sábado, 6 de diciembre de 2014

La Crisis de la Sonrisa



La sonrisa “es la expresión del ser que se alegra de ser”
Milán Kundera del Libro de la Risa y el Olvido

Dicen que la sonrisa es una manera de expresar con un movimiento facial un sentimiento de satisfacción, alegría, agrado o placer… aunque no siempre, parece ser que la pueden producir otras emociones como la ansiedad, la ira, la ironía… También dicen que hay sonrisas voluntarias e involuntarias. También dicen que se flexionan 17 músculos cercanos a la boca y a los ojos para producirla. Dicen que los bebés ya sonríen en el útero materno, vamos que la sonrisa viene de fábrica. 
Curiosamente en los animales no humanos casi siempre enseñar los dientes significa amenaza. Se diría que los animales humanos hemos cambiado el lenguaje no verbal casi contradiciendo a la naturaleza para diferenciarnos. La complejidad de un movimiento tan sencillo parece clara si nos planteamos las diferentes motivaciones y pretensiones de cada individuo cuando usamos la sonrisa.

En nuestras vidas todos hemos visto, incluso están catalogadas, muchas clases de sonrisa, como en casi todo lo humano aparece la interpretación, en la interacción, en el conocimiento y en las relaciones que son los que van marcando los matices a la hora de interpretar algo, a priori, tan hermoso como una sonrisa. Dependiendo claro del quién, del cómo y del cuándo.
Desde que nacieron mis hijos los observo mucho con la intención como todo padre de apreciar, entender, conocer y comprobar su auténtico bienestar. Cuando alguien me pregunta por ellos suelo contestar: “Están muy bien, los niños son felices, a nosotros los adultos nos han engañado”. Quizá generalizo demasiado porque así me gusta pensarlo, todo es tan auténtico en un niño, si te fijas bien hasta lo malo es limpio y sincero en ellos. Todavía la sociedad no ha echado sus zarpas moldeadoras para convertirlos en adultos neuróticos o algo peor.

Cada día que puedo cuando llega  a casa mi pregunta suele ser la misma a cada uno de mis hijos: ¿Cómo estás, que tal el colegio, has pasado un buen día? A veces me pregunto porque les pregunto lo mismo casi siempre y me respondo que sin duda lo único que me ocupa es que disfruten del día a día, que vayan creciendo sin perder esa sonrisa que para mi es la auténtica y necesaria, la expresa deliciosamente la frase que encabeza este artículo del gran Kundera: la sonrisa, esa sonrisa, la de los niños que se iluminan y nos iluminan con ellas, es “la expresión del ser que se alegra de ser”. Estár contentos consigo mismos, aunque ya comiencen a sentir aquel encargo que comienza en todos en algún momento: La competición y el malestar que les supone no cumplir la igualdad comparativa, las diferencias con los demás les atemoriza y eso que todavía no han recibido el regalo social de las obligaciones. Ahora bien, ya nos encargamos nosotros, la mayoría de veces sin darnos cuenta, de hacérselo ver y sentir, en nuestras casas, en los colegios, en las calles, entre sus amigos y familiares. Cometemos muchos fallos sin querer y les transmitimos tanto lo sano como lo insano de nuestra sociedad, de nuestra familia y de nuestra persona. Parece que es ley de vida y no puede evitarse. Habría que des-educarnos a nosotros para educarnos otra vez y creo que ni aún así conseguiríamos no errar.

En la actualidad hay una situación social muy complicada que condiciona a  la mayoría de las personas, resulta pues muy difícil o del todo imposible no lo tengo claro, no transmitir de alguna manera nuestros estados de ánimo a todo aquel que nos rodea, especialmente a quiénes están muy cerca de nosotros y todavía más a nuestros hijos que son los que nos miran, nos escuchan, se fijan como búhos en cada uno de nuestros movimientos, acciones y diálogos, mucho más de lo que normalmente imaginamos, hasta grados que en algunos momentos a mi personalmente me asustan, pues la responsabilidad nos podría desbordar de no ser por la aplicación de una regla maravillosa que sirve para entender casi todas las cosas: La perspectiva humana. Esa visión que te hace conocerte y como consecuencia conocer a los demás desde nuestras semejanzas y nos da cuenta clara y concisa de nuestros límites, de nuestro alcance, de nuestras capacidades, de lo que no alcanzamos ni aunque lo deseemos con todas nuestras fuerzas. Eso que nos hace saber quiénes somos de verdad sin la fantasía omnipotente que transportamos en nuestro interior desde niños.

No sé si es por contraste o por observación o por casualidad o por proyección, pero me da la sensación de que hay una crisis más allá de la económica, una crisis de la sonrisa, como si cada año que cumplimos nos arrebataran o arrebatamos un ápice de esa capacidad de “alegrarse de ser”. Lo he visto y vivido muchas veces y no solo en épocas de crisis económicas sino en también épocas de bonanza, porque esa pérdida se hace sin darnos cuenta, día a día, y en ella influyen muchas cosas, todo aquello que sentimos nos falta o que nos duele, lo llamativo de esto es que una parte es evidentemente real, objetiva, la falta de trabajo o de dinero por ejemplo, pero hay otra parte que es inventada por nuestros propios miedos, por nuestra imaginación y nuestra actitud ante la vida y sus problemas. Esa no es tan fácil de objetivar, por lo tanto más difícil de resolver.


