viernes, 17 de febrero de 2017

Agua de fin de año



Si aprender tiene algún significado sin duda es saber medir. Saber implica muchas cosas, entre ellas, ser conscientes de lo que sabemos y de lo que no sabemos. Si supiéramos medir lo que sabemos y lo que no sabemos el diálogo sería comunicación de verdad y cada frase una bendición. También si aprendiéramos a escuchar y a hablar cuando toca. Para saber hay dos medios, o a través del estudio o través de la experiencia. Como hablamos de medidas probablemente se necesite más de lo segundo que de lo primero, si de saber de verdad se trata. No son pocas las veces en la que te encuentras a personas muy versadas a través del estudio que poco saben en realidad de lo que están hablando, también se encuentra uno muchas veces a personas que creen que treinta años de experiencia es lo mismo que un año repetido treinta veces. Frase que he repetido muchas veces, si les soy sincero la primera vez que la leí y luego la escuché me la apliqué a mi mismo y me sentó como un chaparrón. De agua y chaparrón también van a tratar estas palabras.
En este fin de año sin duda el agua es la protagonista, como decimos en Buñol, está cayendo a “capasos”. Escribo a lado de la ventana y escucho su intensidad vibrante y su rebote vertical como billones de lágrimas. Mucha agua, mucha más que en todo el año. Parece que la naturaleza no deja de darnos lecciones, nos muestra como el exceso, la medida, es fundamental si queremos entender la vida.
Los finales de año saben mucho de medidas y de excesos, de hecho la mayoría comeremos y beberemos en exceso con esa emoción que la tradición impone de celebrar el nacimiento y el año nuevo y querernos y acordarnos, la mayoría, mucho más que durante el resto del año. Las medidas sin duda no son nuestro fuerte.

Los que fumamos lo solemos hacer en exceso, un cigarrillo al día, tres.. imposible, más bien una cajetilla o dos, para eso nos mentimos diciéndonos que es un placer, cuando en realidad es una adicción que se alimenta en lo más destructivo de nuestro interior. Podemos aplicarlo también a mal comer, a beber, a amar, a odiar, a trabajar, a no trabajar, a pensar, a sentir o a no sentir, a defender a nuestros amigos o familiares, a nuestro equipo de fútbol, a nuestro partido político, a nuestra banda de música o a nuestras razones, todas ellas y más las solemos pasear habitualmente en el exceso. Alguien estará pensando y en el defecto también lo hacemos la mayoría, que sí… pero sigue siendo un exceso, aunque bajo mínimos. ¿No es un exceso para un animal omnívoro solo comer verduras, o solo comer carne, o no comer lo suficiente por estar muy flacos y dar más o menos con el modelo?
Coño el modelo ya ha salido de nuevo, el molde.
Volvamos al principio, si queremos aprender algo, aprendamos las medidas no el modelo. Cada uno tendrá las suyas pero hay una manera de saber si en realidad son verdaderas o falsas. Sigue lloviendo sin parar, la naturaleza se empeña en que le hagamos caso. Ella sabe mucho de armonía y de nuestros excesos. Nosotros también, de mes en cuando, pero cuando nos damos cuenta en vez de cambiar o nos flagelamos o seguimos más allá del exceso. Freud lo llamó pulsión muerte. A esa manera que tenemos los seres humanos de hacernos daño consciente o inconscientemente. Eso sí en su mayoría con unos argumentos capaces de convencer a los demás y a nosotros mismos de cualquier barbaridad.
Olvidé decirles como averiguar si las medidas son verdaderas o falsas. Para ello me tengo que valer del concepto sano y si a cualquier cosa que pensamos, sentimos, o hacemos le ponemos la palabra sano delante es probable que consigamos obtener la medida y con suerte también la respuesta acertada.
Para uno mismo: ¿Es sano el profundo dolor ante lo que creo que siento como amor? ¿Es sano mi trabajo? ¿Es sano trabajar 14 horas 7 días a las semana para tener más allá de lo que necesito? ¿Es sano dar o relacionarme con los demás cuando estoy lleno de mierda sin limpiar? ¿Es sano callar cuando estoy sintiendo ganas de hablar o de gritar? ¿Es sano no defender mis intereses por quedar bien con los demás? ¿Es sano aguantar y aguantar y aguantar en pro de un bien mayor? ¿Es sano ser hipócrita? ¿Es sano consentir, consentir y consentir para poder vivir sin conflicto?

Mucha agua este finde año, lluvias intensas de lágrimas en Siria y en todas la guerras y excesos viles en el mundo, en las fronteras, en el mar y en la tierra, mucha agua para lavar sus consciencias, quizá también las nuestras, eso sí, sin saber, hemos leído mucho pero nos falta la experiencia. Por eso el bien es tan lento y aprender cuesta mucho, a veces, demasiado. De medidas se trata.

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