En esta tarde de verano entre nubes me viene a la cabeza aquello que nos enseñaban en el antiguo catecismo: El pecado por acción o por omisión, actualizados y deshilados en el tiempo. En la leyes estos conceptos también existen curiosamente. En cualquier aspecto de la vida creo que tendemos a creer que es mucho peor la acción que la omisión. Yo no lo creo.
La cabeza no actúa aleatoriamente, todo ello surge desde la reflexión, las preguntas están y la mente de una forma u otra va buscando respuestas que pueden aparecer de maneras muy espontáneas, éste no es el caso, ya me gustaría tener buenas respuestas para las grandes preguntas. Aún así hay que intentarlo por aquello de intentar crecer, que con sinceridad sigo sin saber si en realidad y de verdad nos ocurre a los seres humanos más allá de lo físico y gaseoso.
En todos lo tratados filosóficos y psicológicos a los que he tenido acceso se está de acuerdo en que los seres humanos tenemos necesidad real unos de otros, más aún no podríamos existir sin la dimensión social. Desde la familia, pasando por los pueblos y hasta las formas de organizarnos en instituciones nacionales e internacionales son esenciales para el desarrollo de la vida. Lo que me gustaría remarcar es que no se trata de una elección o una cuestión contingente sino de una absoluta necesidad. De aquí la importancia de las estructuras y sistemas de organización social, gobernarnos tanto individual como colectivamente es imprescindible, intrínseco al concepto humano. El ser humano es un animal político desde un punto de vista vital. No sé si somos muy conscientes de esta realidad y de sus consecuencias.
Y volvemos aquí a retomar la primera idea sobre la acción y la omisión. Podemos omitir la acción de participar en lo social y podemos hasta intentar salirnos de una sociedad que a muchos seguramente no nos gusta. Podemos incluso ensimismarnos, auto-marginarnos, evadirnos o simplemente pasar del tema e intentar hacer nuestras vidas individualmente. Da igual lo que hagamos, si no estamos nosotros ocupados otros se ocuparan de gobernarnos a todos. Y esto, por un motivo u por otro, es lo que ha ocurrido en toda nuestra historia: Nos han gobernado otros y siempre oligarquías, incluso en la democracia representativa, considerada hasta hoy para la mayoría el sistema de estado más justo.
La crisis económica y la corrupción política-en gran parte fruto del bipartidismo- han hecho temblar a la democracia representativa, tenemos la sensación de que nos han engañado y que nuestros políticos no han cumplido con el mandato de nuestro voto. A los hechos me remito. Se sabe que en una situación límite como la que estamos pasando no hay nadie que haya dado una respuesta firme a lo problemas básicos de las personas, cuestiones indignas como los desahucios, el paro, la pobreza, los recortes en sanidad y educación, el trato a los inmigrantes…. y algo de lo que se habla poco, la destrucción de gran parte de un tejido tan importante como el de los comerciantes, autónomos y pequeñas empresas que se han visto abocadas a la quiebra empresarial y como no le pasa a los grandes, a la quiebra personal.
El 15 M, la PAH surgieron como movimiento ciudadano como respuesta a la falta de gobiernos(autonómicos, nacionales e internacionales-Europa-) que fueran sensibles a una realidad que ha llevado a personas incluso hasta la muerte. Y han sido ellos- también otros en menor impacto- los que han removido conciencias, los que nos han abierto los ojos ante tales despropósitos, rescatar a los bancos antes que a las personas. Pensar en la macroeconomía perdiendo de vista la microeconomía, en ella se destroza la dignidad de las personas.
Tengo la impresión de que vivimos el principio de un gran cambio: El paso de la democracia representativa a la democracia participativa, esta última representa una gran apuesta por el futuro y sobre todo y más importante para que los gobiernos estén obligados a cumplir el mandato de los ciudadanos que no puede ser otro que el cumplimiento de los derechos humanos y de la constitución, en el que el bienestar de las personas sea la prioridad y no el mercado. Los gobiernos tiene que legislar para que el capital no destroce el bienestar de los ciudadanos.