Espero que seamos capaces de saber rectificar y así recuperar esa sonrisa auténtica que sale desde adentro, de esa emoción compleja de “alegrarse de ser” sin más, que tiene que ver mucho con el amor propio, el amor a la vida y la convicción de que la sonrisa es un lenguaje que todo el mundo entiende y siente cuando es genuina. No dejemos que se pierda, no cerremos la boca y menos aún que no las cierren.

miércoles, 19 de noviembre de 2014

Prejuicios y Perjuicios


Nadie viene a la vida con un libro de instrucciones. Todos nacemos en un tiempo, en un país u otro, en una comunidad o en otra, en un pueblo o en otro, en una familia u otra, pero nadie tiene el poder de elegir, por lo tanto se podría decir que todos los ejes que nos convertirán en una persona u otra son producto de las leyes de la naturaleza o del azar.
Somos educados desde un tiempo y desde un país… hasta la familia te toca. Nadie elige.
Desde bebés estaremos a merced de la circunstancia de nuestro país, comunidad, ciudad o pueblo y de nuestra familia. De ello dependerán nuestro idioma o idiomas, nuestros valores, nuestras actitudes, nuestros compromisos, nuestros miedos, nuestras capacidades… Una multitud de aspectos y personas más configurarán en la interacción nuestra manera de ser y de actuar. De ahí, la importancia del dónde, del quién y del cómo. De todos estos factores dependemos, de ahí la importancia de todos ellos en el complejo proceso educativo de cualquier ser humano y de ahí la importancia de que en todos esos nidos emocionales se respire aire sano. Aún así, nacemos sin libro de instrucciones, no los hay ni para ser, ni para creer, ni para pensar, ni para valorar, ni para ser madre ni padre, ni hermano, ni amigo, ni niño, ni joven, ni adulto, ni viejo… y así podríamos seguir hasta llenar el periódico. No sabemos de antemano nada, absolutamente nada, aprendemos sobre la marcha, viviendo.
No creo equivocarme si afirmo que todos aprendemos equivocándonos. Y de esta realidad me viene una pregunta fundamental: ¿Por qué pues está tan mal visto equivocarse? ¿Por qué en nuestra sociedad castigamos tanto a los que yerran? 
Se diría que somos muy severos con algo que nos ocurre a todos sin excepción y sin embargo parece que al juzgar a los demás no somos capaces de ponernos en su lugar, seguramente porque nos creemos más listos o mejores o tan limpios y tan puros que a nosotros no nos pasa. Tremenda mentira, nadie vive, si vive, sin equivocarse. Y nos atrevemos a valorar o juzgar a los demás sin conocer, sin entender su circunstancia, sin saber sus sentimientos ni sus motivaciones… sin comprender que todos somos potencialmente acierto, error, fracaso, éxito, dolor, alegría, placer, sufrimiento, odio, amor o cualquier otra realidad que pueda darse dentro de los límites humanos.
Alimentamos nuestro ego no con nuestras propias valías sino con lo que llamo la teoría de la igualdad comparativa, nos igualamos cuando nos conviene y nos distanciamos de los demás cuando entendemos que no son tan “buenos” como nosotros. Y en realidad ni somos todos iguales ni somos diferentes, somos todos semejantes. Todas las personas hemos sido, somos o seremos buenos, malos y regulares, todo cabe a lo largo de una vida en la que todo va cambiando, distintas circunstancias, distintos tiempos, distintos nosotros, aunque la sociedad se empeñe en que siempre somos los mismos y se nos pueda catalogar en un tiempo y definitivamente como si en vez de personas fuésemos cosas.
Es verdad que somos sujetos por lo que la objetividad no es nuestro fuerte, aún menos la conciencia, quizá desarrollarlas fuera la solución, nos daría una perspectiva de juicio más humana, más cercana al intento de comprensión y comunicación, lejos de eso tan habitual de la competencia y la manipulación en vez de la cooperación.
En Buñol también nos pasa, como en todo el mundo, más o menos, ahí podemos cada uno opinar. Hay una frase que se utiliza a menudo: “En Buñol nos conocemos tos”. Yo la cambiaría sin temor a equivocarme: En Buñol nos etiquetamos tos. 
Creo que nos convendría como sociedad, aprender y enseñar de una vez otras manera de mirar y ver a las personas porque no imaginamos el daño que hacemos cuando juzgamos a los demás, incluso en los casos más extremos llevando a personas a la marginalidad.
Los prejuicios generan mucho perjuicio, tanto que a veces muchas personas viven asumiéndolos, creyéndoselos de tantas veces que le fueron repetidos, y no por repetir nada más veces se llena de verdad. 
Van unas cuantas palabras para la reflexión: "No juzgues a nadie sin conocer su infierno”
"Jamás es un error buscar lo que necesitas”
Es una excelente frase solo que al autor se le olvidó lo más difícil: ¿En cada momento y en cada tiempo y en cada circunstancia... sabemos lo que necesitamos?
Y la famosa frase de Ortega pero la auténtica: Yo soy yo y mi circunstancia y si no la salvo a ella no me salvo yo.


