta es inexorable con los hombres.”  
Jacinto Benavente“ 
“Si la perfección no fuera quimérica, no tendría tanto éxito.”  Napoleón I“
“Date permiso para no ser perfecto. Nadie lo es y exigirse a sí mismo algo imposible resulta paralizante y antinatural.”
Natalia Gómez del Pozuelo 
Como les prometí hace dos semanas toca hablar de los impecables. Comenzamos para situarnos bien en las dos acepciones del diccionario de la palabra impecable: “1.Que es tan perfecto y sin faltas ni errores que no admite ni el más mínimo reproche. 2.Que está completamente limpio y en buen estado y resulta agradable o bello.”
Perfecto, sin faltas ni errores, ningún reproche, completamente limpio, en buen estado, agradable o bello. Como obviamente observarán los cuatro primeros conceptos no son aplicables al ser humano, los últimos tres solo a algunos. Cabe plantearse ahora un pregunta:¿Existe en la realidad algún ser humano impecable? Yo creo que no, aún así, hay personas que buscan-sobre todo en la política- a los impecables, es más, hay personas que se consideran así mismas impecables. No es extraño pues que en los últimos meses, años quizás, la corrupción en los poderes de nuestro país hayan puesto en el candelero a los impecables, nunca ha sido más importante que ahora tener un curriculum-real ggg- impoluto, sin manchas, ni la más mínima.
En un anterior artículo, La música del error, hablábamos de la severidad del ideal, de su implacable crueldad, de la comparativa mental entre él y nosotros, nunca lo alcanzas, por mucho que te esfuerces, jamás lo consigues, la frustración es la consecuencia directa y el menosprecio la consecuencia más oculta.
El río de mierda generado por la corrupción ha disparado el ideal en las cabezas pensantes y en los responsables de la comunicación. Está en el ojo del huracán aquel que quiera optar a un cargo público, ni si quiera en lo privado se tiene ninguna compasión, ya han caído varios pesos pesados por unas cuantas bagatelas multiplicadas, repetidas hasta la extenuación, y de la mayoría de marcas políticas. Se han roto corazones corruptos y de paso también unos cuantos de los otros, como si para limpiar el tarquín hubiese que echar más tarquín, como si para aliviar consciencias hubiera que destruir las consciencias ajenas. Más de uno se encontró con la horma de su zapato, y más pronto que tarde han caído o caerán en su trampa los impecables y el proceso no tiene pinta de parar a corto plazo.
El impecable se mueve o cree moverse siempre dentro de las convenciones y las leyes, necesita sentir seguridad y por supuesto aprobación, primero por sí mismo y por su entorno más inmediato y luego socialmente. Viven con pies de plomo y se avergüenzan de cualquiera que no siga su mismo camino, los otros son peligrosos, se arriesgan demasiado, no se toman la vida en serio, sus movimientos les causan vértigo y no los pueden soportar en el fondo y en la forma, con el exceso de libertad del otro se sienten intimidados y temen que su estatus se ponga en peligro. El impecable no se sale de lo habitual, incluso en cuestiones menores como la vestimenta o las propiedades, tratan de pasar desapercibidos bajo el paraguas de la igualdad comparativa, solo destacan en su interior cuando en su propio silencio se sienten mejor que los demás. No cabe el error en la concepción del impecable, salvo en pequeñísimas dosis, la equivocación es un elemento casi subversivo, eso solo les ocurre previsiblemente a los carentes de valores, a los insensatos, a los demasiado atrevidos, insultantemente inquietos. Los califican con palabras complejas y profundamente abstractas: enredador, embaucador, pillo, pícaro, travieso, cuentista, impostor… Todas ellas persiguen el mismo objetivo, la diferenciación sobre supuestos de valor. Su carácter despectivo parece intrínseco cuando en realidad la mayoría de las palabras en sí mismas podrían aplicarse a cualquier ser humano en ejercicio y en algún sentido, sin despreciar a nadie. Y de eso se trata, de no hacerlo.
En las sociedades siempre se han creado grupos, personas que se entienden mejor con otras o simplemente conciben la sociedad de la misma manera, grupos en la mayoría de casos enfrentados a los que piensan o actúan diferente o con intereses aparentemente distintos. Siendo fieles a la realidad la amistad tiene una tendencia clara a conformar grupos con personas no que piensan distinto sino a personas que piensan igual o muy parecido, curiosamente el que piensa y actúa distinto se le suele considerar enemigo o al menos no parte del grupo. Los impecables suelen juntarse con impecables sin duda, de hecho desde la economía se generan grupos de más o menos de la misma condición social. No deja de sorprenderme lo básicos que podemos llegar a ser y me inquieta soberanamente. ¿Habrá algo más interesante que conocer e interactuar con una persona que no piense ni actúe igual que tú? ¿Cómo se aprende más, con los que opinan igual que tú o con los diferentes? ¿Qué es más interesante mezclar u homogeneizar?

