domingo, 23 de septiembre de 2012

El Nuevo Curso


Parece que el año comienza en Septiembre y el nuevo curso trae consigo malas noticias por todas partes. Se diría que entre políticos, financieros, técnicos y medios no se aclaran en lo económico, ni en nada de lo esencial. Si uno no está del todo loco, cosa difícil en estos tiempos, no puede llegar a ninguna conclusión con sentido. O quizá los medios de comunicación se han rayado como los vinilos antiguos y se repiten y repiten tanto que acaban con la paciencia de los más pacientes, testigos de la mayor estafa de todos los tiempos. Y eso que estafar, lo que se llama estafar, nos han estafado siempre. No recuerdo un día de mi vida de autónomo-y van veintisiete años- que de una u otra manera no haya sentido el abuso de bancos o de gobernantes e incluso, y lo digo con dolor, de muchas personas que ahora abanderan a los emprendedores. Y eso que uno precisamente no ha sido un ángel, ni un cúmulo de virtudes y no por falta de ganas. 

La lucha de clases no se acabó nunca, simplemente se diluyó entre fantasías y comodidades, es tan fácil manejarnos, todos queremos más o menos lo mismo, aunque hay quienes siguen queriendo hacerse los interesantes bajo principios teóricos hermosos e ideales pero que desgraciadamente nunca aplica nadie o en el mejor de los casos son imposibles de aplicar ni queriendo.
Queda políticamente incorrecto, pero todos queremos lo mismo: Seguridad y/o Prestigio. O lo que es lo mismo, buena economía y una buena dosis de vanidad en vena para no caer en la desigualdad comparativa de los que tienen éxito y los que no. Ahora y siempre la lucha está en conseguir el bienestar. Por cierto nada tiene de malo si al defender nuestros intereses no olvidáramos los de la demás.
Conviene no olvidarlo para que no parezcamos unos completos imbéciles al ver las barbas del vecino cortar. No se nos ocurra visitarlo... que todo se pega. Pero eso sí la compasión o la vida del otro(casi siempre en desgracia) sigue siendo la oración en todas las conversaciones de bar, mesa o acera. Hoy los más comprometidos no son los que viven de una manera más precaria sino los que viven bien o incluso mejor que bien. Para eso se inventaron las clases medias(hay que tener miedo a perder, pero si no tienes nada...), quiénes si no votan al PP y al PSOE. ¿O es que las mayorías absolutas presentes del PP son parte del fracaso escolar?
Caguentóloquesemenea y me quedo corto. Llevamos siglos colocándonos entre listos y tontos, entre los que tienen un mínimo y un máximo poder y los que no tienen nada, entre los que se comen los marrones y los que casi nunca se los comen. Suena simple, incluso tonto, pero así lo creo. Y no solo son manos negras las que manejan los hilos del poder sino nuestros propios miedos y egoísmos jugando a su favor. Y ahora nos rasgamos las vestiduras como muñecos rotos. Estamos tan llenos de hilos invisibles que nos mueven que no acertamos o no nos conviene saber los que movemos nosotros o los otros o nadie aunque creamos que sí. Porque todos formamos parte del sistema unos por acción, otros por omisión y otros porque no sabemos, no podemos o no queremos. ¿Quién está dispuesto a renunciar a una segura y cómoda vida para que otros nos sufran las injusticias y los menosprecios de las clases y sociedades más ricas, más poderosas y más listas, ejemplo en el mundo de los grandes valores de la humanidad? Nadie. De hecho en base a qué tendríamos que hacerlo, pura demagogia podríamos decirnos a nosotros mismos, antes de que nos lo diga algún listo del sistema.
Cargamos camiones completos colmados de mentiras, echadas al oído cada día para no embrutecer o perder la cordura. Tanto monta, monta tanto. En el mejor de los casos miramos para otro lado con la intención supongo de sobrevivir.
Echo de menos líderes hondos, de calado, con ideología, conscientes de valores fundamentales dispuestos a hacer lo que sea por defenderlos, echo de menos comentaristas que se salgan de la rutina pensada para vivir deprisa y de fácil verborrea,  echo de menos nuevas líneas de pensamiento sin perder de vista la perspectiva, las necesidades  y los límites humanos, echo de menos personas que hablen de personas de carne y hueso. Suelo pensar enojado que número seré entre tanta estadística barata.
Un nuevo curso comienza y no creo que nadie nos sorprenda, en nombre de la seguridad, el sentido común, la madurez y la prudencia seguiremos comiendo a diario grandes dosis de mierda, ahora bien, tendremos que ir preocupándonos... como en el chiste que suele contar un buen amigo: Dice el optimista, va allegar un momento que vamos a comer mierda y contesta el pesimista: ¿Pero habrá para todos?
Lo siento, he tenido un mal día.