No nos hagamos daño: ”Ninguna época ha sabido tantas y tan diversas cosas del hombre como la nuestra. Pero en verdad, nunca se ha sabido menos qué es el hombre.” 

sábado, 13 de septiembre de 2014

La Sangre



Cuando los ojos ven tanto, la venas se hinchan nerviosas, gimoteando lágrimas rojas que pasan por el corazón y recorren todo el cuerpo. Se mueven al ritmo de la vida, cada uno tiene el suyo, pero siempre acaban de igual forma: Quietas y en silencio.
La sangre se mueve bailando ó riendo ó jugando o charlando ó saludando ó queriendo ó disfrutando ó paseando ó comiendo ó bebiendo ó tocando ó follando ó soñando ó ilusionando ó juntando ó celebrando…
llevamos toda la vida echando grandes cantidades de sangre en la plaza del pueblo cada año el último miércoles de Agosto, en una expresión que en realidad dura diez días, quizá para algunos todo el año.
Buñol, como cada pueblo intenta cada día mover su sangre. Unos se esfuerzan más otros menos, unos son más conscientes otros menos, incluso algunos nada. Lo importante es no parar de mover la sangre, por eso es tan importante una gran batalla sin muertos ni heridos, por eso es tan importante aquello que une sin peros, ni comas, ni comillas, ni nada verbal ni físico que lo empobrezca hasta paralizar todos los cuerpos.

El pasado viernes, primer día de fiestas vi la plaza rebosante de alegría, de personas que gustan de convivir, de compartir… La sangre que nos arrojamos unos a otros es eso, pura alegría, vida instantánea, muchas ganas porque representa l0 que nos une, aunque siempre hay excepciones, faltaría menos.
Lo vi el sábado y el domingo con las calles llenas y hoy lunes bailando unas generaciones con otras, unos recordando, otros empezando, unos cuantos observando. Todos mirando como la sangre se mueve al ritmo de la música, nostálgica música que vuelve del pasado recordándonos a nosotros mismos. O no, quizá a otros que también quisimos, quisieron e intentaron moverla en su tiempo, ahora recorrido en la memoria de la sangre.
El último miércoles de agosto, desde hace muchos años, invitamos desde nuestro pueblo a que prueben nuestra sangre, parece que a muchos les gusta, vienen de otros pueblos, ciudades y países. Como si mover la sangre no tuviera fronteras… y creo poder afirmar que no las tiene. Es un idioma, como la música, que todo el mundo entiende, niños, adolescentes, adultos, ancianos y muertos. Nada se entiende tan bien como la sangre cuando se mueve, incluso cuando no lo hace, esto también ocurre y entonces nada funciona bien, nada parece igual, como la noche y el día, dos caras de la misma realidad que la sangre siente en cada momento.
los momentos se construyen para mover la sangre, unas veces se mueve más, otras se mueve cotidianamente y otras parece que se retrasa como aquel amigo que ya no está y tanto se echa de menos. Está en tu sangre pero ya no puede ayudarte ni tú a él a moverla.
Pocos entienden que arrojamos toneladas de sangre en la plaza del pueblo, cargadas en camiones que se convierten en manos y que en cada movimiento golpean los cuerpos, cambian de manos y mueven más sangre hasta el contagio total si te dejas. Importantísimo darse permiso y entender qué está ocurriendo… por eso llevamos a nuestros hijos desde muy pequeños para poderles transmitir la hondura de la sangre rota y desbordada recorriendo calles y aceras. Es el permiso por excelencia, ese que nos une a las sensaciones, a las carreras de sangre recorriendo cada órgano, cada víscera, cada músculo y cada sentido.

Buñol no es el ombligo del mundo, la sangre se mueve en todas partes, más o menos, peor o mejor, igual o desigual, en un idioma o en  otro, en el mar o en la montaña, en la tierra o en el agua, en las palabras o en los silencios, en lo que se muestra y en lo que se esconde. Todo es la misma cosa: Sangre.

Recorremos las calles con toda la sangre que Buñol nos ha dado y hemos devuelto en todos los tiempos, cada uno los suyos. No son uno, son muchos, cada año distinto aunque parezcan iguales, como cada beso que dimos o nos han dado, hoy quizá convertido en uno más rico, más lleno, más… y quizá también menos. Se gana y se pierde sangre con el paso del tiempo.

No he pronunciado las palabras, de tanto usarla se gastan, erosionadas como una roca inmensa en la montaña que antes fue mar. Todo cambia y todo queda entre sonrisas y lágrimas rojas que vuelan por el aire, cruzándose entre veintidós mil personas llenas de sangre que juegan a estar vivas, muchas más recorrerán nuestras calles en otros encuentros, tan intensos durante estos días, pero no hay que olvidar, especialmente ahora, cuando todo parece fácil, que la vida se llena de sangre cuando encontramos lo que nos une. Eso es La Tomatina. Y más...

