Las personas tenemos muchas herramientas, cualidades esenciales que usamos en el desarrollo de nuestras vidas. Rosa Montero en su maravilloso libro La Loca de la Casa habla de una de ellas: la imaginación. Excelente metáfora para describirla y fabulosa herramienta humana. Aún así, por fortuna, disponemos de algunas otras más: el deseo, los sentimientos, las emociones, la razón… y todas ellas se centran en una parte concreta de nosotros: el cerebro.
Hace algún tiempo un psicólogo con una dilatada experiencia clínica me definió la mente humana como una compleja tela de araña, en la que todos los cabos se interrelacionan con los demás. El ejemplo que me puso era claro, parece demostrado que cuando a un paciente se la aplica la hipnosis, por ejemplo, para eliminar una fobia (miedo a…), se comprueba que en verdad desaparece. Pero también se produce un efecto secundario: aparece otra. Partiendo de estas afirmaciones, hace tiempo que me rondan algunas ideas por la cabeza de carácter inconexo que hoy voy a intentar ordenar. Les agradezco que me den la oportunidad de hacerlo.
Volvamos al principio, son nuestras herramientas, nuestras capacidades un arma de doble filo. Por una parte, no podemos vivir sin ellas (pulsión vida) y, por otra, pueden llegar a convertirse en el peor de nuestros enemigos (pulsión muerte). Ejemplos hay a mansalva.
No se puede vivir sin desear, pero a veces el deseo nos domina y nos lleva derechos al precipicio. Hay personas que no pueden parar de comer, enferman y siguen comiendo. El deseo contrario es la delgadez y el resultado, la bulimia. Las drogas en toda su amplitud son otro buen ejemplo, te producen placer, consigues sentirte bien, para acabar con las neuronas destruidas, el hígado reventado y demás efectos secundarios. Aún así seguimos usándolas.
Es curioso como la razón, junto al conocimiento, nos indican un camino sano. Y más llamativo aún como somos capaces de “elegir” el camino más insano.
Con los sentimientos y las emociones pasa también algo parecido. ¿Quién no se ha enamorado de alguien que le ha hecho sufrir profundamente y ha seguido y seguido hasta casi reventar? La violencia, llamada de género, es un ejemplo radical de esto.
¿Cuántas veces se han oído o han oído decir: Me doy cuenta, se que sufro, me duele o me perjudica pero… NO PUEDO?
¿Qué significa ese NO PUEDO?
A mi entender son los deseos, los sentimientos, las tendencias, los instintos… el conjunto que nos hacen sentir esa compleja sensación llamada emoción. Ella nos motiva para “elegir” y pasar a la acción recorriendo una senda u otra. Son inmensamente fuertes y también, gran parte de ellas, son aprendidas en la infancia y arraigadas como un filtro a nuestras conductas con un carácter marcadamente inconsciente. De ahí que a la que nos damos cuenta… ya estamos perjudicados.
Cada una es un gran hilo en la tela de araña, o un insignificante trocito corto que sostiene a otros más grandes, pero todos son igual de importantes porque todos cumplen su función. Tocas uno y se modifica el dibujo. Toda la red se mueve. Así atrapa la araña a sus insectos, el contacto con cualquiera de los hilos es la señal de aviso y en cuestión de segundos ha atrapado su comida. En algunos casos incluso los hilos contienen pigmentos pegajosos en los que quedan atrapadas sus víctimas. Ya no es necesario correr demasiado.
Algo así nos pasa a nosotros los humanos dentro de la mente, un deseo o un sentimiento mueven los hilos y caemos en la trampa, en nuestra propia trampa. Todo parece moverse a través de una parte y nos perdemos el todo. Un buen ejemplo está en la actual crisis, la euforia económica de los últimos años nos hizo caer a muchos en la trampa del exceso ó del cálculo sin imprevistos. La casa, el coche, los viajes, los sueños… todos ideales y muy por encima de nuestras posibilidades. Sobrepasamos los propios límites en éste y en otros muchos más sentidos. El precio siempre es el dolor y el sufrimiento, cuando no la muerte (también en vida).
Es pues, al menos, a mi me lo parece, imprescindible, conocer la tela de araña. Cada uno la nuestra, porque, en verdad, aunque semejantes, todas son diferentes. Me parece la única manera de aprender a darnos cuenta de nuestra propia realidad y poner los pies en el suelo. Pero lo más importante es que ese conocimiento, o mejor, esa experiencia interna, nos enseñará a armonizar todos esos hilos y convertirlos en algo así como una obra de arte, al servicio de nuestra salud (el cuerpo también está controlado por la mente y viceversa) y del crecimiento, en definitiva, promoviendo nuestra vida.
Es imposible vivir sin equivocarse, pero al menos, cuando los errores o los fracasos lleguen- siempre llegan- seremos capaces de aceptarlos como parte de nuestro crecimiento. Como decía Edison cuando un periodista le preguntó si era verdad que había fracasado dos mil veces hasta llegar a inventar la bombilla, él le contestó: Está usted equivocado, no fracasé ni una sola vez, hice dos mil experimentos hasta llegar a construir la bombilla. Parafraseando a Arnaldo así es como yo lo entiendo y parafraseando a Emi Conócete a ti mismo y no se si conocerás el Universo, de lo que sí estoy seguro es que vivirás (emos) mejor.
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