Resulta tan obvio, tan aplastante, que me resulta difícil entender como seguimos pautas tan gregarias y carentes de todo sentido de experiencia y crecimiento. También resulta ilógico ver cómo para sentirnos mejor que los demás tenemos que construir toda una retahíla  de barreras que además de enajenarnos nos impiden mejorar.
No es necesario ser impecable para ser humano, ni siquiera es posible salvo en nuestra imaginación, de hecho nadie es impecable, absolutamente nadie, solo tienes que rascar un poco, conocer más y mejor para darte cuenta de qué todos somos humanos y cómo tales nos equivocamos a diario, unos se mueven más otros se mueven menos, unos yerran más y otros yerran menos. De cada metedura de pata se aprende algo, de la experiencia se aprende casi todo, ¿por qué limitarnos  ser a medias?
¿Habrá algo mejor qué la complicidad con los demás?
Sí, quizá aprender de ello.


jueves, 23 de agosto de 2018

Cuando la muerte es la única opción



Una flecha intangible de dolor y vergüenza traspasó su pecho. Un momento único, quizá hasta poético, lleno de ese romanticismo que tanto daño ha hecho a generaciones y generaciones, creyentes a ciegas, dispuestos a subordinarse al ideal. Severo y cruel ideal que nos hace a todos creer que somos menos y él más. Inalcanzable ideal, la zanahoria que está delante de nuestros ojos haciéndonos girar y girar. Perturbando todas las emociones, condicionándolas, convirtiéndonos en marionetas de sus dedos largos y afilados. Atroz ideal que no ha sido nunca aún cuando todos lo alabamos. ¿Cuándo aprenderán nuestros sentimientos de qué están hechos?¿Cuándo aprenderán nuestros deseos de dónde vienen? Una bocanada de aire llenó sus pulmones y la flecha desapareció, quedó en otras manos, ayudado a mirar de nuevo con los mismos ojos. Tras un instante álgido, límite, suele venir la calma, el silencio, la mente en blanco, casi renacida, limpia de culpas, fracasos y errores. Cuando la muerte es la única opción, la vida aparece briosa, brutalmente enfadada, recordándonos de qué estamos hechos. La nada no es para nosotros los humanos. No tenemos piedad, ni contemplaciones, ni reglas, ni honor, ni orgullo, para luchar por nuestra vida, todo es más fácil, más claro, nítido completamente, no hay más que un camino, solo una opción, solo una respuesta: vivir sí o sí. La muerte no es en nadie ni estará en nadie, solo en los otros, los cómplices, los compañeros, los amantes, las familias, los amigos… estará en ellos no en nosotros. Ellos son nuestros notarios vitales, los otros son los que nos verán muertos, nunca nosotros. Nosotros, siempre vivos, lo percibiremos todo pero no la guadaña.
¿Es posible que la muerte haya sido en algún momento de nuestra vidas la única opción? ¿Cuál es su experiencia estimado lector? Piénselo tranquilamente si le place.

Pequeñamente humanos, corren, corremos sin parar, movidos por las pulsiones, las tendencias, los deseos, las emociones, los conocimientos… Vivimos deprisa como si fuésemos a morir ahora o quizá para no morir, la paradoja está servida como primer plato, segundo y postre. La pura contradicción. Vivir es aprender en constante cambio.
Nuestra mente se prepara siempre, se anticipa, se adelanta a lo que intuye. El miedo es un gran ejemplo. Siempre aparece antes, incluso cuando ni siquiera se hará realidad aquello que tememos. El miedo nos esculpe desde niños. No solo él se hará cargo del cincel que nos modifica día a día, aún así, su esencia es la nuestra, sin contemplación. Lo masticamos, lo olemos, lo saboreamos, lo escuchamos, lo vemos. Lo lo lo.
Curiosamente aquello que más nos protege puede ser a la vez aquello que más nos  puede destruir y suele serlo. Como cada herramienta humana el sentido está en su uso, la fiabilidad está  en saber usarla, en saber medirla, en conocer su auténtica naturaleza.
Si cogemos un cuchillo al revés, por el filo, sangraremos, cortaremos la carne y las manos, si encendemos un fuego en un lugar inapropiado, probablemente acabaremos devorados por sus llamas. 
No debemos temer a la vida y sí deberían enseñarnos a usarla. Alguien dijo en algún momento de la historia “que el valor de las cosas está en su uso” habría que añadir que usar es hacer servir una cosa para un fin determinado. El fin de la vida es la muerte, podríamos afirmar lógicamente, en tal caso, que cada realidad de nuestra vida debería servir para llegar al fin último, a la muerte. Parece que la lógica en nuestra naturaleza no alcanza, ni con el silogismo es suficiente.
El fin de la vida es la muerte, la vida puede acabarse pero nunca será su fin, las premisas falsas nos llevan a conclusiones erróneas, de ahí la importancia de saber usar bien y ágilmente nuestra herramientas, en este caso el análisis. Cuando la muerte es la única opción, cuando lo pensamos y lo sentimos, puede ser real en situaciones radicales, no así cuando percibimos situaciones extremas, presión absoluta, caos, depresión y desesperación. Cuando en la vida sentimos como respuesta una única opción, estamos absolutamente equivocados porque es sencillamente imposible, siempre hay más de un camino, seguramente no habremos descubierto el cajón de las herramientas, ocultas a nuestros ojos, es el momento de buscar a ese otro que nos puede ayudar a encontrarlas. El encuentro es el escalón que nos lleva a crecer.