martes, 26 de agosto de 2014

Aquí hay tomate


Últimamente cuando leo la prensa y veo a nuestra fiesta convertida en una contienda política me entristezco. Mi memoria que no es gran cosa no pretende dar lecciones a nadie pero sí quizá refrescar algunos de los sentimientos y emociones que afloraban cuando éramos niños, y no tanto, las ganas y la alegría a poco de llegar el día de la única batalla en la que la sonrisa, la ilusión y el disfrute eran los únicos motivos que a los buñoleros nos movían a acudir a tirarnos tomates unos a otros. Volver la mirada hacia atrás de mes en cuando es muy sano, probablemente nos aportará distintas perspectivas reales para ayudarnos a entender la evolución de nuestra fiesta más internacional, de esa que nos enorgullecemos casi todos cuando sale en multitud de televisiones y de publicaciones. De esa que atrae a miles de personas a nuestro pueblo el último miércoles de Agosto de cada año.
Dá que pensar la verdad, y surgen algunas preguntas: ¿Ha sido bueno que haya crecido y crecido sin parar hasta tener que acotarla y poner entrada, qué beneficios nos ha traído que esto haya ocurrido?
No creo que haya sido una mala idea acotar y poner entradas, de hecho me parece com matices una idea valiente, al menos se supone que ahora no nos cuesta, incluso si estoy bien informado ganamos dinero. Aún así siempre hay que estar intentando mejorar. Unos dicen que es muy importante que nos conozcan en todo el mundo y que vengan muchas personas y de tantos países ese día a Buñol y puede que tengan razón, pero también a Paris Hilton la conocen en todo el mundo y a mi me parece un atobón del cuatro, eso sí tonta no es, le saca mucho dinero a su popularidad y extravagancia, de la cosas más tontas y de la superficialidad vive mucha gente.
Lo que no tengo tan claro es si nosotros estamos dando a conocer el Buñol de verdad con un reclamo tan mediático como la Tomatina, tengo yo la intuición de que Buñol tiene muchas cosas que enseñar al mundo y que las mejores se conocen poco ó nada y no se invierte en ellas. No sé si estamos promoviendo en vez de un turismo de calidad el turismo del aborregamiento, a este año le sumamos con un nombre muy comercial y anglosajón la Tomatina Sound Festival el 26 y 27 de Agosto, tampoco tengo muy claro cuál es el propósito de este evento(los patrocinadores en el cartel son 9, entre ellos Buinsa, Buñol Comercial y el Ayuntamiento de Buñol… los otros 4 son bebidas, tres de ellas alcohólicas), supongo pues que con las actuaciones se pretenden alargar el gasto en cubatas y la estancia un día más y sumar el dinero que eso proporcionará, tampoco sé a quién, supongo que a todos los comercios de ocio de Buñol o al menos así lo espero. No es que se haya explicado por el Ayuntamiento muy bien o nada o igual no me he enterado yo, que a veces nos quejamos y lo que pasa es que somos un poco cortos o no nos preocupamos por saber.
En todo caso defrauda, al menos un poco, que en Buñol solo seamos capaces de ofrecer y atraer turismo de botella y fiesta a lo Benicasim o Benidorm pero sin playa. Que conste que soy el primero al que le gusta divertirse, pero hay maneras y maneras. Y ésta…vamos que no me gusta que nos represente unívocamente. Preferiría eventos con mayor calado cultural y social: Exposiciones, Conciertos Blues o Jazz…, Rutas por el agua, Eventos en el Castillo creativos, en la Cueva Turche…seguir con la Tomatina gastronómica mejorándola, etc, todos ellos dirigidos a  otro tipo de turismo y a todos nosotros.
Soy consiente de lo difícil que es y más en un época en la que le dinero no sobra promover este otro tipo de eventos pero también sé que si no innovamos y creamos nada cambiará. Habría que hacer un cierto esfuerzo para que todos pongamos nuestro granito de arena, al menos abrir un debate ciudadano para recoger el sentir de las personas y quizá posibles buenas ideas que pudiéramos entre todos aportar. Quizá se echa de menos que nos pidan opinión.
Esta última legislatura, y ya van varias, se podría definir como la del conflicto continuo. La capacidad de diálogo, de pacto y acuerdo son nulas, absolutamente inexistentes, las riñas político-emocionales son el pan de cada día y ha llegado últimamente a extremos judiciales afectando incluso a nuestra archiconocida Tomatina. Así construir se hace muy difícil, casi imposible me atrevería a afirmar. Y en estos últimos años Buñol ha necesitado de acuerdos no de constantes e infructuosas confrontaciones en el Ayuntamiento. No me cansaré de repetir que en el ámbito local (y en los demás también) tratar de buscar acuerdos en lo fundamental debería ser una responsabilidad ineludible tanto para el gobierno como para la oposición porque de otra manera no se puede construir nada sano.
Es triste para un buñolero de a pié ver un espectáculo continuo y  tan desagradable en los plenos y en los medios de comunicación.

Habría que reflexionar y cambiar el rumbo sin duda, el actual no nos lleva a ninguna parte.                

miércoles, 23 de julio de 2014

No lo entiendo


Tengo la impresión de que pocos políticos locales se dan cuenta de que el sistema de funcionamiento de los ayuntamientos es el que marca la filosofía política y sus consecuencias. El sistema es sumamente malo, de hecho casi todos lo poderes, condicionados por los técnicos, están en manos de los alcaldes que delegan o no lo que creen oportuno. La democracia representativa está incluso a merced de mayorías que normalmente no respetan a las minorías. Se olvidan de que también deben gobernar para ellos y por qué no con ellos. La torpe ley de régimen local puede ser corregida, mejorada y puesta en marcha con voluntad política. No se entiende que en un ente local no haya un sistema que inequívocamente se nutra de la participación de los ciudadanos, no se entiende que las concejalías están en manos de las ideas de una sola persona o tendencia política cuando la riqueza  provendría de formar equipos plurales en los que la creatividad, el aporte de ideas y el conocimiento fueran el motor de crecimiento  y progreso. No se entiende... porque todos serían ventajas, dinamizar lo social genera ilusión, el concejal de turno se sentiría más y mejor apoyado como coordinador y responsable, el conocimiento de cada persona sería aportado al grupo por lo que se multiplicaría en progresión geométrica… y así podría seguir hasta llenar este periódico. Parece increíble que en el año 2014 hayamos retrocedido, pues en las dos primeras legislaturas democráticas y parte de la tercera sí se hacía, pero de verdad. Pero lo más curioso es que era el mismo alcalde que tenemos actualmente con el que se hicieron todas estas cosas. No me las invento, las viví en primera persona, junto con muchos compañeros de diferentes partidos, asociaciones o individuos y de allí surgieron grandes amistades no lo contrario. El ayuntamiento era el mayor centro de iniciativas y los cauces de participación estaban, sin ser perfectos, bastante claros. No entiendo qué ha pasado, bueno sí lo entiendo, pero sería largo de explicar y probablemente controvertido por lo que lo dejaré para otro momento.

