sábado, 4 de abril de 2020

Corona el Alto Jorge


Veo desde mi ventana el Alto Jorge, hace ya algunos años que no he subido, un día por otro la casa sin barrer. Y es que el tiempo pasa muy deprisa cuando estamos hiperactivos. La mayoría tenemos una vida con poco tiempo libre, al menos con el suficiente tiempo para que, pausadamente y sin interferencias, uno pueda reflexionar tranquilamente y dedicar parte del tiempo de ocio a recorrer nuestra hermosa geografía. Buñol tiene ese encanto, estar rodeado de naturaleza por todas partes, y en cada parte un rincón de excepcional belleza paisajista. Ni qué decir, si hablamos del trino de los pájaros, la cabras saltando a la Jarra y esas brisas suaves que trae la primavera…
Hoy ninguno de nosotros podemos movernos de casa, salvo para hacer las cosas más básicas. Miro al Alto Jorge y me apetece muchísimo estar ahí, en la punta, respirando  fuerte después de la pendiente y contemplando sus vistas abruptas, y a la vez, delicadas vistas, desde arriba. Es curioso que siempre nos apetece más aquello que no podemos hacer o está prohibido, la mente humana tiene ese brioso deseo que tenemos que domar a lo largo de los años. Cuesta mucho tiempo, dolor y sufrimiento aprender a postergar, cuando no a renunciar a algunos deseos. Es como una especie de síndrome de abstinencia, de alguna manera siempre está ahí… de hecho algunas veces, nos desinhibimos y soltamos toda esa pasión acumulada. No deja de ser, como siempre, una práctica insana si sujetamos tanto los deseos que no dejamos ni una pizca de sabor para degustar la vida. Me dan una envidia enorme aquellos que saben condicionarse así mismos durante toda su vida. Nunca fui capaz y aunque he ido aprendiendo a moderarme, creo que moriré con esa necesidad de mandar a la mierda tanto condicionamiento, en general producto del miedo a mostrar todo eso que nos enseñaron era pecaminoso y en realidad no lo es, ni por asomo, de hecho, es lo más sano que podemos hacer.
Por determinadas coyunturas y circunstancias, además de mis propias convicciones(erróneas o acertadas, no quiero quitarme responsabilidades), he vivido algunas crisis en mi vida de toda índole, todas muy duras y dolorosas, todas pusieron a prueba mi resiliencia, mi capacidad para adaptarme, aprender de los errores y sobreponerme. Todas ellas tuvieron un alto precio, tanto en lo personal como en lo económico y no siempre las dos a la vez.
Parece que después de más de diez años intentando superar la última y ya viendo una ventana donde asomarse a la luz nos va tocar, nos está tocando, vivir otra crisis. Su calado es otro, nos afecta a todos, ricos y pobres, guapos y feos, altos y bajos, mujeres y hombres… Es una crisis sanitaria que afecta a todos, pero como siempre desemboca inevitablemente en una crisis económica y social que no afectará todos por igual. Parece que el gobierno esta vez por fin, nuestro estado, está empeñado en que no la paguemos otra vez los mismos, perdonen que no lo crea del todo, pese a estar convencido de que intentarán que así sea, dudo que dado nuestro sistema económico y de valores  vaya a poder ser del todo verdad. Algunos no tendrán cobertura alguna, bien porque no saben gestionar toda la burocracia necesaria o bien porque el sistema ya los echó hace tiempo y de por vida. Siempre digo que los mirlos blancos, esos que no tiene ni una mancha en su vida-disculpen que me ría- son los que llegan alto y se hacen con cargos empresariales y políticos, justamente aquellos que en su vida no han pasado ni una sola penuria de verdad. Precisamente por esto es por lo que no confío del todo en ellos, no por su falta de voluntad, sino por su falta de conocimientos, y no de esos que se enseñan en las universidades, sino de los que se aprenden sangrando. Como mucho el que más experiencia tiene se ha hecho un corte en el dedo en la cocina. No por ello quiero quitarles valor, son personas muy preparadas y con el asesoramiento de la mayores eminencias en ciencia y economía, por lo tanto seguro que estamos en buenas manos. Solo digo que de vez en cuando se deberían rodear de algún que otro autónomo arruinado o empresario quebrado o en general personas desahuciadas por el sistema.
No quiero terminar sin contagiarles mi mejor enfermedad: el optimismo. Pero no un optimismo lelo, ingenuo, sino un optimismo probado, corroborado, capaz de sacarte de cualquier situación si se pone actitud y se busca la ayuda que se necesita-no es fácil esto último ni quizá lo primero-. Nos juzgan demasiado rápido.
Hace algunos años aprendí que los seres humanos caminamos así, dos pasos para adelante y uno para atrás, dos pasos hacia delante y uno para atrás, lo que como resultado da que cada dos pasos en realidad solo damos uno, pero lo bueno es que caminamos siempre dando un paso, y paso a paso les aseguro que se hace mucho camino. Aunque cada dos pasos demos uno para atrás y eso nos desanime, aunque cuando damos dos pasos eso nos anima. Saber que siempre daremos un paso adelante es muy importante, porque siempre avanzamos.
Estimados lectores, espero que se encuentren bien y no haya tenido que vivir la pérdida de algún ser querido, aún si es así les invito a reflexionar sobre cuál es la oportunidad en esta crisis, sobre qué sentido tienen las crisis en nuestras vidas sin conseguimos que no nos destruyan.
Un abrazo grande y fraternal a todos, especialmente a todos aquellos que trabajan por el bien común.