miércoles, 1 de agosto de 2018

La música del error


dedicado a Jorge Rodriguez y otros pocos
Hace tiempo que no escribía, el tiempo se llena de contenido con tanta actividad frenética, el día a día y sus instantes robados te atrapan a poco que te descuides o que tengas un mínimo sentido de la responsabilidad. La cabeza se llena y los calendarios también a poco que quieras ordenar y priorizar la acción. Hay épocas y momentos para todo, en cada elección hay consecuencias, en cada elección renuncias a algo, no se puede hacer todo, por mucha capacidad de trabajo que se pueda tener no hay manera de no sentir más o menos insatisfacción.
He concluido en los últimos años que la insatisfacción es una herramienta muy poderosa en los seres humanos, un motor que empuja hacia la acción y de la acción hacia la creación y de la creación hacia la experiencia real. Si no se crea no se experimenta, solo -y no es poco- se contempla, hay dos formas de entender básicamente la vida, la contemplación infiriendo lo menos posible y adaptándose a ella o la creación que intenta  modificarla en la interacción. Una contiene sustancialmente poco riesgo, en el mismo sentido poca experiencia, sobre todo en lo que la ciencia denominó ensayo y resultado, nosotros lo sentimos más como prueba y miedo al error. Los más quietos buscan la seguridad y la tranquilidad, los más dinámicos buscan la experiencia y su resultado sea cual sea. En la primera no hay miedo o desde otro punto de vista lo hay todo, te paraliza. En la segunda, también hay miedo, pero se siente distinto, motiva hasta el punto de apasionar. Ambas en términos radicales son absolutamente insanas. Y ninguna es en sí misma la mejor, si no simplemente una elección vital que debería ser visible en las aulas y en la familia. Para elegir hay que conocerse a uno mismo y ésta es la asignatura pendiente en todo sistema educativo. No nos enseñan a preguntarnos y responder qué es el ser humano. Qué somos y cómo funciona nuestra mente. Preguntas esenciales para poder elegir, para entablar la relación más importante realmente, la de cualquiera de nosotros consigo mismo. Se puede vivir a la deriva inconsciente como tendencia o por el contrario con los ojos bien abiertos, desde la apertura a la consciencia sin olvidar que somos ambas cosas en sus justos términos y épocas vitales.
La equivocación está muy mal vista en las convenciones sociales, suele enfadarnos con nosotros y con los demás, reconocerlo a veces resulta absolutamente pavoroso, tanto que en muchos casos es sencillamente inaceptable, no se puede reconocer de ninguna manera. Pare ello sacamos recursos de todo tipo intentando justificar lo injustificable, complicándolo todo, sin saber que sencillamente es un error. Sin embargo como todas las herramientas humanas la equivocación tiene dos caras y ambas son necesarias, las contradicciones son el fruto de nuestra necesidad de saber y conocer, en ultimo término de experimentar para poder elegir. Lo contrarios se necesitan, se sustentan, se alimentan, incluso se dan sentido y valor uno al otro, el mejor ejemplo quizá sea la vida y la muerte. El esfuerzo que todos hacemos para vivir de una forma plena solo tiene sentido porque todos vamos a morir, sin la muerte la vida no tendría pasión, sin la vida, sin consciencia, nos abocamos a la nada. quizá por eso de algún modo se puede estar tendiendo a la muerte en vida en algunos casos, la autodestrucción está siempre presente en cada uno de nosotros, es tan fácil como observar como nadie lleva esa vida absolutamente sana a las que se refieren todos los manuales y la propia ciencia. Hacemos excesos todos, comemos algo insano todos, bebemos algo insano todos, nos relacionamos de una forma insana todos… y así un larguísimo etcétera.
La equivocación hay que verla como el resultado de un ensayo, nadie nace aprendido. Los quietos se equivocan menos volviendo al principio, los dinámicos se equivocan más  sencillamente porque hacen más y los que crean continuamente se equivocan muchísimo pero también aprenden mucho más. La experiencia es un valor que no está en alza, son los impecables-les hablaré de ellos en la próxima entrega- los que brillan, los valorados en una sociedad llena de desconocimiento sobre sí misma.
Hoy se penaliza a quien se atreve a hacer, a experimentar, a innovar y a intentar evolucionar para mejorar, al que se equivoca y sobrepasa algunos límites en su propio dinamismo, en su intento de crecer personal y socialmente. Hoy y quizá siempre hemos tenido que quemar en la hoguera a quien se atrevió a conocer, saber o innovar, al que puso en entredicho las convenciones, incluso la ley, por muy ciega o por muy injusta que fuera.
El error es una bella música a contrapunto, que bajo el mismo lenguaje, convive con tanto “éxito” superficial y con la cárcel del que dirán, que ahogan lo mejor de nosotros mismos.