Lo más alucinante es que ninguna de las fuerzas políticas que nos representan en el consistorio reclaman la participación ciudadana como algo fundamental, necesario, y ahora más que nunca dadas las duras circunstancias y la falta de una economía sana. En los plenos te quedas perplejo escuchando riñas,  dimes y diretes y otras perlas, sin que haya debate alguno de fondo. Y desde luego temas hay y muy importantes. No entiendo como no existen medios de comunicación públicos, plurales y claros construidos desde el ayuntamiento para que todos estemos bien informados de lo que se está haciendo en cualquiera de las concejalías, ni siquiera hay una buena información y publicidad de los actos que se celebran en el municipio. Te encuentras con estupendos espectáculos con 20 personas y luego preguntas a la gente y muchos ni se habían enterado. Es casi incomprensible que no exista algo parecido a lo que fue Voces de Buñol aunque en la actualidad fuese en formato electrónico y solo se haga alguna publicación o BIM que no responden ni contienen ningún nivel crítico, solo auto-alavanzas y obras. Todavía es más alucinante que las redes sociales no se usen bien, ni que no haya una sola web que responda, informe y exprese todo nuestro potencial social, cultural, musical, patrimonial, natural…. ¿A nadie se le ha ocurrido que es hoy en día, por el auge de internet, nuestro escaparate al mundo? Nos encontramos con varias webs inconexas y de una calidad penosa y sin coordinación alguna. Y nadie dice nada, no lo entiendo.
No soy contrario a casi nada, excepto a la violencia, al pisoteo de los derechos humanos, a los radicalismos y a los excesos, me congratulo de ser amigo de algunos de nuestros representantes en el ayuntamiento. Pero parece que desde hace mucho o estás conmigo o estás contra mi(y es una malísima y destructiva actitud). Existe con toda claridad una falta de participación, pluralidad y auto-crítica . Decirlo hace hasta que te sientas culpable e incluso in extremis te puede hacer perder alguna amistad o sentir una cierta exclusión de grupos, esto es de una inmadurez enorme cuando no de una visión de la política dogmática y poco democrática. Hay que aprender a diferenciar bien entre lo público y lo privado. Podemos ser grandes amigos, incluso familiares en lo privado y discrepar con respeto en lo público sin que remueva ni un ápice el valor individual o de cualquier tipo de relación. Estar equivocados o caer en hábitos y costumbres que no representan la mejor manera de funcionar en lo público(incluso en lo privado) no es un pecado, es un error, a todos nos puede pasar. Y está pasando y desde hace muchos años sin que se corrija nada, a nadie ineteresa, no lo entiendo. Creo que deberíamos ir pensando en como hacer cambios de fondo, promover e implantar cauces de participación moviendo la sangre de lo social, el tejido asociativo(bandas de música, deportes, etc…) nos ha demostrado que la unión y la participación de las personas con un fin común sano da muy buenos resultados. No lo entiendo, es tan obvio. Llevamos demasiados años pintando y arreglando el tejado sin darnos cuenta de que los cimientos son de barro.