La pregunta que me persigue es si estamos preparados-son tantas nuestras miserias- para participar activamente en política, comprometidos con la sociedad en la que vivimos siendo protagonistas del día a día de la política, tan prostituida pero tan necesaria. Espero que podamos superar el silencio-la cantidad de gente que no vota si quiera es mucha-, ese silencio que sin darnos cuenta se cobra un precio enorme y horrible.
Es hora de saber si podemos superar el silencio. Hace poco ha surgido una respuesta política y dicen: Claro que podemos. Así lo espero.
En todos lo tratados filosóficos y psicológicos a los que he tenido acceso se está de acuerdo en que los seres humanos tenemos necesidad real unos de otros, más aún no podríamos existir sin la dimensión social. Desde la familia, pasando por los pueblos y hasta las formas de organizarnos en instituciones nacionales e internacionales son esenciales para el desarrollo de la vida. Lo que me gustaría remarcar es que no se trata de una elección o una cuestión contingente sino de una absoluta necesidad. De aquí la importancia de las estructuras y sistemas de organización social, gobernarnos tanto individual como colectivamente es imprescindible, intrínseco al concepto humano. El ser humano es un animal político desde un punto de vista vital. No sé si somos muy conscientes de esta realidad y de sus consecuencias.
Y volvemos aquí a retomar la primera idea sobre la acción y la omisión. Podemos omitir la acción de participar en lo social y podemos hasta intentar salirnos de una sociedad que a muchos seguramente no nos gusta. Podemos incluso ensimismarnos, auto-marginarnos, evadirnos o simplemente pasar del tema e intentar hacer nuestras vidas individualmente. Da igual lo que hagamos, si no estamos nosotros ocupados otros se ocuparan de gobernarnos a todos. Y esto, por un motivo u por otro, es lo que ha ocurrido en toda nuestra historia: Nos han gobernado otros y siempre oligarquías, incluso en la democracia representativa, considerada hasta hoy para la mayoría el sistema de estado más justo.
La crisis económica y la corrupción política-en gran parte fruto del bipartidismo- han hecho temblar a la democracia representativa, tenemos la sensación de que nos han engañado y que nuestros políticos no han cumplido con el mandato de nuestro voto. A los hechos me remito. Se sabe que en una situación límite como la que estamos pasando no hay nadie que haya dado una respuesta firme a lo problemas básicos de las personas, cuestiones indignas como los desahucios, el paro, la pobreza, los recortes en sanidad y educación, el trato a los inmigrantes…. y algo de lo que se habla poco, la destrucción de gran parte de un tejido tan importante como el de los comerciantes, autónomos y pequeñas empresas que se han visto abocadas a la quiebra empresarial y como no le pasa a los grandes, a la quiebra personal.
El 15 M, la PAH surgieron como movimiento ciudadano como respuesta a la falta de gobiernos(autonómicos, nacionales e internacionales-Europa-) que fueran sensibles a una realidad que ha llevado a personas incluso hasta la muerte. Y han sido ellos- también otros en menor impacto- los que han removido conciencias, los que nos han abierto los ojos ante tales despropósitos, rescatar a los bancos antes que a las personas. Pensar en la macroeconomía perdiendo de vista la microeconomía, en ella se destroza la dignidad de las personas.
Tengo la impresión de que vivimos el principio de un gran cambio: El paso de la democracia representativa a la democracia participativa, esta última representa una gran apuesta por el futuro y sobre todo y más importante para que los gobiernos estén obligados a cumplir el mandato de los ciudadanos que no puede ser otro que el cumplimiento de los derechos humanos y de la constitución, en el que el bienestar de las personas sea la prioridad y no el mercado. Los gobiernos tiene que legislar para que el capital no destroce el bienestar de los ciudadanos.
La pregunta que me persigue es si estamos preparados-son tantas nuestras miserias- para participar activamente en política, comprometidos con la sociedad en la que vivimos siendo protagonistas del día a día de la política, tan prostituida pero tan necesaria. Espero que podamos superar el silencio-la cantidad de gente que no vota si quiera es mucha-, ese silencio que sin darnos cuenta se cobra un precio enorme y horrible.
Es hora de saber si podemos superar el silencio. Hace poco ha surgido una respuesta política y dicen: Claro que podemos. Así lo espero.
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