lunes, 10 de septiembre de 2012

Motivos hay


Tengo delante a mi hijo, me está pintando un patito y una tortuga, todo el rato sonríe y llama mi atención: ¡Mira un patito! Y lo repite y repite hasta que levanto la cabeza de las teclas y le devuelvo la sonrisa. Comienza su recorrido, curiosamente siempre hace lo mismo, coge los mismos objetos y sigue preguntándome qué son y si pintan... a lo que yo le respondo también lo mismo y seguimos sonriéndonos. Su cara son solo ojos y boca, tan expresivos que te enamoran cada vez que sale un palabra o sus ojos destellan rayitos de luz llenos de vida, de la alegre, de la buena. Me encanta.
Por la ventana escucho los primeros tambores, estamos en fiestas, las calles se llenan de personas y de expectativas, los más jóvenes lo esperan todo y conforme aumenta la edad se espera menos, incluso nada. Esto último es peor. Se necesitan ganas, motivos para vivir lo que sea, desde barrer la puerta de casa hasta divertirse en las fiestas, pasando por ir a trabajar o cualquier otra acción. Lo contrario es otra cosa, digamos que poco constructiva. Pero la vida tiene muchos tajos y muchas veces se cruzan unos con otros impidiéndose entre ellos, incluso hasta no acabar ninguno. Es cuando comienzan las responsabilidades, los pesos, las complicaciones, los sentimientos encontrados y quizá las mayores contradicciones, hasta los deseos no paran de oponerse entre ellos. Dudas, sentimientos de culpa, fracasos, decepciones, derrumbe de ideales, enfermedades, pérdidas, fracturas con personas que queremos, envidias, chascarrillos, insultos, pecados... y un largo etcétera que consiguen crear una pesada carga sobre los hombros. Aún así la fiesta debe continuar, pese a los pesos, pese a las dificultades, pese  a nosotros mismos, son para el colectivo y no están previstas para inconvenientes ni problemas individuales. Se supone que hay que dejar todo lo malo a un lado y disfrutar de lo bueno. ¿Pero, qué es lo bueno?
Mi hijo sigue pintando mientras mi hija como una gata de ojos oceánicos se mueve a su aire por toda la casa, se diría que ha nacido para ser libre. Me encanta. Mientras los miro me pregunto cuando les tocará y si les tocará enfrentarse a las realidades duras de la vida y qué podría hacer yo para intentar ayudarles a que los pesos nos los conviertan en unos escépticos insensibles en el mejor de  los casos o en unos absolutos ciegos infelices en el peor.
El olor a murta llega a la habitación y los sonidos de los caballos, parece que todo va a comenzar de nuevo, un año más, como marca la tradición. En la  música se percibe y en las sillas en la calle. Me asomo y en efecto, ya llegan. Salgo y me siento, miro a mis hijos, sin duda lo esperan todo, me pregunto que espero yo.
Comienza la fiesta y un gran número de individuos se unen, se agrupan, se sienten de un mismo lugar y de un mismo color, hijos, madres, padres, familias completas se disfrazan para divertirse y divertir, construyen, construimos. Es una labor encomiable y honda aunque para quienes llevamos toda la vida viéndolo nos parezca simple, incluso más de lo mismo. Parece insaciable el pensamiento en esta tarde de agosto, quizá son las emociones que se reúnen en una partida de cartas que se juega a oscuras, motivos  siempre hay cuando reflexionamos y las ideas circulan en un todo entremezclado. Olores, luces de colores, música, bailes, disfraces, risas y sonrisas, algunos llantos apagados entre tanta alegría confirman mis teorías.
Motivos hay para todo, para lo destructivo y para lo constructivo, para la alegría y para la tristeza, para duelos y para festejos, para la realidad y para los sueños. Motivos hay y seguramente razones para elegir caminos de sufrimiento o de placer. Motivos hay para agarrarnos  a lo que parece más conveniente aunque en muchos casos no lo sea, y el tiempo, infalible, nos de de nuevo la siguiente lección.
Lo bueno, supongo es saberlo y saberlo bien, con la claridad del ser que acepta sus limitaciones y sabe como extender y ampliar las miras en busca de ilusiones, de referentes que consigan, pese al pasivo, un balance positivo.
Para todo se necesita actitud y acción, incluso dinamismo, sobre todo si se quiere poder disfrutar de cada momento con esa salud que atrae al optimismo y hace que cuando suena la música tengamos ganas, verdaderas ganas, de bailar. Motivos hay para todo, mejor elegir aquellos que nos llevan al camino de la alegría frente al miedo y el dolor. Curiosamente parece que se nos da mejor regodearnos en los problemas en vez de buscar las soluciones. Aún acertando más los cenizos en tiempos como estos, siguen sin  conseguir que el sentido y la razón les acompañe.