miércoles, 9 de julio de 2014

Podemos superar el silencio


En esta tarde de verano entre nubes me viene a la cabeza aquello  que nos enseñaban en el antiguo catecismo: El pecado por acción o por omisión, actualizados y deshilados en el tiempo. En la leyes estos conceptos también existen curiosamente. En cualquier aspecto de la vida creo que tendemos a creer que es mucho peor la acción que la omisión. Yo no lo creo.
La cabeza no actúa aleatoriamente, todo ello surge desde la reflexión, las preguntas están y la mente de una forma u otra va buscando respuestas que pueden aparecer de maneras muy espontáneas, éste no es el caso, ya me gustaría tener buenas respuestas para las grandes preguntas. Aún así hay que intentarlo por aquello de intentar crecer, que con sinceridad sigo sin saber si en realidad y de verdad nos ocurre a los seres humanos más allá de lo físico y gaseoso.
En todos lo tratados filosóficos y psicológicos a los que he tenido acceso se está de acuerdo  en que los seres humanos tenemos necesidad real unos de otros, más aún no podríamos existir sin la dimensión social. Desde la familia, pasando por los pueblos y hasta las formas de organizarnos en instituciones nacionales e internacionales son esenciales para el desarrollo de la vida. Lo que me gustaría remarcar es que no se trata de una elección o una cuestión contingente sino de una absoluta necesidad. De aquí la importancia de las estructuras y sistemas de organización social, gobernarnos tanto individual como colectivamente es imprescindible, intrínseco al concepto humano. El ser humano es un animal político desde un punto de vista vital. No sé si somos muy conscientes de esta realidad y de sus consecuencias.
Y volvemos aquí a retomar la primera idea sobre la acción y la omisión. Podemos omitir la acción de participar en lo social y podemos hasta intentar salirnos de una sociedad que a  muchos seguramente no nos gusta. Podemos incluso ensimismarnos, auto-marginarnos, evadirnos o simplemente pasar del tema e intentar hacer nuestras vidas individualmente. Da igual lo que hagamos, si no estamos nosotros ocupados otros se ocuparan de gobernarnos a todos. Y esto, por un motivo u por otro, es lo que ha ocurrido en toda nuestra historia: Nos han gobernado otros  y siempre oligarquías, incluso en la democracia representativa, considerada hasta hoy para la mayoría el sistema de estado más justo.
La crisis económica y la corrupción política-en gran parte fruto del bipartidismo- han hecho temblar a la democracia representativa, tenemos la sensación de que nos han engañado y que nuestros políticos no han cumplido con el mandato de nuestro voto. A los hechos me remito. Se sabe que en una situación límite como la que estamos pasando no hay nadie que haya dado una respuesta firme a lo problemas básicos de las personas, cuestiones indignas como los desahucios, el paro, la pobreza, los recortes en sanidad y educación, el trato a los  inmigrantes…. y algo de lo que se habla poco, la destrucción de gran parte de un tejido tan importante como el de los comerciantes, autónomos y pequeñas empresas que se han visto abocadas a la quiebra empresarial y como no le pasa a los grandes, a la quiebra personal.
El 15 M, la PAH surgieron como movimiento ciudadano como respuesta a la falta de gobiernos(autonómicos, nacionales e internacionales-Europa-) que fueran sensibles a una realidad que ha llevado a personas incluso hasta la muerte. Y han sido ellos- también otros en menor impacto- los que han removido conciencias, los que nos han abierto los ojos ante tales despropósitos, rescatar a los bancos antes que a las personas. Pensar en la macroeconomía perdiendo de vista la microeconomía, en ella se destroza la dignidad de las personas.
Tengo la impresión de que vivimos el principio de un gran cambio: El paso de la democracia representativa a la democracia participativa, esta última representa una gran apuesta por el futuro y sobre todo y más importante para que los gobiernos estén obligados a cumplir el mandato de los ciudadanos que no puede ser otro que el cumplimiento de los derechos humanos y de la constitución, en el que el bienestar de las personas sea la prioridad y no el mercado. Los gobiernos tiene que legislar para que el capital no destroce el bienestar de los ciudadanos.
La pregunta que me persigue es si estamos preparados-son tantas nuestras miserias- para participar activamente en política, comprometidos con la sociedad en la que vivimos siendo protagonistas del día a día de la política, tan prostituida pero tan necesaria. Espero que podamos superar el silencio-la cantidad de gente que no vota si quiera es mucha-, ese silencio que sin darnos cuenta se cobra un precio enorme y horrible.
Es hora de saber si podemos superar el silencio. Hace poco ha surgido  una respuesta política y dicen: Claro que podemos. Así lo espero.


jueves, 3 de abril de 2014

El Ambulatorio

Ya han llegado los días soleados y han pasado las Fallas, preludio del buen tiempo en nuestros pueblos. La luz y el color protagonizan aquello que se ve, se huele, se oye y se mira. Y también comenzarán las alergias, como cada año. Parece que nada escapa a esas dos caras, lo malo y lo bueno. Carecer de cerebro tiene sus ventajas, aunque la memoria tenga sus atajos y también sus inconvenientes. Supongo que no haber vivido nada mejor es una buena manera de no tener punto de referencia para la comparación. Desgraciadamente no es el caso de muchos… es ley de vida. ¡Anda…! menuda frase, retuerce en buena medida la ilusión de una libertad comestible. Ando pensando en ello hace tiempo y no llego a entender bien entre los condicionamientos y los determinismos. No digamos entre el pasado, el presente y el futuro.
Llevo bastante tiempo reflexionando con un fantasma del pasado que quizá no es más que el cambio. Sí, el cambio, el paso del tiempo y qué transformaciones se han producido en nuestra sociedad y como consecuencia en nosotros los blanditos.
La atención comenzó un día en el que me encontraba realmente mal y después de muchos años sin ir decidí ir al médico, por aquello de que los años hacen que el sentido común aparezca o al menos eso dice todo el mundo, y claro, lógicamente aparecí en el ambulatorio. Como la mayoría sabrá la hora de las citas no suele cumplirse-nunca he entendido el por qué- por lo que en general yo diría que las personas que acudimos esperamos entre cuarenta y cinco minutos y ciento veinte, si la cosa se complica. Aquel día esperé alrededor de una hora y media, pero lo más curioso es que no me enfadé, ni mucho menos, al contrario, hacía mucho tiempo que no me lo pasaba tan bien en Buñol: Me encontré con vecinos, amigos, familiares, y a algunos hacía mucho tiempo que no los veía , charlé con todos ellos distribuyendo el tiempo entre sus esperas y la mía. Hasta me dio tiempo a ir a almorzar y todo. Vamos que pasé una mañana estupenda relacionándome con más gente que un sábado por la noche de fiesta en nuestro pueblo. Ese justamente fue mi pensamiento al irme del ambulatorio, estaba sorprendido, incluso lo compartí con algún amigo, el mejor lugar para relacionarse en nuestro pueblo es el ambulatorio. Si hubiese música y una bar la cosa sería de marcianos.
Mientras iba a la farmacia a comprar todas las recetas, mi jaula de grillos no paraba de recordar: Patrón, el Nido del Cuco, el Pedal, la Cima, la átomo, la Hamburguesería, Chapí, Tahiti, la Tasca… las divertidísimas Verbenas. La plaza del Pueblo llena de paseantes, los locales todos llenos, hasta grupos muy numerosos en la calle(y en invierno) y eso que entonces sí se podía fumar dentro de los locales. Me pregunté que había pasado durante todos estos años para que antes la mayoría de los establecimientos de ocio tuviesen bastante, incluso mucho ambiente y hoy sean muy pocos los que lo tienen y en fechas contadas. ¿Qué ha pasado en Buñol, incluso en nuestra Comarca, si la población es la misma? ¿Por qué hay tan poco ambiente-y esto viene de mucho antes de esta crisis no vayamos a echarle la culpa también-? Cuando te lanzas preguntas a veces son complejas y compuestas las respuestas o son más preguntas las que surgen: ¿La población ha envejecido?, ¿Hemos envejecido mal nosotros?, ¿Somos menos alegres?, ¿Hoy casi todo el mundo tiene coche y nos vamos a Valencia y a otros pueblos?, ¿Nos hemos hecho más individualistas y necesitamos menos a los demás?, ¿La televisión, internet y el sofá nos ha acomodado?, ¿O quizá desde hace años se ha ido destruyendo tanto empleo de calidad que las rentas han caído y los bolsillos se han vaciado?, ¿Se ha producido un cambio generacional y cultural hasta conseguir cambiar o aniquilar los hábitos y las ilusiones en el ocio y en las relaciones sociales?, ¿Qué ha ocurrido en realidad?, ¿Es culpa de la Redes Sociales?
La verdad, no lo sé, como tantas cosas que se me quedan en el tintero de las limitaciones, pero mientras pensaba en las respuestas cayó en mi teclado una frase de Friedrich Dürrenmatt: “El ocio representará el problema más acuciante, pues es muy dudoso que el hombre se aguante a sí mismo”. Un silencio impactante se quejó en mis adentros y dije: ¡Joder que oscuro! Y seguí buscando entre lo que no sé y lo que sé y me ganó la ignorancia, hasta llegar a lo que creía Henry David Thoreau: “Disfruta de verdaderos ratos de ocio el que tiene tiempo para dedicarse al cultivo de su espíritu.”
Ya está, encontré la respuesta: Nos hemos olvidado que necesariamente hay que sembrar para poder cultivar y probablemente   no reconocemos o no encontramos o no nos gusta el espíritu. Quizá ya no creamos en la resurrección.


viernes, 7 de marzo de 2014

El Bolsillo


A diario nos relacionamos con cosas insignificantes pero que nos ayudan a guardar aquello que usamos a menudo o nos hace falta. El bolsillo: “Saco más o menos pequeño cosido en una u otra parte de los vestidos(u otros), y que sirve para meter en él algunas cosas usuales”. Metemos en ellos las manos cuando tenemos frío o no sabemos que hacer con ellas, allí colocamos nuestros documentos, carteras, dinero, llaves, caramelos, chicles… incluso algún amuleto o recuerdo que nos sirve de acompañante en el devenir de los días. Desde luego tiene su importancia aunque no vaya a entrar en valorarla pues para cada uno representa una cosa. Por ejemplo mi padre se hacía los pantalones con bolsillos horizontales porque en los verticales y laterales se pierden con mayor facilidad las cosas, mi abuelo Fite llevaba siempre camisas de dos bolsillos donde guardada todo aquello que para él tenía valor-además de ambos llevar sus respectivos bolígrafos-. De hecho en el izquierdo además del botón se cruzaba un imperdible pues ahí guardaba la cartera, las cuentas corrientes no estaban hechas para él. El tiempo le ha dado la razón. Yo mismo tengo una fascinación y gusto por las prendas de muchos bolsillos, probablemente por cierta influencia educacional de los varones de mi familia. Conozco también a personas que los bolsillos los llevan casi vacíos pues gustan de   llevar encima nada o lo más mínimo, aún en estos casos, las llaves del coche, las de casa u otros no pueden ser evitados. ¿Es pues posible que el bolsillo sea un invento realmente importante para las personas? Es más, ¿es posible que nuestras costumbres y hábitos no nos permitan darnos cuenta de lo que se nos ha dado hecho? Yendo más allá: ¿Hemos recibido de nuestros antepasados, con todas sus creaciones e inventos, tantas cosas que ya no somos capaces de valorarlas al considerarlas parte de nuestra realidad antes al nacer y algo recibido sin saber su por qué?
Parece que se piensa en todo lo que nos rodea, como algo que está ahí por generación espontánea o por un acto de magia, o aunque obvio, no sé si somos muy conscientes de ello, de lo hecho por los que antes vivieron y crearon. Me parece importante remarcarlo porque justo en este movimiento es donde debería surgir nuestro compromiso social: ¿Qué podemos aportar nosotros para que las siguientes generaciones se encuentren con una realidad mejor?
En los bolsillos llevamos cosas pero también en ellos guardamos palabras, recuerdos, notas… muchísimas cosas materiales e inmateriales. Quizá también en esa mochila imaginaria que todos llevamos a cuestas llena de las huellas de todas nuestras experiencias. Las catalogadas como malas que pesan como el plomo y las consideradas como buenas que aparecen etéreas entre tanto error. ¿Por qué lo malo pesa más que lo bueno, por qué lo negativo pesa más que lo positivo? Qué jodía es nuestra mente o nuestra educación o ambas cosas, sumando siempre más todo aquello que duele.

He encontrado hoy en una chaqueta un papelito que alguien me escribió hace muchos años y me ha emocionado, a la vez una rara sensación se suma a lo sentido al darme cuenta de como ha cambiado todo desde entonces, de como he cambiado, de como han cambiado, resulta vertiginoso entender la complejidad del instante y su resultado en la memoria.
Llevo los bolsillos llenos de momentos, llenos de personas, compañeras de viaje que con el paso del tiempo pudieran convertirse en personajes descritos en un guión de cine, llenos de sueños que no se cumplieron y de algunos que sí lo hicieron y ya no lo son, lo realmente llamativo es que un sueño cuando se cumple  suele perder tarde o temprano toda su pasión. Al igual que cuando una realidad-no creída- se descubre y se sitúa en primerísima línea, es como un latigazo en el corazón del alma, nada más duro que descubrir, como en la película “Una mente maravillosa”, que mucho(a veces todo) de los que has creído y amado durante toda la vida es una fantasía o simplemente falso, cuando no absolutamente mentira. Crecer y madurar tiene estas cosas me decía un señor muy mayor cuando yo era muy muy joven… y aquel que ya no soy yo y a la vez también soy… se mira perplejo ante el espejo que todo lo refleja, incrédulo, jodido, pisoteado, amado, buscando esos ojos que saben mirar  y sentir, mientras la boca se mueve hacia la sonrisa y alrededor de los ojos se concentran los surcos que ahondan en la piel convertida en tierra, esperando que una nueva semilla y una gota de agua se encuentren en el bolsillo con todos nuestros recuerdos, con todo lo vivido y alcanzar un espacio donde todo tenga o cobre sentido. Sería como anidar en todos los bolsillos.

viernes, 14 de febrero de 2014

Segundo mes del Ano Nuevo

 


Otra vez Enero y pasa y otro año comienza presto, el viento ha removido la tierra para enseñarnos como limpia la naturaleza las calles de hojas muertas. Parece que algo comienza y no estamos seguros de si todo seguirá igual, de mal en este caso. Parece que la economía se ha convertido en la vara de medir la felicidad y seguramente sea cierto: Salud, dinero y amor como dice la canción. Atemorizadas y tristes están las calles en estos primeros días del año, las porciones de miedo aumentan cuando la seguridad económica se ve amenazada, la vergüenza y otros sustantivos nos lo recuerdan día a día para que no caigamos en esa balsa aceitosa de la tranquilidad. Hace algunos años escribimos: Tiempo de carne, carne de tiempo. Parece que fue ayer y hace ya más de treinta años, el tiempo pasa y se descuelga con algún aviso para que no lo olvidemos. No hay nada como el darse cuenta y no hay nada peor que no darse cuenta de nuestros cambios, el tiempo quizá serviría para eso si tuviésemos una memoria capaz de no seleccionar o repetir hasta conseguir las ilusiones que nos hacen la vida más llevadera. Suena el viento afuera, otras veces también lo he escuchado y no me gusta, pero nunca me ha molestado tanto. Cuando estamos demasiado cansados cualquier ruido nos molesta, conciliar los cristales rotos con el aire en bruscos movimientos resulta cortante, hiere mientras tratamos de seguir sonriendo, buscando la sonrisa en cualquier lugar, persona o cosa. Necesitados de palabras vivas que se ajusten a una realidad mejor. Progresa adecuadamente, como en la mejor de las educaciones… a la vida no le va la pedagogía blanda, ni la gramática, ni las oraciones  condicionales, atiza buenas hostias a la que menos te lo esperas, esas sí representan a los mejores masters(algunos le llaman experiencia), los más caros y con los que más se aprende si no te matan de golpe. Y parece que la cosa no está montada para matar de un solo tajo, quiere ver sangrar las heridas una a una, quizá para que con las marcas nunca olvidemos que no  debemos alejarnos de nuestro destino, pagar y pagar. Son unos pocos los poderes que lo condicionan cuando no lo determinan, son mucho más poderosos que cada uno de nosotros. Recuerdo ahora esos grandes discursos sobre cómo forjar nuestra propia vida, como construir no una persona sino una personalidad, nunca he tenido muy claro en qué sentido.
Las historias que nos contaron-y siguen todavía- suenan a ideal rancio teñido por debajo de una gran mentira generacional, educacional casi genética. Vivimos en una sociedad que nos manipula convirtiéndonos en seres enfermos e infelices. No dieron y damos  vida para crear ciudadanos aleccionados para el sistema que paguen durante toda su vida el exceso y el poder de unos pocos, hipotecados por una casa, un coche, sueños imposibles y viajes deseados en anuncios y películas. Poco a poco desde la escuela… y lo peor, usan nuestras emociones para que todos sin excepción, a través del miedo y la protección a nuestros hijos, los eduquemos para que cumplan con los requisitos necesarios para buscarse un buen hueco en la cadena social.
Vivimos una época muy difícil, la famosa crisis lo inunda todo, enriqueciendo más a esos pocos y empobreciendo a la mayoría, la injusticia no puede ser más grande, además de estar toda la vida pagando nos han convertido a la mayor parte en deudores crónicos del sistema, atacan a nuestra moral, a nuestra dignidad e incluso a nuestro valor personal y social. Y éste es el mejor de los casos. Ni que decir tiene que lo peor sigue siendo la pobreza extrema, los desahucios que no paran aunque se hable menos de ellos y el paseillo de una princesa acapara todas las portadas…
Las clases siempre han existido y por lo que parece seguirán existiendo durante mucho tiempo, entre otras cosas porque el poder y el dinero es la medida de casi todas las cosas convirtiéndonos a las personas en meros instrumentos de él.
Sería hora de que nos diéramos cuenta de la necesidad de tomar cartas en el asunto, es hora de mirarnos al espejo y preguntarnos si queremos ser cómplices de un sistema que solo produce a la mayoría infelicidad, esperando las vacaciones o el fin de semana o que nos toque la lotería para comprar nuestra libertad, quizá no haya mayor valor y quizá no haya mayor pérdida. Si acaso la dignidad. Y también...
Lo olvidaba, feliz ano nuevo.